Este 11 de febrero se cumplieron 40 años de la República Islámica de Irán, tras el derrocamiento del Sha Reza Pahleví. El líder de la revolución fue el ayatolá Komeini, quien además del aval islámico, contó con el respaldo de entes de izquierda y de movimientos estudiantiles, sustituyendo una monarquía pro occidental por una teocracia férreamente totalitaria, antioccidental, tutelada por el clero chiita. Pese a la variedad de sustentos, el sector islamista radical arrebató la victoria revolucionaria. De inmediato, impuso el absolutismo religioso y con perversas leyes que interfieren en los mínimos detalles de la vida cotidiana, sojuzgó a la ciudadanía.
Teocracia perversa
De forma constante, sin ningún pudor, altos mandos del ejército, el clero y el ejecutivo iraní amenazan con destruir el Estado judío
De lo más notorio en esos inicios, está la toma de la embajada de EEUU en Teherán, con 52 rehenes estadounidenses por 444 días. Desde ese entonces hasta el presente, la revolución islámica iraní ha pretendido su expansión por diferentes confines, inmiscuyéndose en numerosos países y conflictos. En la actualidad, Irán controla el Líbano a través del Hezbolá, que cuenta con un brazo paramilitar y otro político. Fundado en 1982, sus militantes fueron adiestrados por la Guardia Revolucionaria iraní; recibe armas, capacitación y apoyo financiero de Irán. Hezbolá ha perpetrado ataques terroristas planificados por Irán, entre ellos, las explosiones de la embajada de Israel en Buenos Aires, la AMIA y el vuelo de Alas Chiricanas de Panamá. Irán comenzó ayudando a Bashar Assad en la guerra siria a través del movimiento libanés; y amplió sus actividades bélicas mediante el entrenamiento a combatientes en Irak, protección a los rebeldes de Yemen y organización de militantes afganos. Cabe señalar la asociación con el crimen organizado para financiar sus actividades.
En su afán de atacar a Israel, Irán ha asistido a Hamas, aunque su relación más cercana es con la Jihad Islámica palestina, a la cual sufraga y suministra pertrechos. Adicional al refuerzo con que Assad se mantiene en el poder, Irán procura enquistarse en Siria, pues así tiene frontera con Israel.
De forma constante, sin ningún pudor, altos mandos del ejército, el clero y el ejecutivo iraní amenazan con destruir el Estado judío. Ello ya no sorprende, lo que verdaderamente asombra es que un organismo como la ONU se mantenga impasible, indiferente.
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