B’H
El Pueblo de Israel recibe la orden de contribuir, cada uno, con medio shekel de plata para el Santuario. También son dadas las instrucciones para construir el Kior, una gran vasija de agua para el Santuario, junto con el aceite de unción y el incienso. Los artesanos “sabios de corazón” Betzalel y Ahaliav son puestos a cargo de la construcción del Santuario; el pueblo recibe nuevamente la orden de observar el Shabat.
Cuando Moshé no vuelve en el momento esperado del Monte Sinaí, la gente hace un Becerro de Oro y lo adora. Di-s se propone destruir a la nación de Israel, pero Moshé intercede por ellos. Moshé desciende del monte cargando las Tablas del Testimonio grabadas con los Diez Mandamientos; viendo a la gente bailar alrededor de su ídolo, rompe las Tablas, destruye el Becerro de Oro y manda a matar a los principales líderes de la revuelta contra Di-s. Luego vuelve hacia Di-s y dice: “Si no los perdonas, bórrame de Tu libro que has escrito.”
Di-s perdona, pero dice que los efectos del pecado serán sentidos por muchas generaciones. Primero, Di-s propone mandar Su ángel junto a la gente para guiarlos, pero Moshé insiste que Di-s Mismo los acompañe hasta la Tierra Prometida.
Moshé prepara un nuevo juego de tablas y sube la montaña una vez más, donde Di-s reinscribe el pacto en estas Segundas Tablas. En la montaña, Moshé es agraciado con la visión de los Trece Atributos de Misericordia Divinos. Tan radiante es el rostro de Moshé a su regreso del monte, que debe cubrírselo con un velo, que se retira sólo cuando habla con Di-s y para enseñarle la ley al pueblo.
SOLO LE HABLÓ A MOSHÉ
Cuando uno repasa los Diez Mandamientos se da cuenta que todos están en singular: “Yo soy tu Di-s…”, “No tendrás…”, “No te harás imágenes…”. ¿Por qué si Di-s se dirigía a todo el pueblo de Israel, habló en singular? Hay un Midrash que explica esto:
Di-s sabía que el pueblo pecaría con el Becerro de Oro, por ello proveyó a Moshé de un argumento para defender a Israel. Cuando Di-s dice que va a destruir al Pueblo de Israel Moshé simplemente le dice que no es justo, pues los Diez Mandamientos no fueron dirigidos a ellos, sino solamente a Moshé ¿Acaso no fueron formulados en singular “Yo soy tu Di-s…”, “No tendrás…”, “No te harás imágenes…”? Entonces los Hijos de Israel no han cometido ningún pecado.
«En los tiempos del Mashíaj, la conciencia y el conocimiento de Di-s eliminaran las disposiciones de la mente estrecha que desembocan en la contienda y la guerra. Será una era de paz y armonía en el mundo» (Jeremías 23:6)
Un hogar en tres versiones
Por Yanki Tauber
Dos eventos significativos siguieron a la Entrega de la Torá en el Monte Sinaí: a) El pecado del Becerro de Oro; b) La construcción del Mishkan (Tabernáculo), el santuario portátil que los judíos levantaron en el desierto.
En la Torá, el relato de estos dos eventos está entrelazado, con la narración alternando entre ellos. ¿Cómo ocurrieron realmente en el tiempo? ¿Qué vino primero —el becerro o el Tabernáculo?
Entre los comentarios, hay no menos que tres respuestas diferentes a esta pregunta.
1) De acuerdo con el Zohar, primero vino el mandamiento de Di-s de construir el Mishkan, seguido por la donación de su oro y otros materiales para su construcción por parte del pueblo. Luego de esto vino el pecado del Becerro de Oro. En verdad, la implicación es que fue sólo porque ellos consagraron los materiales para el Mishkan antes de impurificarse con su pecado que el pueblo pudo posteriormente construir la morada divina entre ellos.
2) De acuerdo con Rashi, el pecado del Becerro de Oro vino primero. Todo lo referido al Mishkan —el mandamiento divino, la donación y la construcción —ocurrieron después que el pueblo se arrepintió de su pecado. La implicación es que si ellos no hubieran pecado adorando un becerro de oro, ¡no habría habido para nada un Mishkan!
3) De acuerdo con Najmanides, primero vino el mandamiento divino de construir el Mishkan; luego vino el pecado del pueblo y su arrepentimiento, y luego de esto, la donación del pueblo de los materiales para el Mishkan. (Este es realmente el orden en que estos sucesos son narrados en la Torá).
¿Cuál es el significado más profundo detrás de esas tres versiones?
El Mishkan representa la idea de “Hacer una morada para Di-s en el mundo físico”, tomando los materiales de nuestra existencia física y, al dedicarlos a un propósito Divino, transformarlos en algo que expresa y revela la bondad y la perfección de su Creador.
La pregunta es: ¿Quién está mejor equipado para construir esta “morada para Di-s?
Una opinión es que sólo el puro y justo tzadik, sólo alguien que no está contaminado por la materialidad del mundo, puede santificarlo. Pues si una persona es ella misma parte de esta existencia inferior, ¿cómo puede elevarla?
Una segunda opinión dice: Si el tzadik está completamente no afectado por nada inferior y negativo, ¿cómo puede santificarlo? Sólo el baal teshuvá, uno que ha sucumbido a las tentaciones del mundo material y triunfó sobre ellas, puede ahora elevarse hacia la santidad.
¿Pero que pasa con el pecador? ¿Uno que nunca estuvo arriba, ni cayó y se elevó, sino que aun está atrapado en el laberinto de lo material? De acuerdo con la tercera opinión, el mandamiento de construir el Mishkan vino antes del pecado del Becerro de Oro, pero la implementación de este mandamiento sólo comenzó después de ello. Esto significa que esas instrucciones divinas permanecieron en vigencia aun cuando el pueblo estaba adorando a su ídolo de oro. En otras palabras, un acto positivo, un acto de santidad, es positivo y santo sin tener en cuenta quienes son ustedes. Todo individuo, no importa su actual nivel espiritual, tiene el poder de hacer de su vida una morada para Di-s. (www.es.chabad.org)
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