Un informe en Barómetro Árabe del 23 de junio anterior revela los porcentajes de confianza que los ciudadanos de este importantísimo grupo de Oriente Próximo en sus gobernantes. El informe del Doctor Abdul – Wahab Kayyali señala porcentajes de aceptación al gobierno de turno que va desde el 66% en Egipto como el país con mayor nivel de aceptación; destacando que es un país dirigido por una dictadura militar que dirigió un golpe de Estado en 2013 haciéndose con el poder luego de sacar al primer presidente elegido democráticamente en la historia de ese país, lo cual es paradójico.
El segundo país con mayor nivel de aceptación gubernamental es Yemen (57%). Estado que se encuentra inmerso en una lucha fratricida desde hace algunos años, siendo además un fértil terreno de confrontaciones entre sauditas e iraníes por la influencia de un país estratégico por su acceso al Mar Rojo, hacia el Canal de Suez y en la parte nororiental de África, todo esto por el Golfo de Adén.
Cerrarían el “top 5” de confianza Kuwait (47%), Jordania (38%) y Sudán (38%), lo cual necesitaría de un análisis por cada uno de estos países que no escapan de sus propios temas internos con alcances regionales y hasta globales. Kuwait es uno de los pivotes estadounidenses en el Golfo Pérsico, Jordania que es uno de los mayores captores de refugiados de la región y que en la parte económica es altamente dependiente de la economía de sus vecinos del Golfo, mientras que Sudán se debate en la inestabilidad por el choque con la región Sur que se independizó desde el año 2011 y de ahí que parte de sus conflictos económicos relacionados con la explotación y exportación del gas, más otros temas históricos los mantenga en constantes diferencias.
El análisis del Barómetro Árabe contempla 11 países del mundo árabe, y desde el punto de vista del analista, los números se pueden interpretar de varios modos. La primera sería viéndolo como una correlación inversa entre los niveles de libertad para criticar al gobierno y confiar en el gobierno, es decir, cuanto más libres son los ciudadanos para criticar al gobierno, menor es el porcentaje de confianza que se expresa.
Otro modo de interpretarlo pasaría en ver un aumento en la confianza que existe hacia los gobiernos en comparación con estudios previos. En un informe anterior realizado por esta misma red de investigación mostraría que los porcentajes de confianza gubernamental era mucho menor en El Líbano y Yemen, mientras que países como Jordania, Kuwait, Sudán y Túnez era más alto en relación con la nueva investigación.
Los tres países con los niveles más bajos de aceptación del poder gubernamental según el informe son Líbano, Irak y Libia, lo cual es comprensible dada la situación socioeconómica y de inestabilidad política que viven estos territorios.
En El Líbano la situación económica es deplorable, tanto así que en el análisis realizado por esta organización acerca de los elementos que genera mayores retos para el país según la opinión pública, se ubica cercano al 45% de las opiniones este factor, seguido de la cuestión de la oferta de los servicios públicos 15% y la corrupción financiera y administrativa 13%.
La tasa de desempleo libanesa está cercana al 46% según datos de la presidencia libanesa, por su parte la relación de la deuda y el PIB se proyecta podría llegar hasta el 185% en el 2024 según datos del FMI recopilados por Mises Institute.
En Irak mientras tanto, la corrupción financiera y administrativa ocupa el primer lugar de preocupación entre la población de ese país con 32% de las opiniones, seguido por la situación económica 18% y la injerencia extranjera 10%.
Una alta tasa de desempleo, cercana al 7.9% general, pero más del doble en los porcentajes asociados solo con jóvenes. Poseen además un desplazamiento interno de más de un millón de personas provocado por el auge y desastre ocasionado por DAESH desde su establecimiento hasta su ocaso y el retorno del gobierno central de Bagdad.
También el país estaría requiriendo cerca a los $88 mil millones para poder reconstruir todos los daños estructurales ocasionados por la organización islamista que intentó levantar un Califato en la región.
A lo anterior se suma que en Irak los índices de corrupción son elevados y los ubica en el lugar 162 de 180 regiones analizadas por transparency.org. Sobre este último aspecto señalaría en un artículo la misma organización con respecto a Irak:
“Los grupos sectarios han dominado la política de Irak desde la invasión liderada por Estados Unidos que derrocó a Saddam Hussein en 2003. El poder arraigado entre estos grupos divide a la población y crea espacio para que los partidos políticos dominen cada vez más áreas de la vida. Esto afecta todo, desde oportunidades de empleo hasta la distribución de contratos gubernamentales, y es un caldo de cultivo para la corrupción”.
Sobre el caso libio sin duda la diferencia sectaria, la división de clanes que vive el país sin un rumbo en particular, sumado a que no existe un gobierno central gobernante y la participación de agentes extranjeros apoyando a una facción o a otra que busca hacerse con el poder del país, los coloca en una dura situación de inestabilidad.
Esto lleva a que, según el propio informe de Barómetro, la injerencia extranjera domine los porcentajes más altos de temas de preocupación en la opinión pública libia con 19%, seguido por la lucha contra el terrorismo 16%, corrupción financiera y administrativa 14% y la situación económica con 12%. Demostrando que los problemas se sienten en esos niveles y que son los primeros aspectos que eventualmente se deben canalizar.
La intromisión de países occidentales asociados con la OTAN, principalmente Turquía, el rol que está jugando Rusia en la actualidad, así como el involucramiento de Egipto resguardando sus propios intereses suman a esta serie de preocupaciones que los ciudadanos manifiestan en informes alternos al reporte original sobre confianza en los gobiernos.
Un tema que quizás se planteen los interesados en la región árabe y que pocas veces se aborda desde esta perspectiva es el caso de los territorios palestinos, ya que generalmente se estudian desde la perspectiva de sus relaciones con los israelíes, pero en pocas oportunidades se hacen análisis desde su propia realidad interna.
Hay que destacar que ellos se encuentran a la mitad de la tabla con 33% de confianza en el gobierno. Para los palestinos los desafíos más importantes que tienen pasan por la situación económica en primer lugar, la corrupción financiera y administrativa, la estabilidad y seguridad interna, la injerencia extranjera y los problemas políticos (partidarios); contemplando que no tienen elecciones desde hace casi 15 años. Estos tópicos van desde casi el 41% el nivel de interés más elevado hasta casi el 8% el más bajo (entre los altos), los demás temas de preocupación no alcanzan ni el 3% de los intereses de la población palestina.
De igual manera en un análisis paralelo a estos, la confianza con respecto a las fuerzas “armadas” palestinas que son las que se encargan de mantener la seguridad de los territorios y la coordinación con Israel en algunos aspectos de estabilidad, lucha contra el terrorismo y mantenimiento del Statu Quo actual cuenta con un porcentaje de confianza entre baja y muy baja en términos generales con casi el 60% de perspectiva negativa, lo que suma en las crisis de imagen que tiene el gobierno palestino, principalmente bajo la administración de la Autoridad Nacional Palestina que tiene un tanto más de legitimidad a nivel internacional que su contraparte de Gaza bajo la administración del Hamas y la influencia de células como la Yihad Islámica y otras de menor rango.
En este análisis del Dr. Abdul – Wahab es importante diferenciar entre las diferentes capas de gobernanza que, aunque parezcan intercambiables, necesitan ser desenredadas analíticamente. Se hace importante diferenciar entre el Estado, el régimen y las instituciones de gobierno dentro de una pirámide jerárquica. En el fondo, se encuentra el Estado con sus instituciones soberanas fundamentales: el ejército nacional, el servicio civil, el establecimiento de seguridad y el poder judicial.
Regularmente, estos son los tipos de instituciones públicas que por lo general disfrutan de mayores niveles de confianza y aceptación positiva entre los países árabes. Por encima de las instituciones estatales, se encuentra el régimen, con sus estructuras democráticas o, más frecuentemente, en países árabes autoritarios.
Lo anterior incluye la calidad y la frecuencia con la que hay un cambio de liderazgo en las instituciones estatales, incluido el gobierno, lo que regularmente se analiza con el índice de democracia, o en estudios sobre los índices de poliarquía de los Estados, siendo además la democracia uno de los medios modernos más cercanos para alcanzar niveles más altos, aunque no descarta que en la pluralidad de esquemas bajo los cuales se rigen los Estados pueda alcanzarse niveles poliárquicos mucho más elevados, aunque por el momento no ocurre, aun así esto sostendría un principio cada vez más evidente y es que, la democracia no es para todos el mejor sistema.
Un par de elementos importantísimos que señala el informe del Doctor Abdul – Wahab está en primer lugar que, debido a la calidad histórica de la forma de gobierno en los países árabes, el público no cuenta con suficiente confianza hacia sus gobernantes, y les es indistinto quién esté al mando y el nivel de confianza siempre será bajo, aunque tienen poca confianza para expresar su descontento debido al control que ejercen los poderes estatales sobre la población.
El otro aspecto tiene qué ver con el desafío en la imagen que deje la pandemia del COVID19 (que no podía faltar en el informe), donde dependiendo de la respuesta de los distintos gobiernos a la situación coyuntural, esto podría ocasionar cambios en el modo de ver sus gobiernos.
La lamentable situación de países como Líbano, Libia y Yemen se acogen a esos niveles de desconfianza general que existe sobre la actuación de los gobiernos y conforme sus principales problemas no se resuelvan, los porcentajes seguirán tendiendo a la baja en cuanto a los niveles de aceptación y solo se verían en tendencia alcista en el caso que se proceda a imponer medidas más restrictivas a las libertades ciudadanas, porque obviamente los porcentajes de opinión estarían sesgados y altamente limitados.
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