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Iaakov vive los últimos 17 años de su vida en Egipto. Antes de fallecer, pide a Iosef que jure que lo enterrará en la Tierra Santa. Luego bendice a los dos hijos de Iosef, Menashé y Efraín, elevándolos al nivel de sus propios hijos, como progenitores de tribus en la nación de Israel.
El patriarca desea revelar el final de los días a sus hijos, pero Di-s se lo impide. Iaakov bendice a sus hijos, asignando a cada uno su rol como tribu: Iehudá producirá líderes, legisladores y reyes; los sacerdotes provendrán de Levi, sabios de Isajar, navegantes de Zvulún, maestros de escuela de Shimón, soldados de Gad, jueces de Dan y cosechadores de olivas de Asher. Reuben es advertido por haber «confundido el matrimonio de su padre»; Shimón y Levi por la masacre de Shjem y el plan contra Iosef. Naftalí es dotado con la velocidad de un ciervo, Biniamín con la ferocidad del lobo y Iosef es bendecido con belleza y fertilidad.
Una gran procesión funeraria consistente en los descendientes de Iaakov, ministros del Faraón, los ciudadanos más ilustres de Egipto y la caballería Egipcia acompañan a Iaakov en su último viaje a la Tierra Santa, donde es enterrado en la Cueva de Majpelá en Jevrón.
Iosef también fallece en Egipto, a los 110 años. Y ordena que sus huesos sean llevados de Egipto a la Tierra Santa, pero esto ocurriría sólo con el éxodo de los Israelitas de Egipto, muchos años después. Antes de morir, Iosef deja a los Hijos de Israel el testamento del cual tomarán esperanza y fe en los difíciles años venideros: «Di-s seguramente los recordará, y te elevará fuera de esta tierra, a la tierra que prometió a Abraham, Itzjak y Iaakov».
No Estamos Solos
José murió y fue puesto en un ataúd en Egipto. Génesis 50:26
A lo largo de sus vidas, nuestros patriarcas y matriarcas se aferraron a Di-s y Su plan para la creación. Ellos por lo tanto no estaban afectados por el ocultamiento de la Divinidad de nuestro mundo. A pesar de que nuestra conciencia Divina es mucho menor, hemos sin embargo heredado algo de su capacidad para elevarnos por encima de las limitaciones de este mundo. Esto es lo que nos permitió cumplir con la misión Divina descrita en el siguiente libro de la Torá, Éxodo. En el libro de Éxodo, veremos al pueblo judío recibir la Torá y comenzar a construir un hogar para Di-s en este mundo.
Para proveernos de esta inspiración, nuestros ancestros, también, tuvieron que vivir en un estado similar al exilio. Esto sucedió cuando Jacob y su familia descendieron a Egipto. A pesar de que nunca fueron esclavizados, ellos estaban en “exilio”, apartados de la Tierra Santa. Al mantener un dominio espiritual sobre Egipto, Jacob y sus hijos nos dieron la fuerza para sobreponernos a la oscuridad espiritual de nuestro propio exilio. Luego del relato de Jacob en Egipto, la Torá nos da la inspiración que nos sostendrá hasta el fin de nuestro exilio: “José fue puesto en un ataúd en Egipto.” No estamos solos; José está con nosotros en el exilio, recordándonos que nosotros también nos podemos elevar por encima del exilio y transformarlo en Redención
La bendición de los hijos
Por Elisha Greenbaum
Incluso el mejor de los niños en el mejor de los tiempos a veces necesita un poco de disciplina. Un reciente viaje por la carretera, en donde los tiempos de la comida se habían retrasado, transformó el humor de mi hijo de cuatro años. Olvidando el llanto el cual podíamos controlar, cuando insistió en correr demasiado cerca del borde del muelle, no tuve más remedio que levantarlo y llevarlo de nuevo al coche.
Digamos que no lo había tomado tan amablemente el repentino cambio de planes.
Parcialmente ensordecidos por sus gritos y luchando en agarrarle sus brazos y piernas, todo lo que pude ver en mi caminata por el muelle fueron las miradas de un pequeño grupo de pescadores que se encontraban en mi camino hacia la disciplina.
Se veían tan cómodos y sin preocupaciones. Bronceados por el sol, con la botella de cerveza fría al lado de sus cañas de pescar. No pude dejar de reflexionar sobre la discrepancia entre mi experiencia de vacaciones y la de ellos.
Mientras luchaba para pasar por allí, todos se dieron vuelta a la misma vez para verme.
Teniendo la paciencia casi agotada, y sintiéndome un poco avergonzado por su atención, pregunté: ¿alguno tiene hijos?, y todos respondieron felices “no”.
“¿Quieren uno?”, pregunté luego, señalando al paquete que llevaba en mis brazos.
Obviamente estaba bromeando, ya que no cambiaría a mis hijos por nada. Sin embargo, no podía dejar de pensar en la respuesta unánime de rechazo que recibí de los pescaderos. Claramente no tenían idea de lo que se estaban perdiendo.
Algunas personas simplemente no aprecian la bendición que traen los hijos. Muchos esperan a que las cosas se pongan serias para poder empezar a armar una familia.
Pero, ¿quién dijo que cuando estés listo para la bendición de Di-s, Él los mandará tan libremente? He tenido varias conversaciones con personas que comparten su desilusión por no haber comenzado una familia antes. Ahora se arrepienten, pero ya es tarde.
Cualquier otro placer se hace insignificante cuando se compara con el privilegio de tener hijos.
Cuando nuestro ancestro Iaakov se dio cuenta que su vida estaba llegando al final, convocó a su hijo Iosef, y a sus nietos a que se acercaran.
Y él bendijo a Iosef y dijo: “El Di-s el cual mis padres, Abraham e Itzjak caminaron, el Di-s que me sostuvo todo el tiempo de mi vida, que sea el ángel que me liberó de todo mal, el que bendiga a estos jóvenes (Génesis 48:16-17)
Parece no tener sentido. Iaakov comenzó prometiendo bendecir a Iosef, pero de la continuación de la bendición parece que ignoró completamente a su hijo y se concentró en sus nietos. Seguro que Iosef tenía una razón para quejarse. ¿En dónde estaba su bendición prometida?
Pero ningún padre preguntaría eso. Cuando Iaakov bendijo a los hijos de Iosef, él también se sintió bendecido.
Los hijos son un regalo de Di-s, y cada uno es otro regalo de nuestro amado Padre en el Cielo. Nadie puede prometer que no se van a portar mal en público, o que la decisión de tener hijos no te va a interrumpir mientras te sientas a pescar. Pueden ser caros, pero valen la pena.
Puede que no sea la forma más sencilla o confortable de vivir, pero tener el privilegio de criar a los hijos de Di-s, es la mayor bendición que uno puede aspirar. (www.es.chabad.org)
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Engendrar hijos para D- y educarlos en la enseñanza de Su Palabra, es de hecho la mayor mitzvah que reconoce el judaismo, ya que a traves de ella, se garantiza la transmision de la Torah, y la permanencia en el tiempo de su observancia …
Elisha Pardo