Son demasiados los ciudadanos del mundo que no tienen posibilidad de influir en su propia vida mediante un voto libre y soberano, como para que quienes sí lo pueden ejercer, lo desperdicien. En un país como Israel, que lidia con tantos desafíos claves para su propia existencia, debería estar absolutamente claro que quien gobierna los destinos del Estado, es quien resultó electo en comicios en los que participaron todos los ciudadanos con derecho a voto.
El voto, siempre lo creímos, debería ser obligatorio. Es un privilegio, aprovéchenlo, no se queden en casa, salgan a votar.
Escribo estas líneas cuando faltan ya menos de 48 horas para la apertura de las urnas en todo Israel. La mayoría judía, la minoría árabe, los israelíes nativos y los llegados del exterior y convertidos en ciudadanos, los religiosos y los laicos, todos tienen este martes la posibilidad de incidir en la realidad israelí de los próximos años.
De más está decir que como siempre, también ahora cada partido, cada candidato, presenta su elección como la óptima y necesaria para el país, dibujando la alternativa como un escenario catastrófico.
Compartimos con los lectores el mensaje casi final, publicado este domingo en la portada del periódico Yediot Ahronot, por cada uno de los dos candidatos a Primer Ministro: el jefe de gobierno actual Biniamin Netanyahu, que está desde hace más de 10 años consecutivos en el poder, y el ex jefe del ejército Beni Gantz, que a comienzos de este año creó el partido “Kajol Lavan”, el cual en las elecciones de abril quedó confirmado como el principal partido de oposición.
“¿Por qué yo?”, fue la pregunta planteada por el diario a ambos.
Así escribieron:
Netanyahu: “Cambio histórico”.
“Estamos en la cúspide de un cambio histórico en la historia del pueblo de Israel y el Estado de Israel. Inmediatamente después de las elecciones, tengo la intención de declarar la soberanía israelí en el Valle del Jordán y luego en todos los poblados y otras zonas de Judea y Samaria de importancia nacional y para la seguridad. Les pido vuestra confianza para completar la tarea y fortalecer las fronteras y la seguridad del Estado de Israel para siempre.
Nunca estuvimos más cerca de un gobierno de izquierda con los partidos árabes. Todo aquel que desea asegurarse de que sigamos cuidando a Israel, debe votar MAJAL (A.J: mem, jet, lamed, las letras del Likud en la papeleta). Sólo un Likud grande impedirá un gobierno de izquierda”.
Gantz: “Una oportunidad poco común”
“El martes tendrán una oportunidad poco común de elegir entre dos caminos: un gobierno extremista-con Itamar Ben-Gvir como Ministro de Justicia y Betzalel Smotrich como miembro del gabinete o un gobierno de unidad secular y amplio encabezado por mí.
Tras años de extorsión y rendición ante partidos pequeños que se preocupan por sectores reducidos, formaremos un gobierno que represente a la mayoría y se preocupe por todos los ciudadanos de Israel: el 80% de los ciudadanos de Israel que concuerdan sobre el 80% de los temas. Todo aquel que desee sumarse en base a esos lineamientos fundamentales, está invitado. Les pido votar por Kajol Lavan. Pei alef (A.J: Las letras del partido en la papeleta).
Esta es nuestra oportunidad de devolver el país a sus ciudadanos”.
Estos son los dos mensajes centrales publicados hoy, de parte de los dos candidatos a Primer Ministro.
Netanyahu promete hacer lo que podría haber hecho mil veces en los últimos 10 años en los que ha sido el Primer Ministro, y no hizo no porque ideológicamente no considerara oportuno, sino porque entendió que las complicaciones serían mayores que el beneficio. Durante todos estos años, no declaró la soberanía israelí en Judea y Samaria , no porque no creyera que era parte de la tierra prometida por D´s al pueblo de Israel. No declaró la soberanía en el Valle del Jordán, no porque no supiera que esa zona es clave para la seguridad nacional. No lo hizo, porque durante años consideró que su responsabilidad le obligaba a tomar en cuenta también problemas políticos que pudieran surgir, y choques innecesarios en el terreno. Comprendía que debía maniobrar entre derechos históricos y realpolitik.
Pero ahora, en el “blitz” por garantizar votos, está dispuesto a hacer proclamaciones que quizás ni siquiera pueda implementar.
Personalmente, consideramos que hay que hallar la forma de separarse de los palestinos, no de perpetuar la vida pegados en el terreno. Por nosotros, no por ellos. Para garantizar el carácter judío y democrático del Estado de Israel. Para que Israel no se convierta en un Estado binacional y siga siendo un Estado judío. Las nuevas promesas de Netanyahu, van en sentido contrario.
Asustar al público con “un gobierno de izquierda con los árabes”, es parte de la campaña que ha lanzado Netanyahu, y no por primera vez. Ante todo, izquierda no es un insulto. La “izquierda” fue clave en la construcción de Israel. Claro está que tampoco “derecha” es un insulto, como dan a entender algunos mensajes del otro lado del espectro político israelí. El problema son los extremismos, la descalificación del otro, la discrepancia mediante violencia verbal, ni que hablar de la física cuando la hay.
El tema del apoyo de los partidos árabes-sin el cual a Gantz le sería imposible formar gobierno a menos que sea un gobierno de unidad nacional con el Likud- es problemático. Por un lado, los árabes son tan ciudadanos como los judíos, su voto vale exactamente igual y por ende, su participación es absolutamente legítima. Por otro, algunas de las posturas de sus partidos, son en efecto muy problemáticas y complican una eventual sociedad política, una coalición que los incluya.
Lo más claro es el ejemplo del rechazo de la definición de Israel como Estado judío, apelando a que debe ser “Estado de todos sus ciudadanos”. Estado de todos sus ciudadanos en el sentido de igualdad de derechos, claro que sí. Pero Israel es el Estado judío, el único en el mundo, y tiene derecho no sólo a definirse como tal sino a rechazar todo intento de desdibujar su condición de tal. Es más: el Estado judío es el único en la región en la que los árabes viven en plena libertad.
Hay que encontrar la forma de criticar cuando está justificado pronunciamientos y posturas de la Lista Conjunta (árabe), sin presentar a los ciudadanos árabes todos como enemigos o ilegítimos.
En lo que a Gantz respecta, en las últimas semanas ha habido cierto giro en la campaña, y se pasó a hablar explícitamente del deseo de formar un gobierno de unidad nacional “secular”, entre otras definiciones. El término puede ser un tanto problemático para numerosos israelíes que tienen un profundo sentimiento judío también en el sentido de apego a la tradición, sin ser observantes en el sentido estricto de la palabra.
El tema de los haredim, los partidos ultraortodoxos que se ven desde hace tiempo como socios naturales de Netanyahu-aunque han estado también en gobiernos laboristas y de centro- es uno de los grandes desafíos. Es imperioso lograr que se incorporen como parte integral de la sociedad israelí, también en la fuerza de trabajo y estudiando lo que les permitirá avanzar y desarrollarse en la era moderna, sin que ello signifique en absoluto lo inconcebible, dejar de estudiar Torá. También está en juego el tema de la participación en la carga que supone la defensa del Estado en el marco de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Hay que hallar la forma de encontrar el punto de equilibrio, sin cerrar puertas, sin aislar.
El Estado judío, el único en el mundo, es en su existencia misma, un milagro. Pero es un milagro forjado por los hombres que lograron hacerlo posible. Tiene sin duda numerosas contradicciones internas, algunas seguramente irreconciliables.
Quisiéramos que al ir a las urnas, la ciudadanía israelí sepa hallar la forma de buscar los puntos de conexión.
Israel lo necesita.
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