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| lunes diciembre 23, 2024

Diferentes visiones palestinas sobre la anexión de Judea y Samaria

Muchos palestinos, ajenos al rechazo sobre el Acuerdo del Siglo, ven con buenos ojos la anexión de Judea y Samaria a Israel sin comprender cuáles serían las consecuencias.


El martes, antes de que se anunciara el programa de Trump, visité Qalandiya. Para algunos se trata del sitio palestino más descuidado y uno de los campos de refugiados más difíciles de Judea y Samaria. En las paredes de la entrada al campamento sólo se pueden observar dos cosas: fotos de mártires e inscripciones sobre el derecho al retorno. No hay rastros de protestas contra el gobierno de Estados Unidos o el programa de paz conocido como el Acuerdo del Siglo. Mahmoud Abu Latifa, de 33 años y tres hijos, estuvo seis años en una cárcel israelí por utilización de armas e intento de asesinato. «Con o sin plan, me gustaría que Israel anexara toda esta área», asegura. «No quiero a la Autoridad Palestina aquí», afirma, y jura que ésta es la opinión mayoritaria dentro del campo, aunque el deseo no derive del afecto por el padrinazgo sionista. «Queremos un país desde el río hasta el mar, con los mismos derechos que cualquier residente», reclama y pide no difundir los motivos de su descontento con el liderazgo de Ramallah.

Ramallah

Muchos palestinos ignoran el Acuerdo del Siglo y desean una anexión a Israel
(Ynet)
Las conversaciones que mantuve con los residentes de la vecina aldea de Al Ram también llevaron a una conclusión inevitable: el programa de Trump les interesa tanto como los precios de los medicamentos en Guinea Ecuatorial. Pero la anexión que Abu Latifa y sus amigos desean no es la que tiene prevista Israel. Ellos creen que será Disneylandia, que podrán vivir en la costa de Netanya y votar para la Knesset. Imaginan el derrumbe de fronteras, que cualquier palestino pueda transitar libremente. Se visualizan en el free shop del aeropuerto Ben Gurión y en la playa de Eilat. Sueñan con los mismos derechos que los árabes israelíes. En Israel hay quienes observan esto como una buena noticia, que permitirá implementar la anexión en silencio, pero la etapa peligrosa comenzará en el momento en que el palestino común se dé cuenta  que la anexión a Israel venía con muchas salvedades.

Mahmoud Abbas hablando en la Asamblea General de la ONU en Nueva York en septiembre

Abbas, más preocupado por las versiones de anexión que por la propuesta de Trump
(AFP)
Al liderazgo de Ramallah no le asusta el Acuerdo del Siglo, que probablemente se una a la lista de planes de paz que hoy son solamente un párrafo en los libros de historia. Y más cuando, a diferencia de otros planes, esta vez no hay dos interlocutores discutiéndolos. La realidad es que no hay una sociedad. Lo que preocupa en la Autoridad Palestina es la posibilidad de una rápida anexión de Israel avalada por Trump y sus enviados, a la que consideran un paso excesivo. Del mismo modo se pronunciaron cuando Estados Unidos reconoció a Jerusalem como capital de Israel, pero funcionarios palestinos consideran que esta vez es diferente: «Si Israel anexiona el territorio, podemos perder nuestra legitimidad entre el público palestino», afirman. En líneas generales, la expectativa para los próximos días es que habrá tranquilidad en Judea y Samaria. Si bien se espera que a las manifestaciones asistan un número de participantes mayor al que estamos acostumbrados en los últimos años, se implementarán mecanismos de control para evitar el uso de armas de fuego contra objetivos israelíes.

Protestas en Cisjordania

Se pronostican manifestaciones relativamente pacíficas en Judea y Samaria
(AFP)
En su discurso del martes, Mahmoud Abbas amenazó de manera implícita sobre un posible cambio en la función de la Autoridad Palestina. Debe decirse a su favor que, mientras tanto, tiene cuidado de hacer movimientos imprudentes, por lo que incluso en Jerusalem deberían darse cuenta y actuar en consecuencia. Y, finalmente, algunas palabras sobre desperdicios. En las últimas dos décadas, los palestinos han tenido al menos dos oportunidades de fundar un Estado con más del 90 % de Judea y Samaria, la Franja de Gaza y Jerusalem Oriental. Con ojos de hoy, estas propuestas parecen fantasiosas y generosas, y difícilmente reciban una oferta similar en un futuro cercano. ¿Aparecerá en los próximos días el valiente palestino que reconozca en voz alta el enorme error que cometió su liderazgo?
 
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