La sección de Salud en el Cuerpo Médico de Tzahal no tiene que mover tropas ni lidiar con peligros inmediatos para nadie. Pero su trabajo puede, si se le presta atención, salvar vidas. Una de sus misiones es realizar cursos y talleres especiales para soldados y oficiales dispuestos a escuchar cómo hacer para dejar de fumar.
Desde comienzos del año pasado, dan inclusive posibilidad de tratamiento individual .También hay, similarmente a lo que ocurre en las cajas de seguros médicos en la vida civil, actividades en grupos, pero adaptadas a las necesidades de los soldados, en sus propias unidades.
Quien nos cuenta al respecto es la Mayor Ilana Gens que está hace más de 20 años desempeñando distintos cargos en el Cuerpo de Medicina del ejécito, con énfasis en la parte preventiva. Es enfermera de profesión, egresada de un curso que hizo en el marco del propio Tzahal.
“Ponemos énfasis en los soldados que son combatientes, porque fumar afecta la salud y por ende también el estado físico, lo cual puede incidir en las posibilidades durante un operativo”, nos cuenta. “Pero todo lo que ofrecemos es para absolutamente todos los soldados que desean dejar de fumar”.
Este punto debe ser destacado. Los “que desean”. Si bien está prohibido oficialmente fumar en las unidades, en las estructuras públicas dentro del ejército, no se puede obligar a nadie a participar en talleres en los que se explica por qué vale la pena dejar de fumar, además de proporcionar técnicas y recursos para lograrlo.
“Nuestra labor es tratar de concientizar y ayudar a todos los que comprenden que es bueno para ellos dejar de fumar. Pero no podemos imponer a nadie que vaya a nuestros talleres. No funciona así”, explica.
En realidad, tiempo atrás sí se hizo un intento al respecto, en la base de instrucción número 1, donde se lleva a cabo el curso de oficiales. Se determinó que todos los cadetes que fuman, deben ir a ese curso, aunque estaba claro de antemano que la decisión misma de dejar el cigarrillo, dependería absolutamente de cada uno.”Pero no funcionó, porque si participan en un taller también quienes no tienen ninguna intención de dejar de fumar, la influencia es negativa sobre los demás, no sirve”.
El problema, evidentemente, no es explicar qué puede pasarle a uno más adelante si sigue fumando, sino cómo hacer para dejar. “Todos saben cuáles son los riesgos, pero en jóvenes soldados el tema pasa más por costumbres que otra cosa”, dice la oficial.”A los 18 años, a los jóvenes les preocupa más el mal olor y el color en los dientes que el riesgo de morir a los 60 años de cáncer de pulmón”, explica. “Por eso participan más soldados y oficiales que ya terminaron su servicio regular y optaron por quedarse en el ejército profesionalmente, ya que tienen otra edad y por ende otra forma de mirar las cosas”.
Lo interesante es que para los más jóvenes sería mucho más fácil dejar de fumar, ya que hace menos tiempo que están adicto. Pero aquellos que fuman hace 20 y 30 años, o más, puede que tenga más dificultades para lograrlo, pero por otro lado, también tienen más motivación para hacerlo. El hecho es que entre los jóvenes, aproximadamente el 15% de los que intentan dejar el cigarro tienen éxito y siguen sin tocarlo un año después, mientras que entre los ya más mayores, el porcentaje alcanza casi el 50%.
Para la Mayor Ilana Gens, es importante concentrar el esfuerzo en los comandantes. “Ellos deben servir de ejemplo a los demás, por lo cual nosotros tratamos de concientizarlos también a ellos”, señala. De por medio, la lucha es contra modas, conceptos sociales y costumbres. Todos saben que fumar es nocivo. El ejército israelí trata de ayudar a aquellos en sus filas que quieren traducir esa noción en un cambio para mejorar su vida y la de su entorno.
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