Rami Aman, joven activista político palestino de la Franja de Gaza, concluía el pasado 19 de marzo una jornada satisfactoria: realizó una llamada de Skype conjunta con 200 israelíes. Desde la oficina de su organización “Gaza Youth Comitee”, Aman y sus compañeros llevan años estableciendo conexiones telemáticas con sus vecinos, a pesar del conflicto incesante y la pésima conexión a internet.
Pero la mañana siguiente todo se truncó: “¡la seguridad de Hamás vino a la oficina, buscó y se llevó consigo a Rami!», exclamó en Facebook su compañera y periodista Manar al-Sharif.
El grupo terrorista que controla con puño de hierro la franja palestina conocía las actividades en favor de la reconciliación de Rami, y ya fue interrogado en anteriores ocasiones. Pero esta vez, la conexión con los israelíes ocurrió durante unos días críticos en la franja: además de las habituales concentraciones semanales de la “Marcha del Retorno” junto a la verja fronteriza con Israel, miles de gazatíes desafiaron al régimen islamista y salieron a las calles a expresar su rabia por las paupérrimas condiciones de vida.
Hamás impuso un férreo veto informativo sobre las denominadas concentraciones “We want to live!” (queremos vivir), por lo que apenas llegaron informaciones y documentos gráficos al exterior. Los manifestantes responsabilizaron a Hamás por el aumento de impuestos y la falta de empleo.
Según recogió el rotativo New York Times, fuerzas de seguridad detuvieron a unos 1.000 organizadores, periodistas y activistas. Oficiales armados con armas de fuego y barrotes amedrentaron a quienes se atrevieron a salir a las calles. Mientras que el ministerio de salud de Gaza, en manos de Hamás, informó al detalle de la cifra de muertos y heridos por fuego israelí durante las marchas en la frontera, no facilitó ni un dato sobre la represión de las marchas contra su gobierno.
Varios analistas coincidían en destacar que el lanzamiento de misiles desde el territorio controlado por Hamás hacia Tel Aviv y Mishmeret pretendían desviar la atención del ajetreo interno. Mientras Rami Aman seguía en paradero desconocido, Manar al Sharif y el resto de activistas pedían que nadie le enviara mensajes. Todas sus comunicaciones estaban intervenidas. Tras una viral campaña en las redes, y presiones ejercidas desde distintos frentes, Hamás optó por liberar a Rami.
Horas después del cautiverio, Rami contó a Aurora por teléfono lo ocurrido: “se estaban viviendo protestas en las calles de Gaza pidiendo soluciones para nuestros problemas, para presionar a los políticos. No es una protesta en contra de Hamás, pero ellos son los responsables sobre nuestras vidas. Mi activismo, desde la no violencia y los mensajes de paz, pide a Hamás una solución”, indicó.
Tras la conversación online con los israelíes de la ONG Zaazim, publicó un mensaje esperanzador en Facebook con una captura de pantalla, así como una actualización sobre las protestas en las calles. “La sorpresa ocurrió cuando llegaron diez tipos armados a mi oficina, que querían una entrevista por mi actividad. Les ofrecí amablemente un café, pero 15 minutos después me subieron a la furgoneta y me requisaron el teléfono”,aclaró a este diario. Fue dirigido a una instalación de la seguridad interna de Hamás, donde le presionaron, lo consideraron un espía y un instigador de las marchas.
Aclaró a los uniformados que para promocionar sus actividades con niños gazatíes en escuelas promueve recolectas de dinero en la red, y que está en contacto con políticos de Hamás, Fatah y otras facciones palestinas. “No me dejaron ni llamar a mi familia. Mis padres y tres hermanos están en Algeria, y yo estoy solo con dos hermanas en Gaza. Tan solo quería informarlas”. Tras unas horas de incertidumbre, fue liberado sin demasiadas explicaciones.
“Al llegar a casa, recibí muchos mensajes de apoyo desde América, Israel, Palestina, o amigos de todo Oriente Medio. No tengo palabras para explicar lo que siento sobre toda esta gente”, contó refiriéndose a los centenares de contactos que ha establecido con los años.
“YO YA TOMÉ MI CAMINO”
“Si me rechazan o aceptan, no me importa, yo ya tomé mi camino. Hice muchos skypes con israelíes por la noche tras ser liberado. Hablo con gente: no me importa si son judíos, cristianos musulmanes… solo me importa la humanidad, y siento que debo seguir con mi objetivo”, dijo Rami al ser entrevistado por Aurora.
El activista por la paz israelí Gershon Baskin, muy conectado al liderazgo político palestino, movió fichas en favor de Rami: “mis colegas en Gaza recibían llamadas de Israel, preguntando cómo podían ayudar. Mediante distintas ONG’s, hubo mucha interacciones de los israelíes”. Como suele ser habitual, palestinos que cooperan con el “enemigo” son acusados de “normalización”: “pero la mayoría de la gente en Gaza me apoyan, y me animaron a continuar. Sé que la mayoría quiere la paz y hablar con los israelíes, pero no tienen la oportunidad”.
Por teléfono, Rami sonaba reforzado. “Tengo más energías, haré más encuentros públicos con israelíes. No envío ni mapas militares, ni reportes de soldados. Solo hablo de mis ideas. Y tengo una visión clara: crear una nueva generación en Gaza e Israel para terminar este conflicto. Hacer que la gente se entienda”, exclamó.
“¿QATAR, EGIPTO, EUROPA?”
Rami reconoció que fue la octava vez que pasó por interrogatorios en Gaza. Dice que en esta ocasión le ayudó que fue visto durante el arresto por amigos y vecinos. “De lo contrario, nadie hubiera sabido de mi”.
Pero sentía especial rabia hacia los actores externos: “siempre vienen convoyes extranjeros de Qatar, Egipto, la ONU o Europa cuando hay tensiones con Israel. ¿Pero dónde están ahora con la gente en prisión? Los necesitamos también ahora, no solo para firmar treguas”, protestó.
Según Rami, todavía hay colegas suyos encarcelados que requieren de presión internacional. “Estamos en contra de todos en Israel, la Autoridad Palestina, Hamás y la ONU. ¿Quién es el responsable en Gaza?” se preguntó indignado. Y prosiguió: “¿dónde está Mladenov, el mediador de la ONU, que siempre tiene reuniones con Hamás? ¿Por qué se calla esta vez?”.
Con un paro que supera el 52 %, una total deficiencia de agua potable, recurrentes cortes eléctricos, las devastadoras consecuencias de tres guerras con Israel y un gobierno autoritario islamista que tomó el poder tras un golpe de estado a sus rivales de al-Fatah, la población gazatí vive sumergida en unas condiciones de vida deplorables.
Debido al bloqueo terrestre impuesto por Israel (y Egipto) tras la toma del poder de Hamás, a Rami se le cerraron las vías de contacto directo con Israel y Cisjordania. “Pero seguí construyendo puentes. Mi experiencia me enseñó que no todos los muertos de este conflicto son responsables de que exista la violencia. Perdí muchos amigos por el conflicto interno y por Israel”, explicó. Y concluyó: “como no podemos viajar, conectamos por Internet. Y cada año encuentro más gente que cree en nuestras ideas. Rami no está solo, hay muchos Ramis, la gente necesita paciencia para lograr sus objetivos”.
Xq ustedes lo llaman palestinos si es gazati?