Tzipi Diskind-Marom, periodista en el periódico haredi (ultraortodoxo) “HaMishpajá”, conoce a fondo la comunidad en cuyo seno vive y también a la sociedad israelí mayormente secular o al menos no religiosa. Y éste, es un momento apropiado para conversar con ella, cuando de por medio está la crisis del Corona, ante la que la mayoría del público israelí reaccionó de una forma y las comunidades ultraortodoxas , en parte, de otra, y por cierto a otro ritmo.
Por iniciativa del Jerusalem Press Club, se realizó una entrevista por video con nuestra colega haredi, que completamos luego con una larga conversación telefónica con ella por separado.
Y lo primero es explicar los matices internos en la sociedad ultraortodoxa. Si bien claro está que hay más de un común denominador, también hay muchas diferentes internas, sub comunidades divididas también en lo que se refiere a la actitud ante el Estado, el trabajo, el vínculo con la sociedad israelí “de afuera” y mucho más.
Ahora, con el Coronavirus, el ruido lo hacen, como es lógico en general, los extremistas, en este caso más que nada una sub-facción dentro del sector conocido como el “peleg ierushalmi”, que no reconoce la autoridad del Estado y ha estado violando abiertamente las indicaciones del Ministerio de Salud Pública respecto al aislamiento y la necesidad de no aglomerarse.
Las escenas de un funeral con cientos de participantes en Bnei Brak a comienzos de semana, de un casamiento en Beit Shemesh un poco antes con numerosos invitados y más que nada los choques con la Policía y gritos “nazis” cuando los efectivos intentaban dispersar aglomeraciones prohibidas en el barrio Mea Shearim de Jerusalem , dejaron en el israelí promedio la sensación que el público ultraortodoxo se rebeló contra las instrucciones del Minsterio de Salud Pública, poniendo en peligro a toda la sociedad.
Pero las cosas son más complejas. Y Tzipi Diskind-Marom pone varios puntos sobre las íes.
La primera pregunta, ineludible, fue cómo ve la enorme polémica en la sociedad israelí respecto a lo que se percibe como una actitud peligrosa de los ultraortodoxos en la crisis actual, dado que no acatan las restricciones y con ello no sólo se arriesgan ellos mismos sino a la sociedad en general.
Tzipi comienza aclarando lo equivocado de la generalización. Sostiene que la enorme mayoría de la comunidad ultraortodoxa sí acata y respeta las instrucciones , y califica de “rebeldes, irresponsables e ignorantes” a aquellos que siguen sin hacerlo.
“No los defiendo en absoluto, que esté claro. Ponen en peligro a todos. Pero es importante recalcar que los que siguen desafiando las órdenes oficiales, son rebeldes que no responden a la autoridad de un rabino reconocido. Claro que aunque sean una minoría, pueden contagiar a una ciudad entera”, recalca nuestra entrevistada. “Pero sí es importante destacar que al comienzo, todos aquellos que no hacían caso, era porque no tenían suficiente información”.
Por eso, su primera acusación va dirigida al propio Ministro de Salud Pública Yaakov Litzman, él mismo miembro de la comunidad haredi.
“Litzman no hizo nada. Tendría que haberse ocupado clara y directamente de informar al público haredi por las vías relevantes”, sostiene molesta. “Él sabe que el público haredi no está conectado ni por whatsapp ni otras redes sociales o la tele todo el tiempo como el resto de la población. Él mismo tendría que haber ido a hablar con grandes rabinos para explicarles la situación. Pero no lo hizo”.
Al confirmarse que la ciudad de Bnei Brak, de población ultraortodoxa, es el principal foco de contagio de Israel, con un 34% de sus habitantes enfermos, Tzipi sostiene que “Litzman es el primer responsable de ello”. Ahora, el mencionado ministro propone imponer cierre total de Bnei Brak, pegada a la ciudad de Ramat Gan. “Pero la pregunta es por qué no se sentó con un rabino siquiera para explicar las cosas”, comenta Tzipi molesta.
En la comunidad haredi, las cosas se mueven de otra forma. Hay periódicos internos, hay anuncios grandes en pizarras callejeras conocidos como “pashkavilim” y anuncios por parlantes en coches que circulan por las calles de los barrios. “Esta vez también ha habido anuncios por parlantes, inclusive en idish, pero no fueron organizados por el Ministerio de Salud Pública sino por organizaciones como Ijud Hatzala y Zaka, grupos voluntarios”, aclara Tzipi, comentando que algunos de ellos fueron inclusive en idish. “Pero pasan tantos por día, que también puede ser que uno ni preste atención”.
Tzipi Diskin-Yarom sostiene que no sólo que los extremistas son una pequeña minoría sino que “ muchos rabinos ya exhortan abiertamente a sus comunidades a reportar a la Policía si alguien está violando las normas de salud pública”. Y agrega: “No es fácil algo así en nuestra comunidad, pero hay gente que lo está haciendo y sabemos que también en Bnei Brak ha habido muchos llamados a la Policía en este sentido”.
La evolución del proceso dentro de la sociedad ultraortodoxa
Esta periodista que es parte del público haredi sostiene que no hay hoy ningún rabino reconocido que exhorte a sus seguidores a no acatar las instrucciones de salud públicas y que rabinos del propio “peleg ierushalmi”, considerado el sector más extremista, indicaron que la gente debe prestar atención. “Pero hay rebeldes que actúan por su propia cuenta y eso es un serio problema”, sostiene.
“Al principio, cerca de Purim, o sea hace como unas tres semanas, la gente sabía que algo estaba pasando, más que nada por miembros de la comunidad que volvían del exterior y contaban”, recuerda. “Uno que vino de Francia, otro de Austria, y tuvieron que entrar en cuarentena”.Quienes por ignorancia o irresponsabilidad no tomaron en serio las indicaciones, comenzaron a diseminar el virus.
“Cuando la gente empezó a oir, también empezó a buscar la noticia y a mí misma me llamaban a preguntar, porque no tenían suficiente información en otro lado”, recuerda Tzipi. “Después de Purim, ya estaba claro que algo estaba ocurriendo. Pero como no sabían lo suficiente, mucha gente pensaba que con lavarse las manos todo el tiempo, alcanza, y no entendieron que el tema del aislamiento es esencial, más que nada en una sociedad como la haredi, donde por su dinámica interna, las familias numerosas y el estudio en grupos grandes, cada uno puede infectar fácilmente a 500 más”.
Tzipi sostiene que contrariamente a la impresión de la sociedad israelí en general, las instrucciones claras de rabinos ultraortodoxos comenzaron a publicarse inclusive antes de la prohibición absoluta de rezar en sinagogas.
“Rabinos comenzaron a decir inclusive que la convicción judía que un acto puede cambiar el mundo, aquí no es algo abstracto, sino muy concreto”. Explica que comenzaron a circular instrucciones de limitaciones al rezo, antes de que sea oficial, pero aún así la gente se veía 3 veces por día en algún minian (grupo mínimo de 10 hombres judíos para rezar en comunidad).
La primera proclamación pública de gran peso fue la publicación hace algo más de 10 días de una carta de los rabinos de la ciudad de Bnei Brak, considerados muy respetados, explicando que la situación es difícil, que cada vez más gente se contagia , que todos deben entrar en cuarentena, que fue duro tener que cerrar las yeshivot de estudio de la Torá pero que era necesario para preservar la salud. A ellos se sumaron varios rabinos más.
Esa carta incluyó una historia singular. Los rabinos recordaron una epidemia de cólera que estalló en Prusia y Polonia en el siglo XIX en la que hubo muchos infectados, también entre las comunidades judías, y cómo el Rabino Akiva Eger, gran líder de aquel entonces, se encargó de lidiar con la enfermedad ordenando el aislamiento social. Entre otras cosas indicó que no podría haber más de 15 personas al mismo tiempo en la sinagoga y pidió ayuda de la policía, que coloque un guardia a la entrada de cada una, pera garantizar que así sea. Lo hizo tan exitosamente que el rey de Prusia de entonces le agradeció públicamente.
“Esta carta de los rabinos de Bnei Brak fue antes de la prohibición a rezar en sinagogas, cuando se podía aún rezar en el espacio público manteniendo distancia”, recalca Tsipi.
Nos muestra una carta que el Rabino Itzjak Zilberstein recibió de la Dra. Ela Saklan de la Facultad de Medicina de la universidad de Tel Aviv, en la que comienza aclarando que el tema que le quiere plantear es “pikuaj nefesh”, un concepto en el judaísmo que destaca la prioridad de proteger la vida. La Dra. Saklan explica en forma clara y directa el problema del Corona, cómo se contagia y la lógica de las instrucciones publicadas para intentar frenar su propagación. Al final de la carta, el Rabino escribió sus propias indicaciones:
1-Mayores de 80 años no vendrán a la sinagoga
2- Mayores de 70, que intenten no venir a la sinagoga
3- Quien está resfriado, aunque sea levemente, o tiene tos, etc, todo aquel que no se siente tan bien, que no venga a la sinagoga.
4-Pedimos que quien pueda organizar un “minian” en la entrada de un edificio o lugares así, que lo haga, para evitar concentraciones de gente.
Copias de esta carta, con las indicaciones del Rabino Zilberstein incorporadas, fueron colgadas en las pizarras de entrada a numerosos edificios.
Esto, antes de la orden explícita de cerrar sinagogas.
Cabe señalar que el Rabino Itzak Zilberstein, rabino del barrio Ramat Elhanan , es cuñado del gran Rabino Yosef Haim Kanievsky, y una figura popular en el público haredi.
Nuestra entrevistada cuenta el caso de estar carta, como ejemplo de que cuando hay información fidedigna y se la hace llegar al público ultraortodoxo por las vías que suele usar, pues llega a la gente.
Pero recordamos a Tzipi que el propio Rabino Kanievsky (91) al que menciona, se negaba explícitamente hasta hace unos días a acatar las órdenes de la salud pública y a indicar a los jóvenes haredim dejar de ir a estudiar en grupos. “El problema principal es que la información no le llegó debidamente a él. Nadie se sentó con él a explicarle y parece que tampoco se intentó lo suficiente llegar a él”, explica . “Pero la otra parte de la historia es su convicción de que el estudio de la Torá protege al pueblo judío, por lo cual él temía indicar explícitamente que se deje de estudiar. Pero no es que desafió la orden sino que pidió que se haga todo lo posible para poder seguir estudiando en las yeshivot de a grupos pequeños, con distancias, convencido de que lo precisamos. Y en ese momento, todavía se permitía de a 10”.
Pero el problema fue avanzando. El Rabino Kanievsky se enteró que una persona que conoce personalmente y a la que aprecia profundamente, considerado un piadoso que ayuda constantemente al prójimo (Hanania Cholak, de la organización Ezer MitZion), estaba enfermo de Corona y comenzó a captar en otra dimensión la envergadura del problema.
El domingo de esta semana, tanto el Rabino Kanievsky como otros destacados rabinos, indicaron actuar con gran cautela, no reunirse en absoluto para orar en minian, tampoco en la calle, recalcando que está prohibido también estudiar en grupos y que hay que hacerlo solos, en casa. “La Shjiná acompañará a todo el que estudia Torá”, dijo, en referencia, de hecho, a lo que se ve como la presencia divina junto al ser humano.
A pesar de todo esto, continúa habiendo focos rebeldes, muy minoritarios, pero evidentemente peligrosos, por la dinámica de contagio en el caso del Corona.
El otro desafío, terminado el problema Corona, será hallar la forma de tender puentes de diálogo entre la mayor parte de la sociedad israelí y el sector ultraortodoxo. No será fácil tras los sucesos de los últimos días. Aclaraciones como las de esta periodista haredi a la que hemos entrevistado, pueden aportar. Habrá todavía mucho por hacer. La comunidad ultraortodoxa también tiene aquí un rol importante a jugar.
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