ALTOS DEL GOLÁN (Enviado especial).– A 1.165 metros de altura en estas montañas áridas y legendarias, todo es silencio. Cae la tarde en este caluroso día de septiembre y a lo lejos, unos kilómetros abajo, se ve unos camiones que deambulan por una ruta que va para Damasco. Más allá, en una zona escarpada, caminan unos soldados del Ejército israelí y los Cascos Azules de la ONU. Todo es parsimonia y nada aparenta lo que realmente es: una verdadera guerra silenciosa que Israel libra aquí contra Irán para frenar al grupo terrorista Hezbollah, que se sustenta del lado de Siria y del Líbano con el aporte constante del régimen de Teherán.
Desde la frontera de Altos del Golán, sobre el Monte Hermón, unos soldados de la ONU miran por un largavista de alta potencia la ciudad siria de Quneitra. Los soldados israelíes son más de 1.000 en esta zona y saben perfectamente que en esa ciudad se esconde la célula terrorista más temida, que amenaza con atacarlos tanto desde Siria como desde el Líbano.
“No sabemos nada de Hezbollah”, atinan a decir a Infobae los Cascos Azules de la ONU, y con el mismo tono monocorde uno de esos soldados de origen belga añade: “No podemos decir mucho más que estamos aquí para custodiar la paz”. Actualmente, en la frontera de los Altos del Golán, hay 45 soldados de ONU del lado de Siria y 60 del lado de Israel. Por la resolución 1701 de Naciones Unidas, tienen la obligación de evitar el fuego aunque los terroristas de Hezbollah, financiados por Irán -según denunció Israel en más de una oportunidad-, sigan atacando blancos de todo tipo. Aunque todos saben que la ONU poco y nada hace por frenar el cese del fuego.
Especialistas de Medio Oriente aseguran que Hezbollah se mueve con tranquilidad en Quneitra al igual que en otras ciudades de la frontera con Líbano. Nadie descarta que queden en Siria algunas células del desmembrado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Pero la guerra silenciosa que libran Irán e Israel se enfoca hoy en Hezbollah.
Este grupo terrorista, que en América del Sur opera en la Triple Frontera de Argentina, Paraguay y Brasil, tiene en la vieja ciudad de Quneitra una base de adiestramiento y acción de todo tipo: desde la inteligencia que hacen al Ejército israelí, hasta la preparación de los cohetes Fatah de largo alcance, la capacitación a sus soldados y la preparación de los drones que usan para atacar a largas distancias.
Después de la guerra civil en Siria el régimen de Al Assad logró despejar al ISIS, pero sigue manteniendo la fuerte presencia de Hezbollah, que con el aporte político de Líbano y el financiamiento de Irán amenazan la paz de la región. Le llaman “la mano ajena” del régimen de Rohani, que opera en las sombras. Los especialistas en terrorismo aseveran aquí que Irán prefiere ocultarse detrás de Hezbollah para atacar a Israel para evitar más acusaciones ante la comunidad internacional.
Hace unas semanas lanzaron drones cerca de aquí, en la zona de Israel, que este año llevó adelante el operativo Defensor del Norte. Así descubrió al menos 6 túneles que había hecho Hezbollah para llevar adelante atentados en territorio israelí. Esta es una vieja idea que las fuerzas terroristas libanesas copiaron de Corea del Norte, y hay fuentes oficiales que aseguran que hubo más de 3.000 túneles similares. También se estima que Hezbollah cuenta en esta zona de la frontera norte con Israel de un arsenal de más de 150.000 cohetes que pueden llegar hasta Tel Aviv.
Reuben Azar, asesor en política exterior del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, expresó a Infobae que “resulta importante cercar financiera y políticamente a Hezbollah en todo el mundo”. Destaca así la decisión reciente de Argentina y Paraguay de crear un registro de grupos terroristas para incorporar allí al grupo libanés, y espera que Brasil siga el mismo camino. También destaca este funcionario que “hay aportes del narcotráfico de América Latina que llegan al Líbano para financiar a Hezbollah”.
Mientras tanto, en la frontera de Altos del Golán los soldados israelíes saben que pueden contar con toda la tecnología del mundo para vigilar los centros de Hezbollah en la frontera de Altos del Golán. Pero hay un hecho que puede escapar a cualquier tecnología: el uso de cabras para transportar bombas, terroristas disfrazados de agricultores o el uso de paracaídas o elementos de baja tecnología.
Israel cuenta con tecnología suficiente para derribar drones y cohetes teledirigidos. Se desarrolló la Cúpula de Hierro con el misil interceptor Tamir como sistema de defensa del Estado judío. También trabajan cuatro servicios de inteligencia diferentes para frenar cualquier tipo de operativo terrorista de Hezbollah. Pero nunca se sabe lo que puede deparar el terrorismo islámico.
A los Altos del Golán llegan algunos turistas. No muchos. Es que se trata de una frontera muy caliente, y el peligro acecha por todas partes. Hezbollah ya perdió más de 2.500 soldados, aunque sigue con capacidad de daño.
En Siria y Líbano es donde Hezbollah consigue formar a sus cuadros y organizar la infraestructura logística y armamentista con apoyo de Irán. También aprovecha zonas donde el Gobierno israelí está militarmente debilitado, como pueden ser blancos de comunidades judías en Argentina, Brasil o Panamá. En Buenos Aires ya libraron los atentados a la Embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994.
Aquellos destinos hoy están lejos. En los Altos del Golán prevalece una guerra silenciosa. La parsimonia que brindan estas montañas situadas apenas a 164 kilómetros de Jerusalén puede ser quebrada en cualquier momento.
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