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| miércoles diciembre 25, 2024

KEDOSHIM 5779


B’H

La sección Kedoshím comienza con la frase “Serás santo, porque Yo, Di-s vuestro Señor, soy santo”; esto es seguido por docenas de Mitzvot (mandatos Divinos) a través de los cuales el judío se santifica a sí mismo y se relaciona con la santidad de Di-s. Estos incluyen: la prohibición contra idolatría, la Mitzvá de caridad, el principio de igualdad frente a la ley, Shabat, moralidad sexual, honestidad en los negocios, honor y temor a los padres, la importancia de la vida. También en Kedoshím se encuentra la frase que el gran Rabí Akiva enseñó que se trata de un principio cardinal de la fe judía y sobre la cual Hilel dijo: “Esta es toda la Torá, el resto es comentario” – “Ama a tu prójimo como a ti mismo”

 

PESAS JUSTAS, MEDIDAS JUSTAS

Toda forma de engaño está prohibida. Toda clase de robo y despojo a nuestro semejante están prohibidos.

El comerciante debe usar pesas y medidas justas para no engañar al cliente.

El empleador debe pagar en término el salario del empleado.

Nosotros, en nuestro trato con nuestro prójimo, ¿Usamos pesas y medidas justas? ¿Lo medimos con la misma vara con que nos medimos a nosotros mismos? ¿O usamos una medida alterada que exagera sus defectos y atenúa sus virtudes?

“Ama a tu prójimo como a ti mismo” dice la Parashá. Midamos y pesemos a nuestro semejante con la misma medida y la misma pesa que usamos para nosotros.

 

Ama a tu Shrek como a ti Mismo

Por Yossy Goldman

La más famosa regla de oro de la vida se encuentra en la segunda de las lecturas de la Torá de esta semana: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19:18) no es sólo famosa, sino que también suena como una orden imposible de cumplir. ¿Puede alguien esperar alcanzar tal nivel de exaltada santidad como para amar a alguien más como se ama a sí mismo? ¿No es la Torá ingenua y completamente no realista?

En realidad los comentarios clásicos luchan con este tema. Algunos sugieren que se nos enseña a actuar como si amaramos al prójimo. Si nos comportamos de esa manera, la emoción real vendrá con el tiempo.

El clásico jasídico, Tania (Capítulo 32) enseña que si uno puede dejar de lado las consideraciones físicas y concentrarse en lo espiritual, realmente estará dentro del reino de lo posible lograr el verdadero amor por el otro. En verdad, nuestros mezquinos gustos y disgustos están basados en las preferencias físicas. Aprobamos o desaprobamos la forma en que otros se ven, hablan, visten, se comportan, etc. Pero esas son preocupaciones materiales. Si sólo recordáramos que son simplemente superficiales, externas, y de poca importancia, no las tomaríamos seriamente.

Lo que más importa es lo espiritual. La verdadera persona no es el cuerpo, sino el alma. La esencia de todo individuo no es la nariz, sino la neshamá. ¿Entonces qué importa si es feo o la madre lo viste ridículamente? Su alma es pura e incontaminada. ¿Quién sabe si el alma del otro no es más grande, santa y más prístina que la mía? Nadie puede decir que su alma es mejor que la del otro.

Concentrándonos en la identidad interior de una persona podemos evitar el irritarnos por su idiosincrasia externa. Podemos pensar en forma extraña de otro, pero nunca podremos acusarlo de tener un alma extraña. Por lo tanto, si podemos elevarnos por encima de lo superficial y concentrarnos en el espíritu antes que en el cuerpo, en la esencia antes que en lo externo, entonces tenemos la oportunidad de observar esta mitzvá fundamental en su sentido literal.

Cuan fácil es caer en la trampa de difamar a la gente, de clasificarla y describirla. ¿Él? ¡Un meshuguener! ¿Ella? ¡Mala hasta la médula! ¿Esa familia? ¡Son insoportables!

Hace varios años estaba tratando de ayudar a un hombre a organizar un guet (divorcio religioso judío) de su alejada y ya divorciada civilmente esposa. El problema era que ella se negaba a cooperar (usualmente el problema es a la inversa). Así que llamé a un abogado amigo mío para que ayudara con el caso. Al día siguiente me llamó para decir que todo estaba resuelto. No podía creer lo que oía. «¿Cómo lo hiciste?» Pregunté incrédulo. El respondió con tan genuina franqueza que me tomó por sorpresa. «La llamé y dije ‘Creo que usted no es un ogro’. Inmediatamente recibí una respuesta favorable y se hizo el trato»

Nadie es realmente un ogro (aun Shrek es un ogro simpático). Si podemos aprender a dar a la gente el beneficio de la duda podemos sorprendernos de cuan amistosos y cooperativos pueden ser realmente.

Individuos con la reputación más notoria son la mitad de malos de los que son hechos parecer cuando los comenzamos a conocer. Los monstruos humanos realmente son raros. La chispa de humanidad necesita solamente ser despertada y el alma Divina es incitada y revelada.

Así que tratemos y seamos más generosos, un poco más pacientes y perdonadores. Quedaremos sorprendidos de cuan amorosas pueden ser algunas personas. (www.es.chabad.org)

 

¿Acaso Di-s quiere que disfrutemos?

Hay una cosa que aún no comprendo: ¿Acaso Di-s quiere que disfrutemos o no?

Observé las fuentes clásicas y el mensaje es mixto. Aquí transcribo parte de lo que encontré:

El mandato bíblico, “Serás santo” (Vaikrá 19:2), es entendido por los sabios del Talmud como un precepto para “santificarse a sí mismo a través de abstenerse aún de aquellas cosas permitidas” (Ievamot 20a); Najmánides hasta cuenta esto como uno de los 613 preceptos.

Por el otro lado, la Torá llama al Nazareno (una persona que promete abstenerse de beber vino) como un “pecador”. ¿Cuál es el pecado? El hecho de que renunció a uno de los placeres del mundo de Di-s. “¿Acaso aquello que la Torá te prohibió no te es suficiente?”, explica el Talmud, “que debes asumir más prohibiciones?” Si una persona es considerada “pecador” por abstenerse del vino, el Talmud deduce, imaginémonos lo que la Torá diría sobre el tipo de gente que está constantemente ayunando y mortificándose.

Por el otro lado, la Torá también llama al Nazareno “santo”, forzando a otro sabio Talmúdico a utilizar el mismo razonamiento que sus compañeros, pero a la inversa: si la Torá llama “santo” a una persona que se abstiene sólo de vino, imaginémonos las alabanzas que diría sobre aquel que se abstiene de todos los placeres del mundo… (Ambas opiniones son citadas en Nedarím 10a).

¿Qué opinan de ésta?: Pirkei Avot, la Ética de Nuestros Padres 6:4 dice: “Este es el camino de la Torá: come pan con sal, bebe agua en poca medida, duerme sobre el piso y vive una vida sufrida”. Contrastemos esto con la declaración de Rav Najman, que un punto de halajá (ley judía) puede ser comprendido apropiadamente luego de degustar un jugoso desayuno (Bava Kama 72a), o la frase de Rabí Jizkiá: “Uno deberá responder [en el juicio celestial] por cada cosa que su ojo vio y no consumió” (Talmud Ierushalmi, Kidushín 4:12).

¿Entonces, cuál es la perspectiva correcta? ¿Acaso se trata de conquistar la propia inclinación animal, trascender lo mundano, revelando la supremacía del espíritu por sobre la materia? ¿O deberíamos hallar lo bueno y la virtud en cada parte del mundo de Di-s y en cada aspecto de la vida por Él dada?

Creo que puede haber una pista de la solución en la ley bíblica al respecto de promesas (Bamidbar 30), y la forma en que su significado profundo es entendido en las enseñanzas Jasídicas. La Torá habla de una mujer joven, en el borde de la madurez, que promete abstenerse de alguna indulgencia (por ejemplo, “!Prometo no comer chocolate esta semana!”), y del poder legal del padre de anular la promesa.

La idea es que hay circunstancias y etapas en la vida en las cuales aún estamos en nuestra “adolescencia espiritual”. En este estado las “promesas” son necesarias, porque una explotación completa de nuestro material natural supera lo que podemos manejar con seguridad. Pero en un estado más avanzado de madurez espiritual (representado por el “padre” en el recuento de la Torá) estas promesas son anuladas. Efectivamente, aún cuando la “hija” dentro de nosotros está luchando contra nuestro ser físico, el “padre” dentro de nosotros lo protege.

Ese el concepto. Cómo se aplica es otro asunto, como dije al comienzo, aún no lo resolví. (www.es.chabad.org)

 

 
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