Foto: Javier Wasser
Cerca de 100.000 israelíes llegaron este fin de semana al festival “Darom Adom”-que significa Sur Rojo- en la parte norte del Negev, que cumple este año su 15° aniversario, para disfrutar tanto del hermoso paisaje creado por la temporada de las anemonas como por la gran variedad de actividades organizadas siempre a esta altura del año en distintos puntos de la región. Gracias a las intensas lluvias de los últimos tiempos, las alfombras de anemonas son especialmente altas y tupidas y se estima que se prolongarán por lo menos dos semanas más. Y el hecho que tras dos fines de semana, éste fue soleado y primaveral, invitó a mucha gente a llegar de todo el país.
Es ineludible preguntarse cómo se puede llevar a cabo un evento multitudinario, cuando de fondo hay cierta tensión y siempre está el riesgo de un disparo súbito desde la vecina Franja de Gaza. Es que es precisamente hacia esta zona que se lanzan desde el otro lado de la frontera cohetes, morteros y globos explosivos. También en las últimas semanas, han sido varios los ataques, que detonan las alarmas en las distintas comunidades.
La explicación radica en la determinación de la ciudadanía en general y de la población de esta zona en particular, a aferrarse de lo positivo, de los días tranquilos, de lo mucho que hay para disfrutar. Sin olvidar por cierto los peligros, pero sin permitir que éstos dominen la vida diaria.
Conversamos al respecto con Livnat Ginzburg, que vive con su familia en el kibutz Magen y es la encargada de Turismo en el Consejo Regional Eshkol. Fue ella quien nos envió la hermosa variedad de fotos que compartimos en esta nota, muchas de las cuales las tomó ella misma. Irradiaba entusiasmo por lo vivido este fin de semana.
No evitó en absoluto el tema de la alerta, aseguró que “sabemos cómo ir manejándonos y no vamos a arriesgar a nadie” y que “cuando hay escalada, en tiempos de operativos o días especialmente complicados, se cancela lo que sea, no se juega con eso”. Es más: recordó que el viernes pasado, ya habiendo comenzado el festival, por la noche hubo alarmas y cohetes, lo cual hizo imperioso cancelar varios de los eventos del día siguiente.
De hecho, minutos después de finalizar la entrevista telefónica con Livnat, sonaron las alarmas en Kisufim, confirmándose luego que fueron detonadas por dos cohetes disparados desde Gaza.
Livnat pide destacar lo hermoso de “Darom Adom” y le prometemos no dar prioridad a la preocupación que en principio siempre puede estar de fondo. Y queremos cumplirlo, porque esta singular región de Israel, lo merece.
El viernes, más de 2.000 personas participaron en la “merrútz hakalaniót” («la carrera de las anemonas”) en el bosque Shokeda, en sendas que cruzan campos repletos de las flores rojas.
Decenas de miles recorrieron los diferentes puntos de mayor concentración de las famosas “kalaniot”, visitaron los mercados, ferias y diferentes atracciones de la zona, y disfrutaron los espectáculos musicales y artísticos realizados especialmente para la ocasión. Diferentes localidades de los consejos regionales Eshkol, Shaar HaNegev, Sdot Negev, Hof Ashkelon, Bnei Shimon y Merhavim organizaron actividades para los visitantes de todo el país. En el bosque Gvar-Am se llevó a cabo “Ruedas de rojo”, en Tzeelim hubo un mercado original, en Beeri carreras de bicicleta, otros eventos en Bror Hail y Kisufim, un mercado verde y espectáculos de circo en el parque Besor y mucho más.
“Esto es una combinación de orgullo por lo que tenemos en la zona, un festival que levanta la moral y que irradia resiliencia”, nos dice Livnat Ginzburg este sábado de noche cuando ya estaba de regreso en su casa. “Esto alienta a la gente y a los que vienen a visitarnos, a tal punto que el año pasado, al kibutz Ein HaShlosha se sumaron cuatro familias nuevas que quedaron entusiasmadas cuando conocieron el lugar al venir a Darom Adom”, revela. “Y todo lo que ocurre alrededor de las semanas del festival, es una ganancia pura inclusive desde el punto de vista educativo, al inculcarse el valor del cuidado de la naturaleza, entre otras cosas”.
Mientras Livnat conversa por teléfono con nosotros, oímos de fondo a algunos de sus hijos. Hace 46 años que vive en la zona, donde nació.Y en Magen cría a sus 4 hijos, de 13 años el mayor, luego una niña de 10 y mellizos de 8. Y cuando le preguntamos cómo es criar hijos allí, pasa la pregunta a sus hijos. “Fabuloso” oímos que responde uno de ellos utilizando en realidad una palabra en hebreo que es difícil traducir con exactitud: “magnív”.
“En ello influye por cierto la personalidad de cada uno. En mi familia tenemos claro cómo proceder cuando hay alarma, se respeta las instrucciones y no se transmite nerviosismo ni pánico a los niños”, explica.
En general, la población de la zona está enamorada del lugar, a pesar de los desafíos. En realidad, no sorprende. Desde la dura guerra contra Hamas en el 2014, que por cierto nadie olvida, en lugar de haber un éxodo de gente que quiere abandonar la zona, en muchas de las localidades hay listas de espera para sumarse a la comunidad. Así nos consta al menos en lo relativo a Eshkol, que es justamente la que más sufre de los ataques desde Gaza.
“Es que la vida aquí es muy singular”, explica Livnat. “Hay un fuerte sentimiento de comunidad, una atmósfera muy especial, una educación de altísimo nivel, la zona es hermosa, limpia, sin embotellamientos, tranquila…claro, cuando no nos atacan”.
Aquí suele decirse “10% infierno, 90% paraíso”.
Livnat admite que en su caso particular, el lugar en el que vive, Magen, no ha sufrido casi de la situación. Por alguna razón evidentemente relacionada a las coordenadas geográficas de los disparos, es raro que su comunidad esté bajo cohetes. “Hay lugares que indudablemente sufren mucho más”.
La gente que se comunica estas semanas, desde diferentes partes de Israel, para ir a “Darom Adom”, preguntaba por supuesto si no hay problemas, si no es peligroso, y Livnat aclara que no es que se puede extender una póliza de seguro a nadie, de hecho no es posible hacerlo en ningún lugar de Israel. “Pero salvo en los días de escalada y mucha tensión, en los días más tranquilos, no es que uno camina y le estallan globos o caen cohetes al lado a cada rato”.
Preguntamos si no cree que con esta descripción minimiza lo difícil de vivir bajo la amenaza de los ataques del otro lado de la frontera.Livnat es muy clara: “No, en absoluto. Hay que hallar una solución a esta situación. Ningún país normal aceptaría vivir así. Lo que digo es que la gente sabe también separar y ver también otras cosas, destacar lo positivo”, responde.
Livnat y su familia viven en Eshkol por elección. No se iría, y al mismo tiempo sostiene que hay que hallar una solución.”Se debe llegar a un arreglo que permita que también del otro lado vivan bien, porque así como están, no tienen lo que perder. El pueblo sufre, mientras el liderazgo palestino en Gaza es responsable por su situación. Yo creo que la mayoría quiere, como nosotros, criar a sus hijos en paz. Quiero que ese momento llegue, por bien de las dos partes, porque así, realmente no se puede seguir”.
http://www.semanariohebreojai.com/articulo/2225
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