El ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Europea (UE), el socialista español nacionalizado argentino Josep Borrell, tiene una visión del conflicto en Medio Oriente un tanto particular.
El funcionario europeo suele ser un férreo crítico de Israel. En lo que a la situación en el Medio Oriente se refiere, su cómodo y bastante bien remunerado trabajo consiste más que nada en intentar sancionar al Estado judío. Nada que pueda llegar a sorprendernos de la izquierda occidental, claro está. Sin embargo, algunas de sus iniciativas contra lsrael son frenadas, con buen tino, por algunos países de la UE que se niegan a obedecer los caprichos del señor Borrell y de otros miembros de la Unión.
La semana pasada, la UE volvió a amenazar a Israel con imponerle sanciones económicas si decide anexionarse algunos asentamientos de la región de Judea y Samaria.
La UE emitió un comunicado afirmando, una vez más, que “cualquier anexión implicaría una grave violación del Derecho internacional”. Y, tras el acuerdo entre Benjamín Netanyahu y Benny Gantz, Borrell manifestó que la entidad europea tomaba nota del acuerdo político “para la formación de un nuevo Gobierno en Israel”. “La posición de la UE sobre el estatus de los territorios ocupados por Israel en 1967 no ha sufrido ninguna modificación”, añadió. “De acuerdo con el Derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad, no reconocemos la soberanía de Israel en la Cisjordania ocupada”.
¡Vaya! ¡Toda una poesía! Si tan apegado está a la ley, me pregunto por qué reconoce al Gobierno de la Autoridad Palestina, que es absolutamente ilegítimo y financia el terrorismo con el dinero que le entrega el mundo, incluido Israel. Después de todo, hay que ser tolerantes, pensará Borrell.
Sin embargo, el funcionario europeo se ocupó de aclarar que “la UE está dispuesta a trabajar en conjunto con el nuevo Gobierno israelí en la lucha contra el coronavirus. La cooperación continúa y se fortalecerá en todos los aspectos de la pandemia. La salud de nuestros ciudadanos y las medidas a tomar para lidiar con las consecuencias económicas ocasionadas por el virus son una prioridad compartida”. Claro. No vaya a ser que los israelíes inventen una vacunilla o un tratamiento contra el virus y él se quede afuera. Por las dudas, seguramente pensó Borrell, mejor aclarar. Hay que ser intolerantes con “los ocupantes”, pero valga una excepción en estos momentos de crisis sanitaria.
Borrell se muestra “preocupado” por los palestinos y teme que no puedan formar su Estado; Estado que su liderazgo totalitario, corrupto y terrorista, tanto en Gaza (Hamás) como en Judea y Samaria (Autoridad Palestina), realmente no merece; y seguramente tampoco quiere, aunque exprese lo contrario. ¿Por qué? Simple. Un Estado implicaría responsabilidad, mientras que el papel de víctimas eternas les viene como anillo al dedo para continuar con sus políticas de terror, de opresión a los propios palestinos y de corrupción; todo ello avalado por Borrell y compañía. De nuevo, la tolerancia de esta gente parece tener un parche en un ojo.
De hecho, el plan de paz de Estados Unidos para el Medio Oriente, ya aceptado por el Gobierno israelí, incluye la creación de un Estado palestino que incorpore sectores de Jerusalén Oriental como capital, localidades árabe-israelíes cercanas a Judea y Samaria y algunos territorios del Neguev. A cambio, Israel podría anexionarse la mayoría de sus asentamientos en Judea y Samaria. Los palestinos lo rechazan, claro, como siempre, porque no quieren un país independiente que conviva con Israel, sino arrojar a los judíos al mar. Además, ¿quién lo gobernaría? ¿La organización terrorista que gobierna en Gaza o la organización terrorista algo más disimulada que gobierna en Judea y Samaria? Si se odian entre sí tanto o más de lo que odian a los judíos… No sé, ellos mismos no saben y Borrell tampoco, pero el funcionario europeo no se hace tantas preguntas cuando se trata de los conflictos internos palestinos, ni siquiera cuando los mismos palestinos son robados y oprimidos por su propio liderazgo. Después de todo, hay que ser tolerantes, ¿no?
El denominado Acuerdo del Siglo del presidente Trump tiene otro obstáculo, más allá de la habitual negativa palestina a cualquier propuesta de paz: el rechazo de los árabe-israelíes que residen en los poblados cercanos a Judea y Samaria, porque no quieren formar parte de un Estado palestino. Me pregunto por qué.
En una especie de intento de justificar el terrorismo palestino, Borrell supo decir que los enfrentamientos entre el Ejército israelí y criminales palestinos que intentaban atravesar la frontera desde Gaza para matar inocentes “reflejan la deshumanización de los palestinos por una gran parte de la sociedad de Israel». Defenderse de terroristas no merece la más mínima tolerancia, aparentemente. Bueno, al menos cuando lo hace el Estado judío. Si algún lector escuchó o leyó al señor Borrell condenando a un miembro de las fuerzas de seguridad de algún país europeo por abrir fuego contra un islamista radical (de esos que hoy abundan en Europa) que atacó a civiles, que por favor me lo haga saber. Gracias.
Borrell es, además, uno de los principales impulsores del boicot contra las empresas (israelíes y extranjeras) que operan en Judea y Samaria. Y, de hecho, el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) que preside publicó directivas para que los países europeos puedan marcar los productos israelíes que fueron producidos en los asentamientos. Una espectacular forma de dañar, más que a Israel, a los palestinos que trabajan en ellas.
Como suele decirse, lo mejor para el final. El liderazgo palestino no es el único que recibe toda la tolerancia y comprensión de Borrell: también se la merece el totalitario régimen de los ayatolás iraníes. En el pasado, el honorable funcionario europeo ha sugerido que la UE debería acostumbrarse al hecho de que Irán quiera destruir Israel. «No somos niños, tenemos perspectivas, intereses y estrategias, y seguiremos trabajando con Irán», dijo en aquella oportunidad. «La República Islámica quiere destruir Israel, no es nada nuevo; hay que vivir con eso», añadió.
¡Vaya, vaya! El hecho de que el Gobierno israelí busque anexionarse algunos asentamientos –asunto bastante discutido en Israel, con muchas voces a favor y otras muchas en contra– como parte de un plan de paz que incluye entrega de grandes cantidades de territorio israelí a un Estado palestino, no merece ser tolerado y debe ser repudiado enérgicamente por Europa. Sin embargo, que un régimen totalitario que financia el terrorismo a nivel internacional y que públicamente expresa sus deseos de destruir a un país y a todos sus habitantes merece toda la tolerancia de Europa.
La anexión por parte de Israel de partes de Judea y Samaria a cambio de otros territorios puede ser apoyada o criticada. De hecho, como mencioné anteriormente, es blanco de fuertes críticas en el propio Estado judío. Unos afirman que puede mejorar la situación en la región, y otros que puede empeorarla. No obstante, los que opinan al respecto, a favor y en contra, buscan lo mejor para el país y el Medio Oriente. Sin embargo, la tolerancia selectiva de Borrell y de parte de la UE demuestra, una vez más, qué se esconde tras sus críticas.
En tanto predominen criterios ideologicos o de interes estratégico, los «Borrells» de turno seguiran con su perorátas insufribles ,alejadas por completo de la realidad , las cuales se averan inservibles en la resolucion de conflictos, y en el esclarecimiento de hechos …
el calculado tacticísmo de los tecnócratas europeos, aderezado con la consiguiente dósis de antisemitismo, y amparado por los complejos de siempre, da lugar por parte de éstos, a una inoperancia, cinismo y sectarismo, convertidos ya en patológicos