Contemporáneamente con la celebración del Día Internacional de Conmemoración de las víctimas del Holocausto , el secretario general de lasNaciones Unidas , Antonio Guterres, afirmó: «El antisemitismo volvió y se agrava». Lamentablemente, los hechos le dan la razón. Durante el año último se registró el número más alto de incidentes antisemitas en el mundo, desde 1990. En paralelo, algunos países de Europa, como Croacia, Polonia, Hungría, Lituania y Letonia pusieron en marcha políticas destinadas a tratar de minimizar la participación de ciudadanos de sus respectivos países en la matanza de millones de judíos.
Polonia, concretamente, llegó al extremo de aprobar una ley por la que se penaba con tres años de prisión a quienes acusaran a ciudadanos polacos de complicidad con el Holocausto, palabra de origen griego que significa «sacrificio por fuego», «Shoá» en hebreo. La norma provocó un enorme revuelo y un generalizado repudio, razones por las cuales su texto debió ser revisado.
Algunos de los incidentes que testimonian el aumento del antisemitismo resultan repulsivos. Ocurrió el 27 del mes pasado con motivo de la conmemoración de un nuevo aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi emplazado en Auschwitz, donde se asesinó a más de un millón de judíos entre 1940 y 1945. En esa oportunidad, un grupo de nacionalistas de extrema derecha se concentró frente al campo para protestar mientras se desarrollaba el evento recordatorio oficial.
En Hungría, el gobierno local no solo procura falsificar la historia, argumentando que los húngaros no fueron partícipes del exterminio de judíos, sino que aparecen esfuerzos para reivindicar la imagen de dirigentes locales que participaron en las deportaciones masivas de judíos.
El antisemitismo también apareció el año pasado en los Estados Unidos. El principal incidente vinculado con el odio a los judíos fue el tiroteo contra una sinagoga, en la ciudad de Pittsburgh, que provocó 11 muertos.
Los últimos incidentes antisemitas incluyeron la muerte de una mujer judía, en París ,y el asesinato de un estudiante en California, del que fue responsable un neonazi. La mujer, Mireille Knoll, había logrado escapar del horror del Holocausto y -décadas después- terminó siendo asesinada en su propio departamento.
La increíblemente extendida ignorancia respecto de los crímenes cometidos contra los judíos en el contexto del Holocausto sigue siendo responsable, en buena medida, del antisemitismo. Nada menos que el 40% de los jóvenes alemanes manifiesta hoy no saber «casi nada» respecto del horror que aquello significó.
La intensificación de un funesto y condenable renacer del espíritu antisemita durante el año pasado demuestra que, en el plano de la educación, a 74 años de aquellos horrendos crímenes, no se ha generado adecuadamente conciencia sobre lo sucedido con aquella tragedia en la que Europa fue escenario de una crueldad sin precedentes.
El dramático aumento del antisemitismo debe denunciarse y combatirse con firmeza, como cualquier otra expresión de racismo o intolerancia. Somos los adultos quienes hemos de asumir colectivamente la responsabilidad compartida de transmitir a las jóvenes generaciones aquellos hechos oscuros para que, desde la información y la creación de conciencia, puedan ellos actuar responsablemente. La humanidad no puede volver a cometer errores tan aberrantes, como aquellos que se cobraron tantos millones de vidas.
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