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| viernes noviembre 22, 2024

TAZRIA-HAJODESH 5779


B’H

La parashá Tazría continúa con la discusión de las leyes de Pureza e Impureza ritual.

Una mujer que da a luz debe pasar por un proceso de purificación, que incluye la inmersión en una mikve (una pileta de agua reunida naturalmente) y traer ofrendas al Templo. Todos los varones que nacen deben ser circuncidados en el octavo día de vida.

Tzaráat es una plaga supernatural, que también puede afectar ropas. Si aparecen manchas blancas o rosas en la piel de una persona (rosa o verdosa en las ropas), un Cohen es llamado. Juzgando los diferentes signos, como un incremento en el tamaño del área afectada luego de una cuarentena de siete días, el Cohen pronuncia la mancha como impura o pura.

Una persona afligida con Tzaráat debe vivir sola fuera del campamento (o la ciudad) hasta curarse. El área afligida en una ropa debe ser removida y, si la Tzaráat reaparece, toda la ropa debe ser quemada.

 

SU BOCA LO AISLA

No hay nada más dañino que el llevar y traer chismes. Es tan grave que nuestros Sabios lo comparan con el asesinato de tres personas: el chismoso, el que escucha los chismes y aquel de quien se habla. Y en la Torá se especifica el castigo celestial para el chismoso: Tzaarat (mal traducido como lepra). El afectado por este mal era aislado fuera de los tres campamentos en el desierto y fuera de la ciudad en la Tierra de Israel, y no solo eso, sino que estaba aislado de los que sufrían el mismo mal. El castigo era medida por medida: así como él quiso aislar a otros con sus dichos, él mismo era aislado hasta que se arrepentía sinceramente y pasaba por un proceso de purificación.

Hoy este castigo no se manifiesta, pero pensemos que tenemos que cuidar nuestra boca, pues ella puede provocar que seamos aislados.

 

PARASHÁ HAJODESH

 

Dicen nuestros Sabios que cuando Di-s eligió Su mundo, estableció un comienzo para los meses y un comienzo para los años.

Cuando eligió a Iaacov y a sus hijos estableció un comienzo para la redención. (Midrash Rabá)

Este Shabat leemos la cuarta y última de las cuatro parashiot especiales anteriores a Pesaj: Parashá HaJodesh, en la que Di-s establece al mes de Nisan como el primero de todos los meses.

Hay dos comienzos en el año judío:

En el primer día del mes de Tishrei, en Rosh HaShaná, recordamos la creación del hombre, comienzo del año natural que compartimos con toda la humanidad.

El mes de Nisan marca el comienzo del Éxodo y el nacimiento de Israel como nación, por lo que es el principio de un año milagroso, una dimensión del tiempo habitada únicamente por los judíos. Un año en el que lo milagroso, o sea el poder de trascender la naturaleza es la base y sustancia de la vida.

 

El Síndrome del Faraón

Por Tzvi Freeman

La gente se ríe de los términos y eufemismos modernos que usan los psicólogos, pero a menudo me pregunto si a veces no sería bueno utilizarlos para tratar los asuntos de la Torá. Por ejemplo, los cuatro hijos de la Hagadá de Pesaj, podrían entenderse mejor como el hijo Dotado, el Niño Con Dificultades, el Niño Equilibrado y el Niño con Déficit Inquisitivo. Esos términos intolerantes como «Profanador del Sagrado Shabat» podrían suavizar su terminología por «quién sufre un déficit en el comportamiento Sabático». Estoy seguro que se puede aplicar en muchos otros casos… «quien posee un déficit Jasídico», etcétera.

Hay también algunos aspectos importantes de la historia del Éxodo que podrían entenderse mejor si usásemos la terminología psicológica. Tomemos el evento de la partida del Mar Rojo que ocurrió en el séptimo día de Pesaj. Es fácil burlarse del Faraón cuando consideramos los hechos superficialmente. Él ve a un pueblo conducido por un pilar de fuego, caminando sobre el fondo seco del mar, entre dos pilares de agua, inmovilizados como paredes de piedra (incluso Indiana Jones lo habría pensado dos veces) y como un loco corre hacia adentro con todo su ejército. Y no es que no tuviera algún precedente del cual aprender.

Podríamos pensar que al Faraón «le faltaba un tornillo». El Faraón era, sin embargo, intelectualmente cuerdo. Sólo que sufría de un «Síndrome de déficit de Monoteísmo».

Para ser más específico, el Faraón pertenecía a un subconjunto de cuestionadores del monoteísmo que poseen una fijación con el orden natural percibido («Ma’at» en el egipcio Antiguo. Similar al concepto budista de Karma. En idioma moderno, «Física»). Cuando aparece un conflicto entre el orden natural y la realidad percibida (es decir, un milagro), el sujeto experimenta ansiedad. Esta ansiedad podría resolverse fácilmente, a través de la aceptación de una Fuerza Omnipotente y más allá de la naturaleza, nuestro sujeto prefiere ignorar la realidad obvia que se halla ante sus ojos en favor del concepto del mundo del orden natural que ya ha integrado previamente en su personalidad. Esto podría resultar finalmente, en ahogarse bajo las olas del Mar Rojo.

Ahora que he proporcionado una visión más simpática de las dificultades personales del Faraón, se hace más fácil entenderlo. Después de todo, hacemos lo mismo que él todo el tiempo. Se trata de la «Angustia»

La angustia es un estado en el que ignoramos la realidad obvia y percibida, en favor de la pervertida, improbable visión de cómo imaginamos que debe ser el orden natural. Nos figuramos nuestra vida como un forcejeo entre nuestra propia competencia y las leyes de la física, comercio y aceptación social. Eso significa que tenemos mucho de qué preocuparnos.

La realidad obvia es que nuestra vida diaria está llena de milagros que vienen desde Arriba. Tenemos muy poco control sobre dónde terminamos y lo que tenemos que hacer ahí. La física no tiene mucho que decir. Podemos hacer lo mejor que podemos con cualquier cosa que se nos ha dado y tener confianza en el Director de Todo, que Él sabe lo que está haciendo.

Pero en cambio, nos preocupamos.

¿Por qué nos preocupamos? Porque no percibimos los milagros. ¿Por qué no percibimos los milagros? Porque vemos la marcha del orden natural a nuestro alrededor, y si hay un orden natural, los milagros no pueden suceder, ¿verdad? ¡Después de todo, los milagros significan que las leyes de naturaleza se han eliminado temporalmente, y que la vida se pone totalmente anómala, y la voz de Di-s brama: «¡toma nota! «¡Esto es un milagro!».

Error. Ése es el Faraón otra vez. Quizás un poco más sutil, pero no obstante Faraón.

Monoteísmo significa que el orden natural no es un juego absolutas de reglas para jugar o para romper. Creer que hay Una Fuerza Infinita detrás de todas las cosas, significa reconocer que Él puede encontrarse haciendo Sus cosas en cualquier parte, de acuerdo a las reglas o no. Nada lo detiene en conseguir Su camino, ningún comité supervisor, ninguna junta de apelación, ningún accionista, ninguna suegra. Ni siquiera el Orden Natural.

¿La prognosis? Según los profetas, estamos muy preparados para esto. Como leemos en la Haftará en el último día de Pesaj: «Como en los días en que salimos de Egipto, te haré ver milagros». (Isaías 10:32)

Rabí Menajem Mendl de Lubavitch (el «Tzemaj Tzedek» 1745-1826) explicó, «Como en los días cuando ustedes apuntaron al Mar Rojo que se abría y dijeron, ‘¡Éste es mi Di-s que hace esto! Como entonces, en estos tiempos, les permitiré ver milagros más maravillosos aún, de los que suceden diariamente en vuestras vidas.»

Abramos nuestras mentes e intentemos de nuevo. (www.es.chabad.org)

 
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