Esta semana, de cara al Día Internacional de la Mujer, la organización Fuente Latina y su Directora Ejecutiva en Israel Hamotal Rogel, tuvieron la buena idea de juntar a tres mujeres diplomáticas-dos israelíes y una extranjera- con algunas periodistas de medios de habla hispana que reportan desde Israel, encuentro al que se permitió cordialmente la entrada también a unos pocos cronistas del sexo masculino.
Lo central era escuchar las experiencias y opiniones de las israelíes Rodica Radian-Gordon y Marina Rosenberg , así como de la Embajadora de Panamá en Israel Adis Urieta, cada una de ellas lidiando con sus propios desafíos y todas ellas compartiendo la convicción que la mujer diplomática puede realizar su trabajo a un altísimo nivel, por cierto no menos que el hombre.
Rodica, que se desempeña desde 2016 como Directora General Adjunta de la Cancillería israelí para Asuntos Europeos, tiene una vasta trayectoria en el servicio exterior de Israel. Fue Directora del Departamento de Control Armamentista en la División de Asuntos Estratégicos, Embajadora de Israel en Rumania y México y Directora del Departamento de Aspectos Económicos y Estratégicos del Centro de Investigación Política. También ocupó cargos diplomáticos en la Misión israelí ante las Comunidades Europeas y en la Embajada de Israel en Varsovia. Esto, después de haberse dedicado a la biología y de haber obtenido un Doctorado en bioquímica.
Rodica Radian-Gordon, una de las Directoras Generales Adjuntas de la Cancillería israelí.
Recuerda cómo a comienzos de los años 90, cuando aún no había embajada de Israel en China pero sí una representación del cargo de Agregado científico, mostró interés en ese puesto, topándose con un comentario de uno de los jerarcas de la Cancillería recomendándole no ir por dicho camino ya que “los chinos no ven con buenos ojos a una mujer en algo así”. “Fui ingenua y ni luché por el cargo. Luego entendí que el problema al parecer no era de China sino de nuestra cancillería”, comenta sonriente. “Tengo clarísimo que algo así sería hoy inconcebible, nadie osaría decirlo”.
Marina Rosenberg, que dentro de unos meses se convertirá en la primera mujer Embajadora de Israel en Chile, siente que jamás se topó con ninguna actitud discriminatoria por su condición de mujer. “Bueno, solamente una”, dice entre en broma y en serio. “Cuando nos radicamos en el kibutz Yehiam con mi familia, al llegar de Argentina, quise jugar al fútbol con los varones. Yo tenía 6 años. No me dejaron. No me lo olvido nunca”.
Claro que mucha agua ha pasado bajo el puente desde entonces. Marina (41) ha tenido hasta ahora una interesante carrera diplomática. Desde el 2017 es la Directora del Departamento del Golfo en el Centro de Investigación Política en el Ministerio de Exteriores de Israel. Se desempeñó durante tres años como Asesora de Asuntos Exteriores en la embajada de Israel en Berlín, una de las más importantes de Europa, antes de ello fue enviada especial para Oriente Medio en la oficina del Director General y Sub-Directora del departamento encargado de las Agencias especializadas de las Naciones Unidas, entre otros cargos.
El camino recorrido es sin duda destacado. Pero Marina recuerda claramente cómo se sentía al comienzo de su carrera diplomática, concretamente los primeros 8 años, cuando podía mantenerse en silencio absoluto si participaba en una reunión en la que era la única mujer . “Era auto-censura, no producto de nada que los hombres en la sala me hayan dicho”, confiesa. “Hoy no me volvería a pasar”.
Quien ya antes de ser diplomática lidió con un mundo muy de los hombres, es la Embajadora Adis Urieta de Panamá que se encuentra en el cargo desde el 2014. Su situación es particular porque su sueño original era trabajar en Israel como periodista durante la segunda intifada, topándose con una cantidad tal de cronistas que no logró conseguir algo estable. En el 2004 llegó a Israel como Agregada de Prensa, Cultura y Turismo, un cargo que no es diplomático, pero del cual se puede avanzar hasta llegar a ser Embajador. Aunque no es diplomática de carrera sino nombramiento presidencial, conoce al dedillo los diferentes desafíos dentro de su Embajada, ya que fue también Vicecónsul y Encargada de Negocios y de los Asuntos Consulares.
Pero lo singular es que todo esto llegó después de 16 años dedicados al periodismo en su país, incluyendo la cobertura del conflicto con Estados Unidos, la retirada norteamericana y evacuación de las bases, y la recuperación del Canal. Especialmente duro fue cubrir la muy cruenta guerra en Guatemala.
Habiendo pasado aquellos años, que sin duda tuvieron también momentos de peligro personal, puede reír hoy al contar cómo es su vivencia en Israel, cuando llega a algún lado con su esposo y suelen sentarlo a él primero creyendo que él es el Embajador. Lo cuenta con una sonrisa aclarando que tiene claro que “en Israel hay muchas raíces y culturas diversas, por lo cual yo no veo al país como un todo uniforme”.
ABRIENDO PUERTAS
En el curso de cadetes de la Cancillería israelí que se abrió en diciembre último, por primera vez hay una amplísima mayoría de mujeres: 17 frente a 6 hombres, o sea casi el triple. En realidad, ya en el curso del 2015 se hizo historia cuando hubo por primera vez mayoría femenina: 14 de un total de 26 participantes. “En el primer curso de cadetes, en los años 40, había solamente 5 mujeres de un total de 25 participantes”, cuenta Marina, que se tomó la molestia de ordenar datos y números para compartir en la reunión. “En 1995, el curso más grande en la historia de la Cancillería, entraron 19 mujeres de un total de 51 cadetes. Ya hace mucho que la intención es que haya mitad y mitad de hombres y mujeres. Pero la situación actual con tal mayoría de mujeres es sin duda muy especial”, explica.
Cuando de abrir puertas se trata, evidentemente las luchas se sintieron no solamente en Israel.
Según datos compartidos por Marina Rosenberg,la primera vez que hubo una mujer embajadora en el mundo fue en 1918, embajadora de la República de Armenia. La primera embajadora norteamericana en el exterior fue nombrada en 1933 y la primera mujer israelí Embajadora fue Esther Herlitz, enviada a Dinamarca en 1966.
“Es interesante que Golda Meir, que antes de ser Primer Ministro fue Canciller, no nombró ninguna mujer Embajadora”, recuerda, comentando que “uno de los desafíos es que nosotras como mujeres debemos ayudar a otras mujeres a avanzar”.
Hoy en día hay unas 20 mujeres al frente de representaciones diplomáticas de Israel en el exterior, menos del 20% del total. Hay 6 mujeres como Directoras Generales Adjuntas de un total de 19, o sea algo menos del 30% y 8 jefas de división de un total de 32. En resumen, hay bastante camino aún por recorrer.
Rodica Radian tiene clarísimo que gran parte de la explicación de las diferencias numéricas, pasa por la dinámica de la vida misma, por la familia y los hijos. “Hace muchos años, menos mujeres trabajaban y si los hombres tenían que viajar, se veía como algo normal que toda la familia lo acompañe”, comenta “Pero no con la mujer. Cuando esto cabmió, se tornó más fácil pensar en cursos de cadetes con al menos un equilibrio de género.”
La legislación es importante-Rodica destaca que la israelí es muy positiva en temas de género- pero también lo es la casa en la que uno crece. “En mi juventud mis padres me dijeron que puedo ser lo que quiera, que solamente tengo que pensar en lo que me interesa, y hacerlo”. Quizás por eso, cuando comenzó su carrera científica, previa a la diplomacia, sintió “que el mundo estaba abierto, pero que eso era por el trabajo que otras habían comenzado”.
Su impresión es que hoy, aunque hay oportunidades, las mujeres más jóvenes luchan menos por llegar a puestos altos “porque la vida es más fuerte que todo, más que nada cuando hay niños pequeños”. Pero los cambios son claros a nivel general. “Hoy en día creo que no hay parejas en la que no se piense en la carrera de los dos. No cuenta sólo la del hombres sino también la de la mujer”.
Rodica y su esposo tienen tres hijos y siente que “hemos tenido que pagar un precio nada fácil”, porque de acuerdo al momento en que ella era enviada al exterior, se veía puntualmente si podía trasladarse la familia entera o no. “Mi marido siempre me ha apoyado mucho en mi carrera pero tuvo también la suya. Él se quedó en Israel cuando yo fui a Rumania y México, porque él no podía por su carrera. Dos de los hijos se quedaron con mi esposo y el menor fue conmigo a México. Cuando fui a Rumania los tres hijos vinieron conmigo y mi esposo venía cada fin de semana o dos”.
Cada una de las tres, Marina, Rodica y Adis, ha tenido otro tipo de experiencias. Pero cuando Marina destaca las cualidades especiales de una mujer en la diplomacia , todas parecen concordar. “La mujer sabe no confrontar de manera muy activa sino escuchar a los demás, trata de encontrar cosas en común y de escuchar con paciencia, poniendo el ego de lado”, comenta. Adis y Rodica, con un gesto de aprobación, se sonríen.
Por razones óbvias sobre las cuales no me voy aqui a extender, el papel de la mujer en la politica israeli, supera con mucho el desempeñado por féminas en cualquier otro lugar del mundo …
Su importante contribucion en tal sentido, no quedar reducido al ambito representativo, sino que se extiende exitosamente a todas las facetas de la vida administrativa, social, cultural , empresarial y economica de Israel ademas de la politica como ya quedó dicho …