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| viernes diciembre 27, 2024

NASO-SHAVUOT 5779


Completando la cuenta de los Hijos de Israel hecha en el Desierto del Sinaí, un total de 8.580 Levitas hombres entre 30 y 50 años son contados para ser aquellos que transportarán el Tabernáculo.

Di-s enseña a Moshé las leyes de la Sotá, una esposa sospechada de haber sido infiel a su marido. También es dada la ley del Nazir que promete no beber vino, deja su cabello crecer y tiene prohibido impurificarse ritualmente con la impureza de un muerto. Aharón y sus descendientes, los Cohanim, son instruidos sobre cómo bendecir al pueblo de Israel.

Los líderes de las doce tribus de Israel traen sus ofrendas para la inauguración del altar. A pesar que sus ofrendas son idénticas, cada una es traída en un día diferente y es individualmente descripta por la Torá.

PAZ POR SOBRE TODAS LAS COSAS

Con respecto a la muerte de Moshé está escrito que los Hijos (o sea los hombres) de Israel lo lloraron. Pero con respecto a Aarón está escrito que todo el pueblo (hombres y mujeres) lo lloraron. ¿Por qué esta diferencia? Es simple, mientras que Moshé fue el maestro que enseñó la Torá, la misión de Aarón fue, si se quiere, mucho más importante: Él hacía la paz entre un hombre y su compañero, entre un esposo y su esposa, como está escrito: “Sé de los discípulos de Aarón: ama la paz y procura la paz; ama a tus semejantes y acércalos a la Torá” (Avot 1:12).

Y es en esta Parashá que vemos la importancia de la paz.

Con el fin de que se establezca la paz entre marido y mujer, el Todopoderoso llega a autorizar que Su Santo Nombre sea borrado, algo que en otras circunstancias está completamente prohibido (hasta el punto que los objetos sagrados que tienen escrito el Nombre de Di-s no pueden ser tirados, sino que deben ser sepultados en el cementerio).

Así, de la introducción a este comentario y de lo que está escrito en la Parashá debemos extraer una enseñanza para todos nosotros: Debemos hacer lo posible por buscar la paz con nuestros semejantes, sólo así se cumplirá la segunda parte de lo escrito en Avot: a través de la paz acercamos a otros y nos acercamos nosotros mismos a la Torá.

 

NO HAY FECHA PARA RECIBIR LA TORÁ

Todas las festividades de la Torá tienen una fecha específica: Pesaj el 15 de Nisan, Rosh HaShaná el 1 de Tishrei, Iom Kipur el 10 de Tishrei, Sucot el 15 de Tishrei. Pero Shavuot, el día de la Entrega de la Torá no tiene una fecha específica. Simplemente la Torá ordena que al día siguiente de Pesaj hay que contar siete semanas y al cabo de ellas es Shavuot. Esto nos enseña que, mientras la liberación de Egipto, el Juicio de Rosh HaShaná, el perdón de Iom Kipur y las Nubes de Gloria de Sucot dependen de Di-s, el recibir la Torá depende de nuestro esfuerzo.

 

La historia del montañismo desde Moshé hasta nuestros días…

Por Yanki Tauber

De acuerdo a la Enciclopedia Británica, el deporte de montañismo nació en el año 1760, cuando un joven científico genovés, Horace Benedict de Saussure, ofreció un dinero, como premio a la primer persona que logre alcanzar la cima del Monte Blanco, el pico más alto de Europa.

Sospecho, sin embargo, que esto comenzó mucho antes. Algo me dice que desde que han existido humanos y montañas, los humanos han escalado las montañas. No sólo por un propósito «útil», sino también por deporte, por el desafío que esto encierra, por ninguna razón -como lo expresó un alpinista- porque «están allí». O quizás porque nosotros estamos aquí, bien abajo, y deseamos estar en un lugar más alto.

Consideremos el caso de Moshé. Admitámoslo, el Monte Sinaí no es el Everest. Pero recordemos que Moshé tenía 80 años en ese momento. Recordemos, además lo hacía en nombre de 600.000 personas (600.000 judíos, lo que significa que debía enfrentarse a 600.000 opiniones sobre qué ruta le convenía tomar, qué equipo era el adecuado para usar, etc; de hecho Moshé debió construir un cerco alrededor de la montaña para retenerlos y que no suban por sí mismos).

Pero podemos decir que la escalada de Moshé, no fue por el desafío, sino para un propósito específico: Recibir la Torá. En realidad, Di-s estaba descendiendo de todos modos a la tierra -una infinita cantidad de años luz. Seguramente Él podía bajar unos miles de metros más, en lugar de que un sabio octogenario deba escalar la montaña. También, es cierto, podría haber programado la Torá directamente en nuestros cerebros, junto con todo el material que aparecería después, en lugar de grabarla en dos piedras para que luego la estudiemos y descifremos.

Pero, Di-s quería decirnos: Si, es cierto, ustedes están tan abajo, y Yo estoy tan arriba, que nunca lo lograrán por ustedes mismos. La única manera de que exista algo eterno, infinito o verdadero en vuestras vidas es si Yo bajo a ustedes. Pero si Yo desciendo, todo lo que Les dé no tendrá sentido -al igual que vuestra propia existencia, pues nacerían con ello y no harían ningún esfuerzo por alcanzarlo.

Entonces, dice Di-s, Haré las montañas. Montañas que probarán vuestras habilidades, que consumirán cada ápice de vuestra energía y determinación. Montañas tan altas, que requerirán un esfuerzo sobre-humano de vuestra parte para alcanzar sus picos.

Y cuando los alcancen… Estaré allí esperándolos. (www.es.chabad.org)

 

La Esencia de la Tora fue Entregada a las Mujeres

Cuando iba a ser entregada la Torá, Di-s le dijo a Moshé: “Así hablarás a la casa de Iaakov y dirás a los hijos de Israel”. ¿Quién es la Casa de Iaakov?, nos contesta el Midrash: “se refiere a las mujeres”. El Midrash agrega que con respecto a los hombres está escrito “y dirás”, que denota dureza, en cambio a las mujeres hablarás debía dirigirse de una manera blanda y delicada.

Pero esta no es la única diferencia. El Mejilta señala otro punto: Di-s le ordenó a Moshé entregar a las mujeres los lineamientos generales de las mitzvot (preceptos), y a los hombres los detalles de las mismas.

A primera vista podríamos pensar que con esto se desvaloriza a la mujer: se le habla de una manera delicada, y además se le entrega los preceptos de una forma sucinta, partiendo de la base de que no podrían profundizar ni entender demasiado los pormenores de la Torá. Pero cuando analizamos lo que dice el Mejilta, comprenderemos todo de un modo distinto. “Encabezamiento de los preceptos” no se refiere a la parte “fácil” sino a la base esencial y las reglas fundamentales. Es decir, HaShem le ordenó a Moshé entregar a las mujeres las bases y normas de la Torá de las cuales se desprenden todos los detalles de las leyes judías que luego debían ser transmitidas a los hombres.

Las reglas y bases constituyen la esencia de la Torá. De la misma forma fue el orden en la entrega de los Diez Mandamientos. Los dos primeros “Yo Soy Di-s…” y “No tendrás otros dioses” son el núcleo esencial de la Torá. El primero es la raíz de los 248 preceptos “de hacer” y el segundo de los 365 de “no hacer” (véase Tania I Cáp. 20). Vemos pues que la regla general constituye la esencia de toda la Torá.

Así también las mujeres recibieron la esencia de la Torá. A ellas les fueron entregadas las reglas fundamentales y bases de la misma, mientras que a los hombres se les entregaron los detalles que constituyen un nivel inferior. Resulta entonces que la Torá destaca la virtud de la mujer en lo que respecta a la entrega de la Torá.

La razón de lo antedicho es que en la mujer brilla la luz de la fe y el temor a Di-s de manera más revelada. Hashem creó a la mujer de manera tal que el intelecto no se superponga a su personalidad, impidiendo así que su fe se vea tapada y debilitada. Es por eso también que la mujer está ligada a la esencia de la Torá. Y por eso también la pertenencia al pueblo de Israel depende de la madre y no del padre.

Esta virtud está relacionada también con la Redención del Mashíaj. Así como en la salida de Egipto los judíos fueron liberados de la esclavitud por el mérito de las mujeres judías de esa generación (como lo explican nuestros Sabios), de la misma manera, “como en los días que saliste de Egipto os mostraré maravillas”, también el Mashíaj vendrá en mérito de las mujeres de Israel. Entonces podremos estudiar la Torá del Mashíaj, quien nos revelará a todos la “regla general” de la Torá, la esencia más íntima de la Torá, muy pronto en nuestros días. (www.es.chabad.org)

 

¡¡¡JAG SAMEAJ!!!

 

 

 
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