B’H
Moshé reúne al pueblo de Israel y les reitera el mandato de observar el Shabat. Luego les transmite el mandato Divino de construir el Mishkán (Tabernáculo).
El pueblo dona los materiales requeridos en abundancia, trayendo oro, plata, cobre, lana teñida de colores azul, púrpura y rojo, pelo de cabra, lino, pieles de animales, madera, aceite de oliva, hierbas y piedras preciosas. Moshé se ve forzado a pedirles que dejen de traer.
Un grupo de artesanos de “corazones sabios” construyen el Mishkán y sus utensilios (como es detallado en las secciones de la Torá anteriores de Trumá, Tetzavé y Ki Tisá): tres capas de cobertura en forma de techo; 48 paneles recubiertos de oro para las paredes, 100 bases de plata para el fundamento; el Parojet (cortina) que separa entre los dos cuartos internos del Santuario y la Masaj (pantalla) que va en el frente; el Arca y su cobertura con los Querubím; la Mesa y el Pan de Rostros; la Menorá de siete brazos con su aceite especialmente preparado; el Altar de Oro y el incienso en él quemado; el Aceite de Unción; el Altar Externo para las ofrendas quemadas y todos sus utensilios; las cortinas, postes y bases para el Patio; y el Kior para el lavado ritual, junto a su pedestal, hecho de espejos de cobre.
NADIE ES MÁS IMPORTANTE ANTE DI-S
Dos maestros artesanos fueron designados por Di-s para dirigir las obras de construcción del Mishkan: Betzalel ben Uri, de la tribu de Judá y Ahaliav ben Ahisamaj de la tribu de Dan.
El primero era un “aristócrata”. Su tribu descendía de Lea, esposa de Jacob. El segundo provenía de Dan, tribu descendiente de una de las concubinas de Jacob.
Sin embargo Di-s no vio sus orígenes, sino sus capacidades, sus virtudes.
Así también debemos proceder nosotros: Nuestro prójimo no vale por su procedencia, por su “alcurnia”, sino por sus capacidades y por lo que puede lograr por medio de ellas, y en eso somos todos iguales.
Para dar un ejemplo simple: Un médico puede realizar una complicada operación de corazón, pero, ¿puede llegar a forjar un bisturí? Para pensarlo.
PARASHA HAJODESH
En el Shabat que cae en o antes del 1 de Nisan, una lectura especial (la cuarta de las lecturas especiales entre Rosh Jodesh Adar y Rosh Jodesh Nisan) llamada «HaJodesh» (Éxodo 12:1-20) es agregada a la lectura de la Torá regular de Shabat. HaJodesh relata la histórica comunicación de Di-s a Moisés en Egipto el 1 de Nisan (dos semanas antes del Éxodo) con respecto al calendario judío, el mes de Nisan y la ofrenda de Pascua.
Una base de Amor
Por Shlomo Yaffe
Los materiales para la construcción del santuario portátil que había en el desierto, el mishkan, provinieron de las donaciones voluntarias del pueblo judío. Cada uno aportó de acuerdo con sus posibilidades y con la generosidad de su corazón.
Sin embargo, los adanim, las «bases» sobre las cuales descansaban las paredes verticales del mishkan, sus cimientos, vinieron de otra fuente. Tres de ellas fueron confeccionadas con la plata aportada por los judíos, como parte de la contribución obligatoria que debían realizar, un total de medio shekel por persona. (El shekel era una medida de peso pequeña estándar que se utilizaba para pesar el oro, la plata y el cobre con fines monetarios). Tanto ricos como pobres, motivados o desmotivados, felices o a regañadientes, cada judío tuvo que dar exactamente la misma cantidad.
El mishkan, la construcción que «alberga» la presencia Divina, representa la totalidad del pueblo judío. Toda la nación y, a su vez, cada individuo en particular, es un santuario para la presencia de Di-s.
Todos tenemos diferentes niveles de habilidad, oportunidad y compromiso. Todos tenemos fortalezas y debilidades en cada una de estas áreas. En nuestra vida, construiremos y sostendremos el Santuario del Judaísmo de diferentes formas, todo dependerá de las circunstancias que podemos controlar y de aquellas que no podemos controlar. Sin embargo, los cimientos de este edificio, las bases de plata cuidadosamente alineadas al suelo que soporta la estructura del santuario, están construidas sobre la base de la constancia, que es la misma para todos en cada etapa de su vida.
«Plata» en hebreo, kesef, también, significa «anhelo» y «amor». Lo único que todos los judíos deben tener en todo momento es amor incondicional por el otro.
Sin importar las diferencias que existan entre nosotros, la base para construir un lugar donde more Di-s en nuestro mundo es un recordatorio de la igualdad y del valor irreemplazable y fundamental de cada judío en nuestra misión como pueblo. No debemos ver a ningún judío como un ser marginal ni tampoco podemos catalogar a ningún judío como irremediablemente desconectado de sus raíces. No podemos permitir que cuestiones de comportamiento e ideología opaquen la necesidad de apoyarnos los unos a los otros, cualquiera sea nuestra necesidad.
Es por este motivo que hablamos del amor como un anhelo, kesef. Debemos permitirnos ser atraídos los unos a los otros por la fuerza y el deseo de unidad, que son más poderosos que las fuerzas que tienden a separarnos. (www.es.chabad.org)
He perdido toda sensación de certeza…
Por Aron Moss
La gente comenta que ha perdido toda sensación de certeza. Nadie sabe lo que sucederá. ¿Cómo mantenernos cuerdos cuando no sabemos lo que acecha a la vuelta de la esquina?
Les explico que no es que hayamos perdido nuestro sentido de certeza. Hemos perdido nuestra ilusión de certeza. Nunca la tuvimos. Puede ser muy inquietante o sorprendentemente liberador.
Este pequeño virus de 125 nanómetros ha llevado al mundo entero al caos. Todos nuestros planes están en el aire, los mercados se están volviendo locos, países enteros se están cerrando y no tenemos idea de lo que depara el futuro.
Pero ese es siempre el caso. Nunca sabemos lo que depara el futuro. Solo pensamos que lo hacemos, y seguimos sorprendiéndonos cuando las cosas no salen como esperábamos. Ahora se ha caído la máscara. Tenemos que admitir nuestra vulnerabilidad.
¿Qué pasará después? No lo sabemos. Nuestros expertos no lo saben. Nuestros líderes no lo saben. Solo Di-s lo sabe. Y ese es el punto. Solo Di-s lo sabe.
Cierra los ojos y siente la incertidumbre, haz las paces con ella, déjate llevar. Abraza tu desorientación. Porque en toda la confusión hay una cosa que sabes con certeza. Estás en las manos de Di-s.
Mantengamos la calma. El pánico y el miedo también son contagiosos. Tomemos todas las precauciones recomendadas por las autoridades sanitarias. Lavémonos bien las manos. Y cada vez que lo hagamos, recordemos en qué manos estamos. (www.es.chabad.org
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