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| domingo diciembre 22, 2024

Discurso del Primer Ministro Netanyahu en el Foro Mundial del Holocausto


«Honorables dignatarios, Sr. Presidente Reuven Rivlin, mis felicitaciones por la iniciativa de esta importante conferencia

Mis hermanos y hermanas sobrevivientes de la Shoá,

Justos entre las Naciones.

Los Justos de las Naciones que arriesgaron no solo sus propias vidas, sino las de sus familias para salvar a los judíos durante el Holocausto.

Los árboles de esta tierra sagrada de Yad Vashem son un testimonio de su extraordinario valor.

Sus Majestades,

Sus Altezas Reales,

Presidentes,

Sr. Vicepresidente,

Primeros ministros,

y los numerosos distinguidos invitados y dignatarios reunidos aquí

Su presencia en Jerusalén honra la memoria de los seis millones de víctimas del Holocausto. Israel y el pueblo judío se lo agradecen.

Auschwitz y Jerusalén: Un abismo – y el apogeo. Auschwitz – exterminio. Jerusalén – renacimiento. Auschwitz – esclavitud. Jerusalén – libertad. Auschwitz – la muerte. Jerusalén – la vida. Hace setenta y cinco años, nuestro pueblo, el pueblo judío, surgió del campo de exterminio más grande de la historia de la humanidad. Los sobrevivientes no olvidan nada: la impotencia, el sufrimiento sin fin, las llamas y el humo, el duelo y la pérdida. Pero también recuerdan, con profunda gratitud, el día de la liberación, la entrada del Ejército Rojo en Auschwitz, el inmenso sacrificio de los aliados, soldados y pueblos por igual.

Llegué aquí, con el presidente Rivlin y el presidente Putin, de una ceremonia conmovedora, la inauguración del monumento en memoria de las víctimas del sitio de Leningrado. Este es un ejemplo del precio inconcebible de la victoria sobre los nazis. Pero especialmente hoy, hay que decir: para los seis millones de nuestro pueblo, incluidos 1.5 millones de niños, las puertas del infierno se rompieron demasiado tarde. Demasiado tarde. Y, por lo tanto, en la fundación del renacimiento del Estado de Israel hay un imperativo principal: nunca habrá un segundo Holocausto. Como Primer Ministro de Israel, esta es mi obligación suprema.

Señoras y señores,

Israel está eternamente agradecido al inmenso sacrificio que hicieron los aliados, los pueblos y los soldados para derrotar a los nazis y salvar nuestra civilización común. Sin ese  sacrificio, hoy no habría  sobrevivientes.

Sin embargo, también recordamos que hace unos 80 años, cuando el pueblo judío enfrentó la aniquilación, el mundo en gran medida nos dio la espalda, abandonándonos al destino más amargo.

Para muchos, Auschwitz es el símbolo del mal. Es ciertamente eso. Los brazos tatuados de quienes pasaron bajo sus infames puertas, las pilas de zapatos y anteojos incautados de los desposeídos en sus instantes finales, las cámaras de gas y los hornos crematorios que convirtieron a millones de personas en cenizas, todos ellos dan testimonio de las horribles profundidades en las que la humanidad puede hundirse.

Pero para el pueblo judío, Auschwitz es más que el símbolo del mal.

También es el último símbolo de la impotencia judía. Es la culminación de lo que puede suceder cuando nuestro pueblo no tiene voz, ni tierra, ni escudo.

Hoy, tenemos una voz, tenemos una tierra y tenemos un escudo. Hoy, nuestra voz se escucha en la Casa Blanca y en el Kremlin, en los pasillos de las Naciones Unidas y el Congreso Americano, en Londres, París y Berlín, y en innumerables capitales de todo el mundo, muchas de ellas representadas aquí por ustedes.

Hoy, tenemos una tierra, nuestra antigua tierra ancestral a la que hicimos resurgir, en la que reunimos a los exiliados de nuestro pueblo, y en la que construimos un estado avanzado y poderoso.

Y hoy, tenemos un escudo. Y qué escudo es. Una y otra vez, la fuerza de nuestros brazos, el coraje de nuestros soldados y el espíritu de nuestro pueblo han prevalecido contra aquellos que trataron de destruirnos. Nuestra mano se extiende en señal de paz a todos nuestros vecinos, y un número creciente de ellos la están aprovechando para construir con Israel puentes de esperanza y reconciliación.

Señoras y señores,

El pueblo judío ha aprendido las lecciones del Holocausto: siempre tomar en serio las amenazas de quienes buscan nuestra destrucción; enfrentar las amenazas cuando son pequeñas; y sobre todo, aunque apreciamos, apreciamos  profundamente el gran apoyo de nuestros amigos, tener siempre el poder de defendernos por nosotros mismos. Hemos aprendido que Israel siempre debe seguir siendo el dueño de su destino.

El estado Judío ha aprendido las lecciones del Holocausto. ¿Pero, acaso el mundo ha aprendido las lecciones del Holocausto?

Hay algunos signos de esperanza y este extraordinario encuentro es uno de ellos. Hoy en día, los peligros del racismo, las ideologías odiosas y el antisemitismo se entienden mejor. Muchos reconocen una simple verdad: que lo que comienza con el odio a los judíos no termina con los judíos. Hoy están representados aquí gobiernos que entienden que enfrentar al antisemitismo en todas sus formas protege también a sus sociedades.

Israel aprecia profundamente esto. También apreciamos, como muchos entienden, como dijo ayer el Presidente Macron, que el antisionismo es simplemente la última forma de antisemitismo. Todos estos son signos reales de esperanza y comprensión y conocimiento de cómo proteger nuestra civilización y nuestro mundo.

Y sin embargo, me preocupa. Me preocupa que todavía no podamos  ver una postura unificada y decidida contra el régimen más antisemita del planeta, un régimen que busca abiertamente desarrollar armas nucleares y aniquilar al único Estado judío.

Israel felicita al presidente Trump y al vicepresidente Pence por enfrentar a los tiranos de Teherán que subyugan a su propio pueblo y amenazan la paz y la seguridad de todo el mundo. Ponen en peligro la paz y la seguridad de todos en el Oriente Medio y de todos los demás. Hago un llamado a todos los gobiernos para que se sumen al esfuerzo vital de enfrentar a Irán.

En todo caso, deseo asegurar de nuevo a nuestro pueblo y a todos nuestros amigos que Israel hará todo lo que debe hacer para defender nuestro Estado, defender a nuestro pueblo y defender el futuro judío.

Señoras y señores, como Primer Ministro de Israel, prometo que las palabras “Nunca más” no serán simplemente un eslogan vacío, sino un llamamiento  eterno  a la acción. Con este llamado a la acción, continuaremos nuestro maravilloso recorrido del renacimiento de nuestro pueblo que surgió del valle de los huesos secos. De los huesos [atzamot] a la independencia [atzmaut], y de la independencia a la fuerza [otzma], de Auschwitz a Jerusalén, de la oscuridad – a la luz. En las palabras del profeta Isaías, ‘El pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz’.”

 
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