Giora Eiland (Foto: Ariel Jerozolimski)
El General Giora Eiland, agudo analista que observa con detalle la realidad , emite sus opiniones conociendo profundamente el sistema desde adentro. En el 2004 fue Jefe de Planeamiento en el Estado Mayor de Tzahal y luego, nombrado por el entonces Primer Ministro Ariel Sharon, encabezó el Consejo de Seguridad Nacional. Hoy en día es uno de los destacados investigadores del INSS, el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, con sede en Tel Aviv.
Hace pocos días, fue el conferencista en un webinar organizado por el Jerusalem Press Club. Este es su planteamiento, con ojo crítico, sobre la forma en que Israel está manejando la crisis creada por el Coronavirus.
“Comencemos por analizar las ventajas claras que Israel tiene, que no ha sabido aprovechar”, dijo Eiland.
1-En Israel, la crisis empezó varias semanas después de China. Podríamos haber usado esa alerta temprana para prepararnos al máximo.
2- Israel tiene solamente una puerta de acceso internacional central, por la que entra el 99% de la gente que llega al país. O sea que teóricamente, podríamos haber monitoreado más efectivamente y prevenido acceso a cualquiera que podría haber entrado con la enfermedad. Esto es importante comentarlo, aunque Israel fue el primer país que cerró la entrada a quienes llegaban de países en los que la epidemia ya se había extendido.
3- Israel tiene un sistema desarrollado que permite pasar de rutina a estado de guerra rápidamente. Se hicieron cosas a medias, aunque tenemos buenas herramientas. Si nos comparamos con lo que hicieron Corea del Sur y Taiwan, por ejemplo, pues nuestra actitud no se adaptó con la rapidez debida a la envergadura del desafío.
Giora Eiland recalca que la pandemia no es únicamente un problema médico ni una crisis nacional sino una “guerra total”, explicando que “esto significa que es un tipo de guerra en la que el país tiene que reclutar todos los recursos nacionales disponibles en corto tiempo”. Sostiene que “si se entiende bien el tema conceptual de fondo, se lo puede manejar mucho mejor”.
Y da ejemplos concretos.
“Cuando el país está en una emergencia como la impuesta por una guerra total las divisiones de rutina de responsabilidad entre distintas autoridades y ministerios, deben olvidarse totalmente y las misiones deben ser encomendadas a quienes tienen ventaja funcional en cada tema”, recalca. “El Ministerio de Salud Pública trata a mucha gente y esa es su ventaja relativa. Pero debería estar claro que el desafío de conseguir los equipos necesarios, no puede estar en sus manos, sino en las del Ministerio de Defensa, que es una máquina gigantesca y muy efectiva que en poco tiempo puede empujar a decenas o cientos de compañías que están en contacto con mercados de todo el mundo, y comprar lo que se necesita”.
Escucharlo ahora, sabiendo que desde hace días se hace menor cantidad de exámenes de Corona de lo anunciado debido a que falta uno de los elementos necesarios (el material reactivo), resulta especialmente significativo.
“Si el Ministerio de Salud Pública hubiera dado al Ministerio de Defensa hace tiempo la lista de todo lo que precisa, trátese de kits de exámenes, equipos protectores, lo que sea se podría haber organizado todo hace dos meses y medio. En pocos días se podría haber traído todo lo necesario. Ahora, no sólo que faltan cosas sino que es mucho más difícil conseguir y perdimos la oportunidad de conseguir todo, ya que hay competencia a nivel mundial para poder adquirir los diferentes elementos, que todos precisan, no sólo Israel”, recalca.
Otro ejemplo: “Es muy importante ser capaz de permitir que funcionen simultáneamente todas las instalaciones necesarias para cada objetivo que se debe alcanzar. Y es increíble que aunque tenemos 27 autoridades que pueden hacer los exámenes de Corona, solamente una estaba operativa hasta hace poco. ¿Por qué? Porque el Ministerio de Salud Pública no quería dejar que otros lo hagan, y no por ninguna buena razón. Durante mucho tiempo, los laboratorios trabajaban solamente un turno, aunque podían hacerlo en 3. Esto significa que hasta hace una dos semanas, Israel estaba aprovechando únicamente el 1 ó 2% de su capacidad para hacer exámenes de Corona. Es increíble”.
Eiland no alega en absoluto que todo se esté haciendo mal, pero sí trata de iluminar los puntos en los que las cosas deberían haberse y todavía deben organizarse diferente. Un punto clave es entender la importancia de que esta “guerra” sea manejada por una autoridad central, no por los políticos. O sea, el Primer Ministro determina una política general, pero en el camino a su implementación, es imperioso tomar un sinfín de decisiones que hoy no están concentradas en una autoridad central, lo cual altera el manejo de la situación.
La pregunta ahora es qué se puede hacer para retornar a la normalidad, fuera del encerramiento impuesto por el Corona.
Según Eiland, eso depende de dos curvas.
“La primera es la capacidad de los hospitales de tratar a todos los que se considera están en grave estado y precisan tratamiento específico, lo cual es el principal desafío”, señala. “No importa cuántos enfermos hay ya que la enorme mayoría se hallan en estado leve y no precisan nada, pero la minoría sí, y ahí está la pregunta. A cuántos podremos atender al mismo tiempo”. Aquí habla, evidentemente, de los respiradores. Asegura que hoy hay en Israel 2.000 respiradores “pero hay que conseguir 10.000 y se puede lograr”.
“El otro elemento es la habilidad de ubicar lo más temprano posible a la gente que está enferma. Deberíamos llegar en muy pocas semanas a la capacidad de hacer 30.000 exámenes por día. Pero además de la necesidad general de aumentar la cantidad de exámenes, hay que tener claro quiénes son los ciudadanos que no pueden enfermarse, como los equipos médicos”. Eiland sostiene que los médicos y enfermeros tendrían que pasar el test una vez por semana.
Esto recuerda la discusión que hubo recientemente entre el Hospital Hadassah de Jerusalem y el Ministerio de Salud Pública, porque el Director de Hadassah Profesor Zeev Rotshtein decidió que todo el personal sería examinado y el ministerio alegaba que eso no es necesario. El 23 de marzo Hadassah comenzó a realizar esas pruebas, recalcando Rotshtein que es clave para permitir identificar lo más temprano posible si hay equipo médico contagiado. “Sin el personal médico, no se puede trabajar”, declaró en su momento.
“Las pruebas al personal médico son muy importantes”, sostiene Eiland. “Pero también lo son, por ejemplo, a las cajeras en los supermercados, que están en contacto diariamente con muchísima gente y aunque no sientan síntomas, si contrajeron el virus, pueden contagiar a otros”-
“Debe elaborarse un sistema inteligente para decidir a quién detectar, tomando en cuenta el tipo de trabajo de cada uno y la zona en la que vive. Hay distintas consideraciones a las que no se ha prestado atención”, sostiene Eiland. Si bien considera “que algunas cosas han mejorado”, opina que “el ritmo es lento y hay aún mucho por hacer”.
El problema central, desde arriba
Un problema central de fondo es el encare del liderazgo.
“El liderazgo parece no entender el significado real de la situación. Todos creen que la autoridad que debe dirigir esto es el Ministerio de Salud Pública, pero el 95% de los problemas no son médicos propiamente dichos, sino logísticos. O sea que debe haber un cambio en la cuestión del manejo de esta situación”., sostiene Eiland.”Hay que actuar como un cuartel central de guerra, en el que estén representadas todas las autoridades, los ministerios, la Policía, todos. Y al frente tiene que haber una figura que tenga todo claro, que permita tomar decisiones prácticas que puedan ser implementadas enseguida. No deben ser políticos”.
Comentamos que el Primer Ministro se presenta como la autoridad central en el tema, quien maneja directamente la crisis,junto al Director General del Ministerio de Salud Pública Moshe Bar- Siman Tov, y preguntamos por qué cree que ellos lo concentran todo. “Porque son dos personas con características muy similares, muy centralistas, creen que son los únicos que toman las decisiones correctas y los demás tienen que obedecer. Pero en una guerra no funciona así. Aquí las municipalidades, que tendrían mucho que hacer en esta crisis, no reciben órdenes de nada, nadie las da autoridad, y es un desperdicio, porque podrían contribuir mucho más. Pero alguien no quiere que sean parte del sistema”.
Y volviendo a Netanyahu y Bar Siman Tov, agrega: “Ambos creen que pueden hacer esto solos. Pero no pueden. Tampoco Napoleón podía hacer todo solo”.
Comentamos a Eiland que en los últimos días el Ministerio de Defensa fue recibiendo encargos puntuales sobre algunos temas, pero su respuesta es tajante: “Todo el proceso de transferencia de poderes al Ministerio de Defensa se ha visto caracterizado por tres problemas centrales. En primer término, una grna demora. Además, sólo cuando el Ministerio de Salud Pública se ve obligado a reconocer que hay misiones que, digamos, le quedan grandes, acepta pedir ayuda del ejército. Y por último, la mayor parte de los procesos aún están estancados”.
Y nos da un ejemplo concreto: “El ejército hizo que un organismo de Inteligencia haga un mapeo de todo el país para el Ministerio de Salud Pública, determinando que hay que cerrar de inmediato la ciudad de Elad y determinados barrios de Jerusalem (por el porcentaje de enfermos ya registrados en las zonas en cuestión). El MSP se dirigió a la Policía, la Policía aguarda el permiso del gobierno… y así se desperdician días que son críticos”.
Eiland se pregunta retóricamente por qué, y vuelve al tema cardinal del liderazgo. “Porque el gobierno no es el que debe decidir sino un cuartel de guerra encabezado por un director de alto nivel, no por un político. Si esta fuera la situación, la decisión y la implementación del cierre, ya se habrían concretado hace dos días”.
Preguntamos a Giora Eiland si no ha tratado de trasmitir su visión al Primer Ministro. “Traté, sin mucho éxito. Sí fui invitado al comité parlamentario sobre el Corona, encabezado por el diputado Ofer Shelah. Pero no creo que esto tenga real influencia”.
Inteligencia anti terrorista en tiempos de Corona
Es interesante que justo sobre uno de los puntos que más polémicas ha desatado en los últimos tiempos, el uso de tecnología anti –terrorista del Shabak (el Servicio General de Seguridad) para saber con quién o cerca de quién estuvieron enfermos de Corona a fin de poder alertarlos, Eiland está plenamente de acuerdo.
“Se está usando este recurso en forma muy discreta. No creo que haya de qué preocuparse. Si uno estuvo cerca de un enfermo, recibe el aviso. La persona que lo recibe es la única que lo sabe, se mantiene la privacidad y ninguna información es guardada en el Shabak ni tampoco se publica la identidad de nadie”, recalca. “De todos modos, es un término medio entre el deseo de salvar gente y también la economía nacional, renunciando limitadamente a la privacidad absoluta de algunas personas”. Y agrega: “Si no se quiere recurrir a información de Inteligencia, significa que estarás ciego. Así es en cualquier guerra. Y entonces, no la ganas”.
¿Y después?
Uno de los periodistas participantes en el webinar, plantea a Giora Eiland el tema de la salida de la situación actual y cómo maniobrar entre el cierre impuesto, o el confinamiento de la población a sus casas, y el regreso a la rutina., que también tiene una dimensión económica muy importante.
“Lo que se hizo hasta ahora en este sentido está justificado y debe continuar por unas pocas semanas más, pero considero que enseguida después de Pesaj , alrededor del 16 ó 17 de abril, hay que empezar a salir. Es imperioso hacerlo de modo ordenado”. Y para eso, debemos enfocarnos en dos objetivos. Primero, aumentar dramáticamente la cantidad de los equipos para tratar a gente grave, llegar a 10.000 respiradores, lo cual para Israel es una meta alcanzable. Además, hay que mejorar dramáticamente la información de Inteligencia sobre el estado de la gente y la incidencia de la enfermedad en distintas poblaciones y zonas”.
Entra en detalles. “Considero que la gente de hasta 50 años debe volver a la vida normal. Y aunque haya algunos enfermos, las proporciones serán contenibles. Se debe hacer gradualmente, por edad. Luego, la gente de hasta 65 años. Los únicos que deben quedarse en casa más tiempo son los mayores como yo. Ese es un precio que podemos aceptar”.
Giora Eiland tiene 68 años. Hasta los 120, con salud.
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