«Ve» dice Moshé al pueblo de Israel «pongo frente a ti, hoy, bendición y maldición», la bendición que vendrá cuando observen los mandamientos Divinos y la maldición si los abandonan. Estas serán proclamadas en el Monte Guerizim y Eibal, cuando el pueblo cruce hacia la Tierra Santa.
Un Templo deberá ser establecido en «el lugar que Di-s elegirá para hacer morar Su nombre allí», donde la gente traerá sus sacrificios; está prohibido traer ofrendas a Di-s en cualquier otro lugar. Está permitido degollar animales en otros lugares, no como sacrificios, sino para comer su carne. Sin embargo la sangre, que en el Templo es vertida en el Altar, está prohibida.
Un falso profeta, o una persona que seduce a otros a adorar ídolos, debe ser castigado con la pena de muerte; una ciudad idólatra debe ser destruida. Los signos identificadores de animales y peces casher, así como la lista de aves no casher es repetida.
Un diezmo de todo el producto debe ser comido en Jerusalén, o intercambiado por dinero, con el cual se comprará comida allí. En ciertos años, este diezmo es dado a los pobres. Los primogénitos del ganado bovino y ovino deben ser ofrendados en el Templo, y su carne comida por un cohen (sacerdote).
La mitzvá de caridad obliga al judío a ayudar a un prójimo en necesidad con un regalo o un préstamo. En el año Sabático (que ocurre cada siete años), todos los préstamos deben ser perdonados y todos los sirvientes liberados.
La parashá concluye con las leyes de los tres festivales de peregrinaje, Pesaj, Shavuot y Sucot, cuando todos deben ir a «ver y ser vistos» ante Di-s, en el Santo Templo.
LA TZEDAKÁ NO SÓLO ES DAR DINERO
Cuando oímos la palabra tzedaká, inmediatamente pensamos en donativos monetarios para los pobres. Pero tzedaká no es sólo eso. La base de esta mitzvá es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Es tzedaká cuando vemos a alguien desanimado y nos acercamos para apoyarlo.
Es tezedaká cuando alguien necesita ayuda para algún trámite complicado y lo ayudamos.
Es tzedaká acompañar a los novios en la alegría de su casamiento.
Es tzedaká consolar a los que están de duelo.
Es tzedaká la mano extendida a nuestro prójimo en forma desinteresada, simplemente porque es nuestro prójimo, sin que importe cuales son sus ideas, sin que importe si cumple con la Torá o, por ahora, no lo haga. Parece fácil, pero pueden estar seguros que no lo es. Fácil es tomar una moneda y darla, lo difícil es dejar de lado las diferencias con nuestro prójimo, lo difícil es dejar de lado nuestras ocupaciones y emplear lo más valioso e irrecuperable que tenemos, nuestro tiempo, para ayudar a nuestro prójimo. ¡¡¡Y JUSTAMENTE ESA ES LA VERDADERA TZEDAKÁ!!!
EL REY ESTA EN EL CAMPO
Este Shabat comienza el mes de Elul, el último antes de Rosh HaShaná. Durante 11 meses debemos pedir audiencia para presentarnos ante el Rey, presentar nuestros petitorios firmados, sellados por chambelanes y secretarios. Pero, de pronto, hay un mes en que el Rey abandona su palacio y se pasea por el campo. Todo el que quiera acercarse con sus pedidos puede hacerlo sin protocolo, sin pasar por mil trámites burocráticos. El Rey está ahí, esperándonos, llamándonos: “Vengan hijos Míos, vengan, acá estoy, los espero, los busco. No me vean como a un Rey en un palacio lejano, sino como a un Padre que quiere acercarse a Sus hijos” Si, el Rey está en el campo. Todo el año Lo buscamos, lo esperamos. Pero en Elul es Él Quien nos busca, nos espera. ¡¿QUE ESPERAMOS PARA IR A SU ENCUENTRO?!
Solo un toque
Por Hirshel Tzig
Esta reconfortante y conmovedora historia fue contada por Rabí Baruj Rabinovitch de Munkach, padre del actual Rebe de Munkach, acerca de su difunto suegro, Rabí Jaím Elazar Shapira (1871-1937), conocido como el “Minjat Elazar”
Por un período de tiempo, Rabí Baruj y su esposa vivieron en Varsovia. Más tarde, cuando el Minjat Elazar enfermó, les pidió que volvieran a Munkach, en Checoslovaquia, y así lo hicieron.
Rabí Baruj tenía un hijo llamado Tzvi Natan David. Baruj solía recalcar que su suegro quería mucho a este chico – que era su nieto-de forma “muy exagerada”, dado en parte por el hecho de que estuvieron mucho tiempo sin poder tener hijos. Él solía jugar y “mimar” a este chico, y Tzvi solía sentarse en la falda de su abuelo durante las reuniones sabáticas.
Al final del último año de su vida, el Minjat Elazar tomó el Shofar el primer día del mes de Elul y lo probó para ver si estaba en buenas condiciones. Tzvi estaba en una pieza y estaba visiblemente emocionado por el shofar y sus sonidos.
Le preguntó a su zeide (abuelo) que lo hiciera sonar una vez más, y su zeide se vio orgullosamente obligado a hacerlo. Desde ese momento, hasta el fin del mes, esto se convirtió en un ritual; el Rebe hacía sonar el shofar una vez por día para el pequeño Tzvi. El día antes de Rosh HaShaná, Tzvi estaba ahí, aguardando el toque diario, pero se vio desilusionado.
“Hoy es el día antes de Rosh HaShaná”, le explicó su abuelo. “Hoy no tocamos el shofar. Mañana a la mañana, lo haremos sonar en la sinagoga”
El chico no comprendía los motivos. No sabía ninguna razón. Comenzó a patalear y a gritar, “¡Sólo un toque! ¡Sólo un toque!”
Luego de un tiempo, su abuelo se ablandó ante el llanto de su nieto favorito, así que tomó el shofar, y lo hizo sonar una vez.
En Rosh HaShaná, la costumbre de Munkach era que el Rebe hablaba antes de tocar el shofar. Ese año, el Rebe se dirigió hacia el arca, la abrió y dijo: “Amo del Universo, tengo que arrepentirme. Está escrito que el día previo a Rosh HaShaná uno no debe hacer sonar el shofar, pero yo lo hice”
Comenzó a sollozar incontrolablemente y dijo: “Amo del Universo, ¿Sabes por qué transgredí esta costumbre? Porque mi pequeño nieto estaba tirado en el piso pidiéndome y llorando que le hiciera hacer sonar el shofar para él. Mi corazón se derritió, no pude soportar verlo sollozar así, así que lo hice sonar una vez para él, aunque sabía que no debía”.
“Tate (Padre),¿Cómo puedes mirar como millones de Tus hijos están tirados en el piso llorándo a Ti: “Tate, ¡Sólo un toque! ‘Haz sonar el gran Shofar que nos llevará hacia la Redención final!? Aún si no es el tiempo apropiado todavía, aún si no ha llegado el tiempo en el que el Mashíaj debe venir, Tus hijos te gritan: ¡¿Cómo puedes permanecer indiferente?!”
Rabí Baruj lloraba mientras contaba esta historia, y recordaba cómo en aquel momento la multitud entera comenzó a llorar con el Rebe. El sonido del shofar fue retrasado por un largo tiempo. “No podían recuperar la compostura…largos gemidos eran escuchados por todas partes de la sinagoga…”. (www.es.chabad.org)
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