El equipo investigador israelí de Yftach Yacoby de la Universidad de Tel Aviv en cooperación con el de Kevin Redding de la Universidad de Arizona, ha producido con éxito electricidad de plantas.
El estudio ha sido recién publicado por el Departamento de Energía Renovable de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Tel Aviv en la revistaEnergy and Environment Science y el hallazgo,con todos sus detalles, ha sido hecho público para quien quiera usarlo.
“Todas las plantas verdes contienen ‘paneles solares’ que capturan rayos de sol y los transforman en una corriente de electrones. Que es el proceso de la fotosíntesis: usar luz del sol para producir corriente eléctrica”, explicó Yftach Yacoby, coautor del estudio.
Las plantas convierten el dióxido de carbono en azúcar y el objetivo del estudio era encontrar el lugar preciso en las plantas donde conectar una enzima para poder extraer esa energía y usarla para otros propósitos.
“La clorofila, que es el componente principal de esos paneles fotovoltaicos que son las plantas, actúan como el silicio de los paneles solares, que reciben electricidad y sacan electricidad. Lo de las plantas lo sabemos hace miles de años y la gran novedad es que ahora podremos utilizar ese proceso”, especificó el investigador.
El hallazgo
Ambos equipos han encontrado las coordenadas precisas en las que se encuentra el nanoconector de las plantas, según explicó un entusiasmado Yacoby, agradeciendo los seis años de dedicación de su doctorando, Yuval Millard, y el de la Universidad de Arizona, Andrei Koenigin.
“Para que funcione un aparato eléctrico en las casas solo hay que conectarlo a un conector. En el caso de una planta, no sabíamos dónde conectar”, explicó Yacoby.
Buscaron un lugar en las células de las plantas que pudiera servir como “input”, tomaron una célula de clorofila y le inyectaron la enzima que produce hidrógeno, hidrogenasa, y después introdujeron esa célula a una microalga verde.
“El resultado fue que la planta que recibió los genes empezó a producir células fotovoltaicas. Nos dimos cuenta de que habíamos encontrado el famoso “conector”, concluyó.
El estudio indica que en el futuro, en unos 10 o 15 años, se podrá utilizar esta energía de manera comercial, para producir fertilizantes y combustible, por ejemplo. Además, es la primera vez que se ha aprovechado con éxito el proceso de fotosíntesis sin dañar el medio ambiente. Si este avance es utilizado no solo se podrán producir diferentes tipos de productos químicos como el amoníaco y el hidrógeno sin contaminar, sino que también se aliviará significativamente el impacto negativo sobre que esas industrias causan en el medio ambiente y el aire que respiramos
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