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| lunes diciembre 23, 2024

Aprender en experiencia ajena

Banalizar actos violentos identificándolos con el Holocausto confunde, que, hasta los momentos ha sido el mal en su máxima manifestación, hace viable que se repita con cualquier ser humano


Hace poco conmemoramos Yom Hashoa, el Día del Holocausto. Para los judíos, además de recordar lo ocurrido y rendir homenaje a los mártires, resulta importante aclarar que no sólo fueron 6 millones de judíos masacrados por los nazis en campos de exterminio, por el único hecho de ser judíos, sino que todos los judíos en el mundo fueron víctimas, pues, de alguna forma, el pueblo judío íntegro sufrió las persecuciones.

Esas lecciones deberían ser aprendidas, de allí la insistencia en la educación sobre la atroz dimensión del asesinato sistemático y masivo. Pero, en líneas generales, las sociedades no escarmientan en experiencias ajenas.
En los momentos que rememoramos la Shoá, nos sorprenden unas desafortunadas declaraciones del ex presidente colombiano Juan Manuel Santos: “el Parlamento israelí pasó una ley oprobiosa donde le da un tratamiento a los palestinos que viven en Israel parecido a la ley que los alemanes pasaron contra los judíos en los años 30”. Se refería a la ley Estado Nación que afirma que Israel es el estado nacional del pueblo judío, sin restar derechos a nadie, aprobada por una institución legítima y democrática, la Knesset. Esa comparación improcedente con las leyes de Nuremberg, constituye una miserable calumnia y nos despierta curiosidad por saber qué pretende, pues lo conocemos desde que buscó y consiguió el Premio Nobel.
De modo simultáneo, Gustavo Petro rechazó los indivisibles vínculos entre el pueblo judío e Israel y, en un tweet, escribió: “Israel discrimina a los palestinos como los nazis a los judíos”. El judaísmo es pueblo, nación, religión, historia, cultura; la tierra de Israel está unida al pueblo judío desde hace 3.500 años. Los palestinos viven en una identidad nacional distinta bajo sus propias leyes. Tras unos 80 años del Holocausto, el número de judíos no se ha recuperado, en cambio la demografía palestina se incrementa día a día. Petro lo sabe, pero su apego ideológico lo lleva a promover prejuicios judeofobos.
El manipular los hechos históricos, forzar un revisionismo con equiparaciones engañosas, banalizar actos violentos identificándolos con el Holocausto, que, hasta los momentos ha sido el mal en su máxima manifestación, confunde, difama, expresa odio y hace viable que se repita con cualquier ser humano.
 
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