Hace pocos días, de visita en la comunidad judía de Monterrey en México en el marco del proyecto de “Amiel Bakehila”, la delegación en la que participé- encabezada por un querido amigo, el rabino Israel Diament- visitó el colegio judío local, Colegio Israelita de Monterrey. Cuando me dijeron que uno de mis encuentros sería con los niños de primaria, dudé sobre qué temas sería apropiado contarles. ¿Conflicto israelo-palestino? Descartado. ¿La amenaza de Irán? Ni locos. ¿Las elecciones del 9 de abril? ¡No!
Y ahí llegó la idea…Ya que faltaba en ese momento poco para la celebración de Purim, pensé que sería original para los niños oir sobre cómo se festeja en Israel. Comencé preguntándoles cómo celebran ellos y me contaron sobre el desfile de disfraces que realizan en la escuela. Cuando les conté que en Israel parece disfrazarse la calle toda, porque casi toda la población celebra Purim, abrieron grandes ojazos asombrados.
Les mostré fotos de disfraces de mis propios hijos a lo largo de los años- les hizo especial gracia ver a mi hijo mayor como “Campanita” y justo a su novia, hoy su esposa, como Peter Pan- les conté de algunos otros que no pude mostrarles en fotos y hasta dijeron que se llevaron buenas ideas para este Purim.
La descripción que compartí con ellos era de todo tipo de disfraces, sin tapujos ni demasiada vergüenza de parecer ridículos, que se ve por la calle, tanto en niños como en mayores. Rieron bastante cuando les conté que mi sobrina Maya, en su primer año en Israel, no podía creer cuando vio a la directora de su escuela disfrazada de abeja.
Hay de todo, sin duda. Grandes originalidades. Disfraces comprados que todo el mundo repite, las infaltables princesas, reinas, los héroes y policías, las series famosas de televisión…y están los originales, los disfraces evidentemente preparados en casa no sólo con abnegación de los padres sino también con ideas sumamente originales.
La calle israelí se viste de Purim. Y es hermoso verlo.
En realidad, ya varios días antes, cuando numerosos negocios ofrecen la variada gama de disfraces y accesorios para la fiesta.
Al final, los vendedores, disfrazados por cierto, desean «Jag Sameaj», feliz fiesta!
Y claro está que en numerosos restaurantes, cafés y todo tipo de tiendas , hay personal disfrazado .
Es interesante ver a menudo a ciudadanos árabes comprando disfraces. Por más que no celebren Purim como fiesta judía, los puestos multicolores atraen a todos y también sus hijos y nietos pueden disfrutar de los disfraces, que alegran a todos los niños sin distinción.
Una original escena en la calle Iafo: por un lado, una señora árabe con su esposo, buscando un disfraz. Al lado, dos soldadas en el ejército israelí, buscando accesorios de disfraz. Jerusalem.
Aquí, mientras tanto, algunas de los preparativos y algo de calle.
¡Jag Sameaj!
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