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| domingo noviembre 17, 2024

¿Podría Gantz hacer que la izquierda volviera a amar a Israel?


Los resultados del segundo intento de Israel de elegir un Gobierno en lo que va de año son como un puzle cuyas piezas no encajan. No se trata de evitar el hecho de que el primer ministro Netanyahu haya sido el gran perdedor, pero es que lo cierto es que tampoco se puede decir exactamente que haya ganado el líder de Azul y Blanco (Kahol Laván), Benny Gantz. Aunque este último partido sea ahora el más importante y supere en dos escaños al Likud, las formaciones que recomendarán a Gantz como primer ministro no alcanzan la mayoría incluso si se cuenta entre ellas a las árabes.

A fin de dar a Israel un Gobierno de unidad y evitar una tercera elección en un solo año –desastre inconcebible que podría arrojar unos resultados aún peores para Netanyahu si le diera por seguir esa senda–, Kahol Laván va a tener que retractarse de su promesa de no sumarse a una coalición en la que esté presente Netanyahu. Por su parte, los diputados de Likud habrían de abandonar su promesa de no abandonar al primer ministro. Otros escenarios, que contemplan la posibilidad de que los partidos haredíes unan fuerzas con sus enemigos laicos o decidan gobernar con formaciones antisionistas, son bastante improbables.

Pero asumamos por un momento la idea de que, por arte de magia política (o por nuevos errores de Netanyahu –de cálculo o motivados por la soberbia– como los que han sumido en el caos el Estado judío estos últimos meses), Gantz consigue hacerse con los 61 votos que le permitirían gobernar.

Sin duda, semejante giro en los acontecimientos sería recibido con aleluyas en la prensa internacional y entre los críticos americanos de Israel, tanto judíos como no judíos. Pocas personalidades de la escena global han sido tan demonizadas como Netanyahu. Prácticamente cualquier sucesor será saludado como un avance por todos aquellos que culpan con gran injusticia al aún primer ministro de la ausencia de paz en Oriente Medio, así como del menguante apoyo a Israel entre los demócratas y los judíos norteamericanos jóvenes.

Aun cuando Gantz no fuera finalmente el próximo primer ministro, vale la pena preguntarse si puede hacer mucho por mejorar la imagen de Israel entre quienes piensan que Netanyahu es el problema.

Cualquier sucesor partirá con una gran ventaja. La prensa internacional y los americanos progresistas han puesto tanto empeño en pintar a Netanyahu como un halcón opuesto a la paz que el próximo primer ministro disfrutará de una suerte de luna de miel en el extranjero. Ahora bien, Gantz acabará soliviantando a los odiadores de Bibi, no les quepa la menor duda.

Gantz podrá aparecer como más moderado, pero en las cuestiones que más motivan a los críticos izquierdistas y progresistas de Israel, no es probable que el exgeneral vaya a diferir gran cosa de Netanyahu.

La razón es meridianamente obvia para todo aquel que haya prestado atención a las dos campañas electorales que se han librado este año. En vez de presentarse como una alternativa a las políticas de Netanyahu, Gantz se ha afanado en mostrarse como aún más duro que el propio primer ministro.

En vez de denunciar el anuncio de Netanyahu de que retendría el Valle del Jordán y jamás renunciaría a los asentamientos judíos –anuncio que enfureció a los progresistas americanos y desató la usual jeremiada sobre el fin del proceso de paz–, la reacción de Gantz fue clamar que Likud le estaba copiando las ideas.

Lo mismo cabe decir respecto de una nueva guerra contra Hamás en Gaza. En vez de unirse a quienes han criticado a Netanyahu por ir demasiado lejos, Gantz lanzó amenazas de destrucción contra la organización terrorista y acusó a su rival de mostrarse blando contra el terror.

La amenaza de una guerra puede de hecho ser mayor con Gantz, pues puede que no sea tan cauto en el uso de la fuerza y, como el predecesor de Netanyahu, Ehud Olmert, que cometió el tremendo error de meterse en un oneroso conflicto con Hezbolá, puede que piense que debe demostrar algo a los enemigos de Israel.

¿Por qué el anti-Netanyahu que tantos anhelan dé nueva vida al proceso de paz iba a tomar ese tipo de decisiones?

La respuesta es que Gantz sabe que desafiar a Netanyahu en materias de seguridad con posiciones de izquierda es una receta para el desastre. La única razón de ser de su partido es el derrocamiento de Netanyahu, no hacerse el simpático con los palestinos.

Lo mismo cabe decir de sus relaciones con el presidente Trump. La conflictiva relación de Netanyahu con el presidente Obama y la magnífica relación del likudnik con Trump es algo que afecta sobremanera a los demócratas. Pero lo que cabe esperar es que Gantz se muestre tan agradecido como Netanyahu con Trump, figura inmensamente popular en Israel.

Por otro lado, si Trump resultara derrotado el año que viene, ningún presidente demócrata encontrará a Gantz más predispuesto que Netanyahu a abandonar la Margen Occidental o a dividir Jerusalén. El éxito político del exjefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel se debe a que comparte la idea consensual en su país de que no hay un socio palestino para la paz. Los demócratas habrán de aceptar que tampoco un Israel comandado por Gantz estará dispuesto a intercambiar tierras por paz.

En cuanto a la animadversión de la judería americana por la falta de pluralismo religioso en Israel, habrá que esperar a la composición de la próxima coalición de gobierno. Si los partidos religiosos quedan fuera de la misma, se retomarán los planes para expandir el área de rezo igualitario en el Muro Occidental, con independencia de que el Gobierno esté encabezado por Netanyahu o por Gantz. Pero si no, el plan seguirá en la nevera.

Igualmente importante es el hecho de que Gantz no será más aceptable que Netanyahu para el creciente número de antisionistas en el ala izquierda del Partido Demócrata. Para los seguidores del BDS, Gantz no es más que otro sionista criminal. Si izquierdistas como las representantes Ilhan Omar y Rashida Tlaib son el futuro del partido, da igual quién sea el primer ministro de Israel.

La brecha entre los israelíes y los norteamericanos en estos asuntos ha trascendido siempre a un líder determinado. Puede que los críticos de Israel piensen que Netanyahu es el principal obstáculo para la paz, pero no tardarán nada en lanzar las mismas acusaciones contra Gantz si éste acaba asumiendo el mando.

© Versión original (en inglés): JNS
© Versión en español: Revista El Medio

 
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