Ruby Rivlin. Mark Neiman GPO
“El 27 de enero de 1945, se abrieron las puertas del infierno. Auschwitz, la industria de exterminio humano más grande en la historia de la humanidad-fue liberado. El horror revelado ante la mirada de los soldados del Ejército Rojo que ingresaron al campo era inimaginable. El soldado Zinovi Tolkachev, judío, artista, e integrante del Ejército Rojo, documentó lo que vieron sus ojos, y así escribió: “la tierra suspira a través de las voces de las víctimas. No podía separarme de ese maldito pedazo de tierra…y del trágico abismo humano. Todo mi cuerpo se estremeció por un sollozo lento”. Así escribió. En el área del campo yacían cadáveres. Miles de personas enfermas y agonizantes, entre ellos niños. Esqueletos medio desnudos. “Los muertos vivos”. 1.600.000 personas, aproximadamente 1.500.000 de ellos, judíos, fueron asesinadas en Auschwitz. Con un lápiz, sobre una hoja del campo Auschwitz, el soldado raso Tolkachev escribió, y volvió a escribir, así: “Para que lo recuerde”. “Para que no lo olvide”. “Para que lo recuerde, para que no lo olvide”
También nosotros estamos hoy aquí, juntos, reyes, líderes, primeros ministros, en la casa de “Yad Vashem”, en Jerusalén “para que recordemos, para que no olvidemos”. En nombre del pueblo judío, y en mi carácter de presidente del Estado de Israel, les agradezco profundamente, que hayan llegado a Israel. Gracias por vuestra solidaridad con el pueblo judío; gracias por vuestro compromiso con la memoria de la Shoá; gracias por vuestro compromiso con los ciudadanos del mundo que creen en la libertad y en la dignidad de las personas.
A fines de noviembre de 1943, se reunieron por primera vez en Teherán, los tres líderes de las potencias que libraron la guerra contra Alemania y los países del Eje. No fue ese un encuentro entre amigos. Fue un encuentro lleno de sospechas entre líderes que tenían abismales diferencias entre ellos. Pero, esos tres líderes eligieron. Ellos optaron por superar las divergencias entre ellos, en beneficio de un sublime objetivo: la rendición del fascismo, la rendición de la Alemania Nazi. Esa fue una alianza en favor
de la humanidad, una alianza en beneficio del humanismo. Para los millones de miembros de mi pueblo aniquilados en la Shoá, y para los millones de asesinados y las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, la alianza de los aliados llegó muy tarde. A la par de ello, ellos pudieron posicionarse frente al monstruo nazi y decir, hasta aquí.
Finalmente, la libertad, la dignidad humana, y la alianza por la vida vencieron en la Segunda Guerra Mundial. Eso no es una obviedad. ¿Qué hubiera ocurrido en el mundo si los aliados no se hubieran unido? En un mundo en el cual la teoría racista es la teoría dominante, basta con imaginarlo. Nosotros conmemoramos hoy aquí, la capacidad que tuvo entonces la comunidad internacional, para unirse, y actuar en pos de un fin compartido y el deber y el imperativo de la comunidad internacional hoy, para seguir actuando juntos en base a los valores compartidos.
Frente al antisemitismo y el racismo, frente a las fuerzas radicales que propagan el caos y la destrucción, el odio y el miedo, debemos ponernos de pie cual una muralla fortificada en honor al hombre, en honor a la humanidad. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, comenzó lo que se dio en llamar la era de la responsabilidad. A la sombra del trauma y el pánico a raíz de los horrores de la Shoá t de las tragedias de la guerra, los líderes del mundo optaron por actuar con responsabilidad. Desde entonces las democracias nacionales han dado increíbles frutos para la humanidad. Libertad. Educación. Reducción de enfermedades mortales. No podemos considerar a la democracia como algo obvio. Nos vamos alejando del recuerdo de la devastación y la destrucción en la Shoá y de la Segunda Guerra Mundial, pero debemos recordar. También hoy, líderes del mundo, necesitamos responsabilidad.
Mis estimados. El pueblo judío es un pueblo que recuerda. No recordamos a partir de una sensación de superioridad. No recordamos para quedarnos en el recuerdo del horror o en el sentido de justicia propia. Recordamos porque comprendemos que si no recordamos, la historia se repite. No sólo seres humanos ingresaron a los hornos crematorios de Auschwitz. La dignidad humana, la libertad, la solidaridad humana-todos esos valores fueron quemados en los hornos crematorios. La Alemania nazi intentó destruir al pueblo judío a partir de un enfoque de redimir al mundo de los judíos, pero por cierto, la teoría racista nazi se cobró la vida de 66 millones, 66 millones de hombres y mujeres! No nos confundamos, el antisemitismo no se frena en los judíos. El antisemitismo y el racismo son una enfermedad maligna, que destruye y desarma por dentro a sociedades y Estados, y ninguna sociedad ni ninguna democracia son inmunes a ella.
Mis estimados. El Estado de Israel no es una compensación por la Shoá, es nuestro hogar, es nuestra patria. De ella llegamos, y a ella retornamos luego de 2000 años de exilio. Israel es una democracia fuerte y un miembro orgulloso de las naciones del mundo. No es un Estado que espera la salvación, sino un Estado que aspira a la cooperación, que demanda cooperación. Una cooperación plena en la lucha contra el racismo y el antisemitismo antiguo-moderno que estalla hoy de manera preocupante, a partir de enfoques de superioridad, puritanismo nacional y el odio a los extranjeros, que impregna el corazón de la dirigencia y tiene un efecto terrible en la vida humana.
El antisemitismo es una enfermedad crónica. Proviene de la derecha y de la izquierda, va mutando a lo largo de la historia. El antisemitismo no ha cambiado, pero nosotros hemos cambiado. El Estado de Israel no es una víctima. Por siempre nos defenderemos por nuestros medios, y como Estado del pueblo judío siempre será garante de las comunidades judías en la diáspora, velará por su paz y seguridad. El Estado de Israel es una parte integral de la comunidad internacional que avanza en pos del desarrollo humano y científico, para el fortalecimiento de los valores democráticos en todo el mundo, para frenar a las fuerzas radicales que siembran el terrorismo, el dolor y la destrucción, que amenazan a todos los ciudadanos del mundo, que creen en la libertad. Así hemos actuado, y así lo seguiremos haciendo.
Nuevamente, les agradezco a todos ustedes, hombres y mujeres líderes, socios de la verdad, por haber venido a Israel. Les agradecemos por vuestro compromiso para la seguridad de las comunidades judías, principalmente en estos tiempos duros. Agradecemos a todas las naciones que ya han adoptado la definición del IHRA para el antisemitismo, una definición que abarca las diversas formas de antisemitismo en la actualidad, y hacemos un llamamiento a que la misma sea adoptada por todas las naciones del mundo. Esta definición sirve como herramienta significativa en la lucha contra el antisemitismo, tanto en el nivel educativo y público, y en el plano de la aplicación. Juntos seguiremos luchando contra el antisemitismo y el racismo, lucharemos contra la negación de la Shoá, lucharemos contra el olvido de la Shoá, continuaremos educando a nuestras hijas e hijos, para recordar e investigar y así asegurar que la historia no vuelva a repetirse. La era de la responsabilidad, la responsabilidad de todos los que hoy nos encontramos aquí, no ha concluido.
Queridos y queridas, sobrevivientes de la Shoá. Ustedes son nuestro milagro. Con vuestra fortaleza anímica han construido un hogar y plantaron un árbol, y con vuestro heroísmo garantizaron nuestra libertad, en un Estado judío y democrático, democrático y judío. Vuestro amor por el hombre, vuestro amor al pueblo judío, son la brújula a la luz de la cual, siempre nos conduciremos. Sea la memoria de nuestros hermanos y hermanas víctimas de la Shoá, y de los combatientes en la contienda contra los nazis y entre ellos los Justos entre las naciones del mundo, quede grabada en nuestros corazones por siempre y para siempre”
Fuente: División de Medios y Diplomacia Pública – Ministerio de Relaciones Exteriores
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