25 años
300 meses
9125 días
219 mil horas
13 millones 14 mil minutos
78 millones 840 mil segundos
Números, cifras que engloban lapsos de tiempo
25 años son tantos y tantos meses, tantos y tantos días, tantas y tantas horas, tantos y tantos minutos, tantos y tantos segundos.
Para nosotros ese es el tiempo pasado desde el atentado contra la AMIA. En ese tiempo fuimos creciendo, envejecimos, criamos hijos y nuestros hijos crían nietos.
Pero hay 85 seres humanos atrapados en el no tiempo de la muerte. No han crecido, no envejecieron, no criaron hijos que a su vez no criaron nietos.
Están en el limbo de la muerte sin tiempo y sin justicia.
Sus rostros, sin cambios desde hace 25 años, nos miran desde fotos ya amarillentas, sus ojos siguen taladrando nuestras conciencias.
Oh si, se hacen actos, se lanzan proclamas, y cada 18 de julio se reclama justicia.
Pero la justicia no llega, los culpables siguen libres.
Vendrán otras generaciones que en lugar de recordar el atentado leerán acerca de él en libros o en Internet, las imágenes de sus rostros se irán borrando, hasta desaparecer en el olvido.
Los culpables morirán en sus hogares rodeados de sus familiares (ese privilegio que sus víctimas no han tenido) sin siquiera haber sido juzgados, sin pagar por su crimen.
Mientras tanto las 85 víctimas perdieron eternamente 25 años, 300 meses, 9125 días, 219 mil horas, 13 millones 14 mil minutos, 78 millones 840 mil segundos y van a seguir atrapadas en el tiempo sin tiempos de la muerte sin justicia
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