Mutacion de la cepa Shutterstock
La desinformación es un pilar en la gobernanza de la mayoría de los regímenes árabes.
Quien trate de seguir los acontecimientos en el mundo árabe puede tener la errónea sensación de que los líderes políticos y los miembros de la realeza no enferman nunca. Las dolencias de los altos cargos son tratadas como un secreto de Estado, posiblemente para no transmitir una imagen de debilidad que dé pie a intentonas golpistas.
Son muchos los líderes árabes que se han sometido a tratamiento médico en el extranjero. El difunto presidente egipcio Hosni Mubarak solía recibirlo en Alemania, mientras que la familia real hachemita de Jordania se decanta por Gran Bretaña. El rey Husein de Jordania recibió tratamiento en Nueva York, y las familias reales de Arabia Saudí y Kuwait se tratan en EEUU. La lista sigue.
Un interesante caso que ilustra la desconfianza de los líderes árabes en los profesionales sanitarios árabes es el de Abdelaziz Buteflika. En septiembre de 2018 recibió tratamiento de urgencia en Ginebra, y el personal hospitalario comprobó estupefacto que su hermano se afanaba en mantener apartados del líder argelino a un médico de origen tunecino y a una enfermera de origen marroquí.
En el mundo árabe, la mayoría de los medios están controlados por el Estado, y sirven al Poder. A menudo hay un funcionario gubernamental que tiene por cometido estar en contacto permanente con los programadores para chequear qué es lo que se va a emitir, siempre desde la suspicacia. En cuanto a los servicios de inteligencia, en buena medida su función es proteger a los distintos regímenes de las amenazas domésticas.
En el mundo árabe, los medios no critican al Gobierno; al contrario, son voceros del régimen. Quien ose hablar contra el régimen se arriesga a ir a prisión o a ser expulsado del país. Los ciudadanos que quieren expresar sus opiniones en la redes sociales deben ser muy cuidadosos, igualmente: se arriesgan a recibir fuertes castigos o incluso a perder la vida.
En estos momentos, los líderes árabes no tienen más remedio que permanecer en sus residencias, aun cuando precisen de atención médica. Los países occidentales han cerrado sus fronteras para contener la expansión del coronavirus, y sus hospitales están saturados. Pero aun en el caso de que algún líder árabe se las apañara para abandonar su país, probablemente los medios –sometidos a censura– informarían falsamente de lo contrario.
Entre los usuarios árabes de las redes sociales circulan rumores de que varios jefes de casas reales han abandonado sus países por miedo a contraer el coronavirus. En el mundo árabe siempre es difícil obtener información veraz sobre este tipo de cosas. La desinformación es un componente fundamental en la cultura política de los regímenes autoritarios árabes, como resulta particularmente evidente estos días, cuando es imposible hacerse una idea fundada del alcance de la epidemia en el mundo árabe, y de las vidas que se está cobrando.
© Versión original (en inglés): BESA Center
© Versión en español: Revista El Medio
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