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| sábado noviembre 23, 2024

Oriente Próximo, guerras proxy y carrera armamentista


El Oriente Próximo ha sido un polvorín de problemas desde el establecimiento de la mayoría de los países, principalmente porque la división territorial obedeció al planteamiento de la época colonial de los imperios ganadores de la Primera Guerra Mundial. Algunos de estos territorios quedaron divididos; jurídicamente hablando, por fronteras establecidas por estos detentores del poder y por otro lado dirigidos mayoritariamente por gobiernos altamente corruptos, opresores, manteniendo el control por medio del poder militar en muchos casos.

 

En la actualidad continúa la carrera bélica en la zona; por ejemplo, el presidente de Turquía; Recep Tayyip Erdogan ha realizado dos movimientos, uno discursivo y otro en el campo militar que dan una nueva dinámica a las situaciones de la zona.

Primero anunciaron las intenciones de probar el desarrollo nuclear para su país, si bien esto podría parecer un simple discurso; considerando la dura situación económica que vive la República turca, pero si eventualmente lograran el patrocinio adecuado para impulsarlo, disparará sin ningún temor a equivocación el interés de otros países de reestablecer el equilibrio regional a través de sus propias carreras armamentistas.

 

No habría excusa para impedir que otros países de la zona intenten exactamente lo mismo, tal como se anunciaba a través de la prensa que el principal competidor de Turquía en la influencia sobre el mundo sunita; Arabia Saudita ya ha manifestado sus intenciones de impulsar la energía nuclear, y como ya se sabe la República Islámica de Irán ha sido fuertemente criticada por el desarrollo nuclear para fines bélicos; sumado a su discurso anti israelí que la ha sumergido en un sinfín de sanciones económicas. Mientras por otro lado, el propio Estado de Israel se tiene sospechas de poseer este tipo de armamento sin que se haya confirmado plenamente ni negado, ya que los israelíes ni siquiera han firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), al igual que India, Pakistán, Sudán del Sur y el retiro de Corea del Norte.

 

¿Pero será que el peligro inminente es en sí el desarrollo de armamento nuclear para desatar una guerra en la región? La realidad es que es poco probable que esto ocurra de la forma pensada, ya que en la teoría de juego del poder el uso de armamento nuclear es una guerra de suma no cero que genera más daños en un rango superior al del ataque, por lo que la persuasión con armas nucleares en verdad está no en su uso balístico entre países, sino en el desarrollo de material de bajo calibre que pueda ser utilizado por grupos proxy que eventualmente ataquen enemigos en medio de las luchas de cuarta generación y de las guerras híbridas.

 

Por otro lado, lo que realmente podría ocurrir es un interés de los países de continuar ampliando su armamento y desarrollo militar convencional. ¿Los grandes ganadores del continuo desorden asimétrico que mantiene los conflictos activos en Oriente Próximo? Por supuesto que los exportadores de armas; principalmente la Federación Rusa y el gobierno de los Estados Unidos de América.

El primero técnicamente se deshace de material que va teniendo menos uso para las guerras que se libran actualmente y eso les permite desarrollar nuevo equipamiento de alta tecnología. Sin embargo, en la era actual el desarrollo militar por sí mismo no asegura ventajas en el campo de batalla; tal es el caso de Arabia Saudita uno de los países que más invierten en sus fuerzas militares, pero la lentitud en tomar decisiones por temas burocráticos lo hacen ser un ejército poco efectivo.

Los Estados Unidos por su parte mantiene el negocio de armar aliados en medio de zonas estratégicas, aunque han cambiado su enfoque geopolítico desde el gobierno de Obama de movilizar sus tropas fuera de Medio Oriente y reubicarlas en las regiones del Sudeste Asiático desde donde tener un mayor control de la expansión e influencia de la República Popular China. Aún así, continúan brindando cooperación militar en Oriente Próximo con países como Arabia Saudita, Israel, Egipto, entre otros.

Las alianzas de las potencias que invierten en armamento para estos países de la región les aseguran cierto control, posicionamiento, acceso a recursos estratégicos para la industria y ventaja sobre sus adversarios inmediatos. Algunas alianzas son por afinidad social o política, las cuales, además serán versátiles y sujetas a eventuales cambios dependiendo de los intereses políticos y de la coyuntura, lo que sirve para poder regresar a la noción de la idea de la volatilidad regional y las acciones turcas.

El segundo acto realizado por el gobierno islamista de Erdogan fue hacer efectiva la operación “Fuente de paz” (Barış kaynağı) advertidas semanas atrás, donde han emprendido una operación militar contra los kurdos en las regiones del Norte de Siria donde según el propio gobierno turco tiene como intención contrarrestar el “terrorismo kurdo”, además de querer crear un corredor hacia el cual puedan movilizar a los refugiados sirios (árabes) que están en su territorio (cerca de tres millones).

 

 

El costo son centenares de kurdos asesinados y miles de desplazados hacia otras regiones del país, operación que ha sido fuertemente criticada por distintos gobiernos alrededor del mundo, pero que no pasa de ser solo discursos diplomáticos, ya que una vez más, la segunda fuerza militar más importante de la OTAN estará actuando a sus anchas violentando la soberanía en este caso sirio (ya lo ha hecho anteriormente en Irak), para nuevamente aplicar medidas sumamente destructivas contra uno de los pueblos más antiguos de la zona al cual se le ha negado su derecho de autodeterminación.

 

Lo peor de las acciones turcas contra los kurdos sirios es que esto podría darles un nuevo aire a las células de DAESH que quedaron dispersas después de haber sido vencidas por los propios kurdos de Siria, y se convertirán en aliados funcionales de las fuerzas turcas, junto con agrupaciones opositoras al presidente Erdogan, desplazando los proyectos planteados por potencias como Rusia o China de querer una Siria integra en todas sus fronteras.

En este caso el uso de redes proxy a través de la oposición anti-Assad y en su defecto agrupaciones islamistas radicales sunitas tendrán como labor mantener no solo las zonas kurdas sirias bajo control, sino también lo que pueda salir de Irán e Irak de estas poblaciones, más los movimientos de otras potencias regionales que han aprovechado la coyuntura siria para llevar agua a sus propios molinos. Las acciones de Erdogan obedecen a una visión cuasi “sultanesca” de la geopolítica turca en las regiones asiáticas donde también poseen importante cuota de poder.

Las acciones militares tienen una finalidad según la propia agenda política del gobierno turco con la intención de debilitar los deseos de autodeterminación kurdas en distintas zonas de Oriente Próximo y a la vez contrarrestar a sus competidores regionales (Arabia Saudita, Irán, Israel, Egipto) desde diferentes flancos de posicionamiento geográfico – militar.

Otro elemento es que los turcos han chantajeado a los gobiernos occidentales que de criticar sus acciones militares contra los kurdos permitirían el libre tránsito de los refugiados sirios hacia su territorio, en otras palabras, que esos tres millones que piensan establecer como una zona pivote cercana a Siria sean enviadas a “inundar” el territorio europeo y eventualmente otras regiones de Occidente.

Sin duda que Oriente próximo se moviliza entre los intereses de las grandes potencias de mantener hegemonía controlada sobre territorios y recursos, así como los intereses de cada actor importante de la zona que tiene como intención ampliar su influencia no solo en el terreno como si de teorías deterministas se tratara sino también para conservar el ciclo de violencia activo que permita conservar activas las economías en medio de conflictos altamente desgastantes y económicamente rentables para algunos.

 
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