Hay determinados personajes en distintas partes que, pese a lo ilógico del odio antisemita, pretenden disfrazar esa actitud irracional, a través de argumentos falaces y manipulados. En Venezuela, uno de estos personajillos es Luis Fuenmayor Toro, quien en sí mismo es un individuo irrelevante; sin embargo, debemos esclarecer las artimañas que esgrime, especialmente para informar a la gente en general y por tratarse de una figura pública, pues en tiempos democráticos y estables de nuestro país, por increíble que esto sea, fue designado rector de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y ese sólo hecho basta para colocarnos en la posición de rescatar la verdad ante sus frecuentes mensajes judeofobos, los cuales carecen de asidero en la realidad.
Con demasiada asiduidad, casi todos los días, Fuenmayor “opina” en base a mentiras y prejuicios acerca del Estado de Israel y/o del pueblo judío. La semana pasada se hizo patente su simpatía por el chavismo y sus resentimientos hacia los judíos al afirmar en su cuenta de Twitter, mediante varios posteos, que en el gobierno de Chávez no hubo actitudes antisemitas y, por supuesto, que en ello no se debería incluir las críticas contra la “entidad sionista”.
La memoria de Fuenmayor es débil, pues se olvidó que uno de los asesores de la primera campaña electoral presidencial y mentor ideológico de Chávez fue el neonazi argentino Norberto Ceresole, quien vivió en Caracas a costillas del erario nacional, del dinero de todos los venezolanos, durante los primeros meses del gobierno del “comandante”. Hasta que Jorge Olavarría lo descubrió y al nuevo gobierno no le quedó más remedio que “expulsarlo” del país. Cabe destacar que, entre los varios libros antisemitas y negacionistas de Ceresole, hubo uno escrito como guía para su pupilo venezolano: Caudillo, ejército, pueblo: la Venezuela del comandante Chávez, en el que se explayó con una serie de calumnias y estereotipos antisemitas, además de ser un texto absolutamente antidemocrático, dedicado a un presidente electo, en ese tiempo, por la mayoría del voto popular.
La endeble memoria de Fuenmayor lo hizo omitir determinados eventos muy serios: los dos allanamientos al colegio “Hebraica – Moral y Luces”; el primero de ellos, a fines de noviembre de 2004, temprano en la mañana, justo a la hora de entrada de los niños más pequeños, los de preescolar, quienes se vieron amenazados por policías armados. No es casual que esa orden de allanamiento fue firmada por un juez complaciente que hoy usurpa la presidencia del Tribunal Supremo de Justicia, nos referimos a Maikel Moreno, quien sin méritos y con dos juicios por asesinato, llegó a donde llegó, por su obediencia.
El segundo allanamiento a Hebraica se produjo en la madrugada del mismo día de elecciones, en diciembre de 2007; la policía política allanó Hebraica, alegando que estaban buscando “explosivos y armas”. Esas elecciones las perdió el gobierno y es probable que el nuevo allanamiento haya servido para varios motivos, tal vez uno de ellos era el de distraer, ensañándose con una minoría, la judía.
A fines de enero de 2009, fue perpetrada la profanación de la Sinagoga Tiferet Israel, que trataron de hacer pasar por un asalto; pero el asunto fue muy obvio y uno de los indicativos previos que anunciaron que la sinagoga conocida como “Maripérez” por su ubicación, sería blanco del antisemitismo de Estado, fue un artículo de Emilio Silva, donde planteó un conjunto de normas represivas para la comunidad judía, una especie de “Leyes de Nuremberg”, adaptadas al ambiente caribeño.
Tampoco debemos dejar de lado la amistad y cercanía de Chávez con Ahmadinejad, quien no sólo amenazó infinidad de veces con la destrucción del Estado judío, sino que sus discursos estaban plagados de la banalización y negación del Holocausto.
Por otro lado, resulta oportuno señalar que, por más que Fuenmayor intente separar el judaísmo del sionismo, ello es imposible. Desde su nacimiento, el judaísmo estuvo intrínsecamente unido al sionismo, es así como el patriarca Abraham fue el primer judío y también el primer sionista. En el presente, las investigaciones y el incremento de los estudios académicos al respecto han traído una dinámica evolución: la definición de antisemitismo incluye el antisionismo.
Lamentablemente, hubo un período que, por alguna causa, a un siniestro personaje enfermo de odio y de rencor, se le permitió dirigir una prestigiosa universidad, nada menos e irónicamente, “la casa que vence las sombras”.
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