El sábado 11 julio se cumplieron dos décadas desde el comienzo de la cumbre de Camp David convocada por el entonces Presidente de Estados Unidos Bill Clinton para tratar de lograr un marco de acuerdo israelo-palestino. Dos semanas más tarde, el 25 de julio, Camp David terminó en un rotundo fracaso.
El entonces Primer Ministro de Israel el laborista Ehud Barak y el jefe de la OLP y Presidente de la Autoridad Palestina Yasser Arafat no firmaron nada, no avanzaron hacia una solución y se acusaron mutuamente por la seria crisis-
Poco después Barak proclamó que “hoy Israel no tiene partner” (interlocutor), o sea no tiene un socio con quien se pueda llegar a la paz. Y hasta ahora, Barak recalca que el problema no es que Arafat no haya dicho amén a sus propuestas-que no tenían precedente ninguno en la historia de las negociaciones entre las partes- sino que haya rechazado todo lo que se le ofreció sin tomarlo siquiera como base de negociación y contrapropuesta. Ello, sostiene Barak, se ve agravado por el hecho que poco después, estalló la segunda intifada, una ola terrorista en la que fueron asesinados 1.000 israelíes.
La versión palestina, de más está decir, es distinta. Alegan que a pesar de haber propuesto elementos que antes no habían sido colocados sobre la mesa, Israel se mantenía firme en ciertos puntos que hacían imposible el acuerdo. Sostienen que los palestinos optaron por seguir negociando y desmienten que hayan sido los responsables de la intifada que estalló en setiembre del 2000.
Más allá de los detalles exactos sobre qué se propuso y cuán arrojadas eran las ofertas israelíes, claro está que los palestinos no aceptaron nada ni siquiera como base de negociación. Un punto central era que Arafat acepte comprometerse a poner fin al conflicto para llegar a un acuerdo. Pero una figura como él, cuyo liderazgo estaba basado en lo que siempre había presentado como una “lucha” por la reivindicación de derechos palestinos, no podía aceptarlo. El fin del conflicto equivalía a pasar de la guerra a la paz. Eso no iba con la concepción de Arafat.
Recordamos lo que nos dijo un joven palestino de Jenin años más tarde, durante el funeral de Arafat en la Muqataa en Ramallah, cuando le preguntamos si deseaba que el líder que lo sucediera, fuera como él. “No, ahora precisamos otra cosa”, dijo el muchacho. “Ahora no precisamos un íder para la revolución, sino para construir un Estado en paz”.
La problemática sobre lo que fracasó en Camp David, fue al parecer mucho más profunda que lo ocurrido en ese evento de primer nivel. La realidad se iba preparando desde antes.
Itamar Marcus, fundador y director de Palestinian Media Watch, escribió en agosto del 2000, muy poco después de finalizada la cumbre de Camp David, que lo que se publicaba en los medios palestinos y circulaba con intensidad, dejaba la clara sensación que se estaba preparando al pueblo para una guerra,no para un acuerdo de paz.
La visita del entonces jefe de la oposición Ariel Sharon a la explanada de las mezquitas en Jerusalem en el Monte del Templo, fue el pretexto para encender la mecha. Los palestinos lo presentaron como una afrenta, y alegaron que la intifada estalló por reacción popular. La realidad fue mucho más compleja.
Quizás lo que más deja en claro que Camp David fracasó por Arafat, fue que meses más tarde, cuando el Presidente Bill Cinton prsentó sus propios parámetro para un acuerdo, Israel dijo que sí y los palestinos, nuevamente, que no.
Esa línea no ha cambiado. Fue siempre la línea palestina, mucho antes que Israel hable de “anexión”.
La suerte de Israel es que Arafat no acepto la proposicion de Clinton-Bark en el 2000 y que Abu Mazen tampoco la de Olmert en el 2007.
De haber aceptado esas proposiciones, el conflicto hoy seria en las fronteras de ISRAEL de 1948…