Cuando falleció Robin Williams, posiblemente uno de los mejores comediantes, algunas personas le dieron un título interesante: “Judío honorario”. ¿Por qué el título de ‘judío’? ¿No podían decir que era un brillante comediante no judío?
Si prestamos atención, la mayoría de los grandes comediantes de la generación previa fueron predominantemente judíos. Al parecer este es un grupo al cual algunas personas desean pertenecer. Aquí hay una breve lista de algunos comediantes judíos, con sus nombres reales:
- Jack Benny (Benjamin Kubelsky),
- Mel Brooks (Melvyn Kaminsky),
- Milton Berle (Mendel Berlinger),
- Gene Wilder (Jerome Silberman),
- Jackie Mason (Yaakov Moshe Maza),
- Buddy Hackett (Leonard Hacker),
- Jerry Lewis (Joseph Levitch),
- Danny Kaye (Daniel Kaminski),
- Victor Borge (Borge Rosenbaum),
- Rodney Dangerfield (Jacob Cohen),
- Joan Rivers (Joan Molinsky)
- Tony Curtis (Bernie Schwartz)
- Jerry Seinfeld (Jerome Allen Seinfeld)
Al crecer, yo tenía pasión por los chistes y la comedia, incluso hice presentaciones de vez en cuando. El hecho de que me convirtiera en rabino en vez de hacer espectáculos cómicos refleja lo bueno que era.
¿Por qué los judíos son tan graciosos? ¿Es una coincidencia que casi todos los grandes artistas de los últimos tiempos hayan tenido ascendencia judía, o hay aquí algo más profundo?
Rav Samson Rafael Hirsch, uno de mis comentaristas favoritos de la Torá, respondió a esta pregunta. Él efectuó una breve declaración que cambió la forma en que veo la comedia y la razón por la que hay tantos judíos comediantes. La relación entre los judíos y la comedia en verdad se remonta a nuestro nacimiento como pueblo.
Cuando el pueblo judío partió de Egipto, el faraón se arrepintió de dejarlos salir y los persiguió con el ejército egipcio. Varios días después de salir de Egipto, el pueblo judío llegó al Mar Rojo. Detrás de ellos estaban los soldados egipcios y por delante tenían el mar. Estaban atrapados.
La Torá describe vivamente la escena: “… y cuando el faraón se acercó, los hijos de Israel elevaron sus ojos y he aquí que los egipcios marchaban tras ellos, por lo que tuvieron mucho miedo; y los hijos de Israel clamaron a Dios” (Éxodo 14:10-11)
Era de esperar que clamaran a Dios o que se quejaran con Moshé, pero lo que hicieron a continuación fue bastante inesperado: “Le dijeron a Moshé: “¿Acaso no había tumbas en Egipto, que nos trajiste a morir en el desierto?”.
¿Qué clase de expresión es esta? Por supuesto que había tumbas en Egipto. Sus propios padres y abuelos habían sido enterrados allí.
Rav Hirsch da una breve pero fascinante explicación de este versículo. Él dice: “Esta afirmación aguda e irónica tuvo lugar en un momento de profunda ansiedad y desesperación. Esto remarca el ingenio que es un rasgo característico del pueblo judío”.
Rav Hirsch nos está diciendo algo sorprendente: el pueblo judío hizo una broma. Ellos asumieron que esa era el fin del camino. Se habían cancelado todas las apuestas. Cientos de años de historia judía estaban por tener un final espantoso y lamentable. En vez de llorar, ellos hicieron un comentario sarcástico. “¡Ah Moshé! ¡Como no había más tumbas en Egipto tuviste que traernos a morir aquí!”.
La comedia y el humor tienen un propósito. El pueblo judío vivió miles de años de historia y a lo largo del camino vimos y fuimos parte de algunas de las peores atrocidades que tuvieron lugar en el mundo. Sobrevivimos golpizas, torturas, conversiones forzadas, exilios, pogromos y holocaustos. Necesitábamos algo que nos ayudara a sobrevivir esas dificultades. Una de las habilidades que Dios grabó en nuestro ADN espiritual desde el comienzo fue la capacidad de reír. El pueblo judío utilizó la comedia tal como uno puede utilizar las herramientas de supervivencia. Y Dios sabe cuánto lo necesitamos.
Hace algunos años. Leo Zisman, de bendita memoria, un sobreviviente de Birkenau, y su esposa Myrna acompañaron a un grupo de jóvenes profesionales a Polonia, en un tour que yo guiaba. Leo nos dio una explicación detallada de lo que fue vivir durante los horrores del Holocausto. Él también tenía un fantástico y travieso sentido del humor.
Yo le pregunté cómo tuvo la fuerza mental para sobrevivir una experiencia tan atroz. Él me respondió que muchas personas relataban chistes e historias graciosas del shtetl para escaparse de la terrible realidad que enfrentaban día a día. Esos momentos de risa los sacaban de su miseria durante unos pocos instantes cada día.
Incluso encontré un libro en la tienda de recuerdos de Majdanek (sí, incluso los campos de concentración tienen tienda de recuerdos). El libro se llama “Laughter in Hell” (Risa en el infierno), y cataloga muchas de las historias, juegos y chistes que se contaban en los campos.
La investigación médica reveló los beneficios que tiene la risa en nuestra mente y en nuestro cuerpo. Entre otras cosas, reír puede ayudar a bajar la presión sanguínea, reducir los niveles de la hormona del estrés, mejorar la salud cardíaca y desencadenar la liberación de endorfinas, los analgésicos naturales del cuerpo.
El Talmud cuenta que el gran sabio, Rabí Beroka, una vez se encontró en el mercado con el profeta Eliahu. Rabí Beroka le preguntó: “De las personas que están en el mercado, ¿quién merece el Mundo Venidero?”. Eliahu señaló a dos hombres y dijo que esos eran los candidatos ideales. Rabí Beroka se sorprendió, porque esas dos personas no calzaban en la imagen de individuos especialmente rectos. Intrigado, Rabí Beroka se acercó y les preguntó: “¿Cómo se ganan la vida?”.
Le respondieron: “Somos payasos y contamos chistes para ganarnos el pan. Cuando vemos personas un poco deprimidas, nosotros las alegramos con un chiste y algunas palabras graciosas”.
Aprovechar la fuerza del humor para elevar el espíritu de los demás es suficientemente importante como para asegurarse un lugar en el Cielo.
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