Cuando comenzó la intervención rusa en Siria cuatro años atrás, en Occidente pensaron que Vladimir Putin se hundiría en el barro sirio, y en Israel tenían la esperanza de que Moscú redujera la influencia de Teherán. Sin embargo, ninguna de esas predicciones se cumplió, y Rusia, que se convirtió en el elemento más fuerte en Siria, continuó expandiendo su política a otras regiones del Medio Oriente.
La decisión de ingresar en Siria fue tomada por Moscú en el año 2015, cuando ISIS comenzó a convertirse en una gran amenaza, por lo que Rusia tomó la determinación de actuar para contrarrestar a la organización terrorista islámica. El régimen de Bashar Al Assad corría el riesgo de perder el poder, Estados Unidos no lograba contener a ISIS, y una corriente de islamistas voluntarios de la región del Cáucaso y de los países de la ex Unión Soviética llegaban a Siria para combatir.
Además, cuando Putin se lanzó a ayudar a Assad, vio una oportunidad única para establecer su presencia en el Medio Oriente y en el mundo. Algunos analistas rusos señalan que Rusia nunca abandonó la región, pero en la práctica, hasta el año 2011, la influencia de Moscú en la zona era más limitada. En Siria, los capitanes rusos lograron salvar al régimen de Assad, expandieron su presencia sobre el país y posicionaron a Rusia como la única fuerza poderosa con ‘las botas sobre el suelo’.
La actividad de Rusia en la zona supone un desafío frente a la falta de una clara estrategia de Estados Unidos y a la incapacidad de los países europeos de poner un fin a la guerra civil en Siria.
Hoy en día, Rusia afianza sus contactos con todos los jugadores importantes de la región: Assad, Hezbollah e Irán por un lado, pero también con Israel, el Líbano y Arabia Saudita. Todos estos jugadores necesitan de Rusia para continuar jugando al ajedrez en Siria.
Rusia también obtiene importantes ingresos económicos gracias a su posición de poder en la región y vende armas a cualquiera que le pida.
No todos caen rendidos a los brazos del presidente ruso. Los países del Golfo Pérsico y Egipto continúan del lado de Estados Unidos. Pero la falta de una postura clara sobre muchos asuntos regionales, beneficia a Rusia. Moscú tiene planes a largo plazo en la región que pueden ser contrarios a los intereses israelíes.
En los últimos años, Israel ha logrado alcanzar una impresionante coordinación con Rusia para evitar colisiones en el cielo de Siria, pero esta coordinación no es una alianza estratégica. El primer ministro Benjamín Netanyahu espera que Rusia expulse a Irán de Siria. Sin embargo, la alianza ruso-iraní se está fortaleciendo.
Rusia es un país importante con el cual Israel debe continuar colaborando. Pero no debemos olvidar que el único país en el que Israel puede confiar es Estados Unidos, su único aliado estratégico en la región.
Ksenia Svatalova es investigadora del Instituto de Política y Estrategia del Centro Interdisciplinario Herzliya y ex miembro de la Knesset.
Durante el periodo bíblico, cuando Israel se hayaba sitiada por sus enemigos (sírios,y babilónios principalmente) sus profetas siguiendo el mandamiento de Ha Shem, le instaban a no confiar su destino en manos de potencias extrangeras como Egipto, sino unicamente en su D- , ya que de hacerlo, «ésa cáña cascáda que es Egipto sobre la que pretendes apoyárte, te herirá la mano hasta horadárla» …Algo parecido sucede a dia de hoy, salvando todas las distancias que se quieran, la Rusia de Putin solo atiende a sus intereses geoestratégicos, y armamentíscos en la zona, y ninguna confianza deberiá inspirar en Israel un personaje como el citado Putin, maquiavélico hasta límites insospechados, frio y calculador donde los haya, cuya alianza con Assad, a la sazon uno de los mas encendidos enemigos de Israel, amen de genocída de su pueblo, permanece inquebrantáble …
¿Que estariá pues en derecho de esperar Israel, de un sujeto de esta calaña? …dejo aqui la pregunta …