El poder de disuasión de una superpotencia descansa sobre los tres pilares de cualquier fuerza armada: el mar -como submarinos y buques de guerra-, el aire -capacidades aéreas como drones y cazas-, y tierra -armas de infantería como misiles de largo alcance.
Esto no es más ni nada menos que una póliza de seguro que apunta a la destrucción del enemigo antes que la propia.
Según publicaciones extranjeras, Israel no corre riesgos con su póliza de seguro. Cuando el ex jefe de Estado Mayor Gadi Eisenkot afirmó recientemente que “Israel es un país invencible”, es justo asumir que se refería a estos pilares.
Uno podría incluso deducirlo a partir de declaraciones hechas por el Ministerio de Finanzas, cuyos oficiales suelen llorar por el inflado presupuesto dado al Ministerio de Defensa, porque saben que el dinero no va a soldados u oficiales, sino a la póliza de seguro de Israel.
El 6 de diciembre, el Ministerio de Defensa anunció “el lanzamiento experimental de un sistema de propulsión por cohete”. Estos experimentos forman parte de pruebas de rutina para probar o mantener numerosos desarrollos, pero su factor disuasorio es incuestionable.
Los iraníes no necesitan el anuncio del Ministerio de Defensa. Pueden rastrear estos experimentos y lanzamientos desde Israel por su propia cuenta, o pedirle a otros que lo hagan, como los rusos.
No le tomó mucho tiempo al ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, utilizar el experimento de Israel para alimentar la maquinaria propagandística de su país. Zarif rápidamente afirmó que Israel estaba amenazando a Irán con ojivas nucleares y criticó la exigencia de la Unión Europea de que Teherán se deshiciera de armas de largo alcance.
El que Zarif esté en lo cierto o no respecto a las capacidades balísticas de Israel no es importante, ya que su declaración no es más que una movida política en el gran juego de disuasión entre ambos países.
En los últimos meses, el juego ha escalado debido a las crecientes preocupaciones en Israel de que Irán lance misiles contra objetivos israelíes para desalentar ataques contra su propia infraestructura en Irak y Siria.
Es justo asumir que el próximo lanzamiento experimental de un cohete israelí servirá para recordar a Zarif que Israel tiene la capacidad e incluso tal vez la intención de responder a cualquier ataque con represalias en tierra iraní.
El mundo entero asume que Israel tiene la capacidad de manufacturar misiles intercontinentales desde que lanzó en 1998 usando combustible sólido su primer satélite de reconocimiento, el Ofek-1.
Con los años, han habido diferentes reportes sobre un misil específico que puede recorrer entre 4.000 y 7.000 kilómetros, todos los cuales emplean un nombre bíblico: el Proyecto Jericó.
La designación fue atribuida a un supuesto modelo de misil que Israel creó en los 60 con ayuda de la compañía Dassault Aviation, que en ese entonces diseñaba armamento para el país.
Según informes más recientes, Israel de hecho es uno de los pocos países capaces de manufacturar misiles intercontinentales, usando una compañía de seguridad del gobierno conocida como Tomer.
Los equivalentes iraníes del supuesto Proyecto Jericó, y actualmente la mayor amenaza hacia Israel, son los misiles balísticos conocidos como Shahab-3C y 3D.
Por lo poco que se puede saber, estos modelos del misil Shahab tienen mejores capacidades de navegación, alcance más largo y mayor precisión. Así que, sí, Israel puede haber mostrado los músculos durante la última prueba experimental. ¿Pero por qué no lo haría? Después de todo, somos una superpotencia.
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