El escondrijo de los escorpiones millonarios

Ismail Haniye, Presidente de Gaza

Los cabecillas y líderes de Hamás y la Jihad han bajado a sus infiernos por temor a un ataque israelí. Celan por sus vidas y también por sus bienes,que -como se sabe-son cuantiosos. Si todo el dinero que llegó a Gaza en estos últimos años hubiese sido equitativamente repartido e invertido, además, en bienes públicos, habría menos túneles y misiles y más hospitales y escuelas. Gaza sobrevive por la piedad de Israel, no por el talento de la resistencia de los hermanos musulmanes de Hamás. Un observador imparcial se preguntaría por qué un país inteligente como Israel ¡anuncia lo que se propone hacer! Vocear una fuerza que no se esgrime ya es perder. Amenazar no es suficiente ni, en este caso, efectivo. Eliminado el factor sorpresa salen a relucir los blindajes civiles de los gazatíes, los blancos prohibidos, los espacios anodinos de la abigarrada ciudad tras los cuales hay cuantiosos arsenales.

En caso de peligro los escorpiones muerden y envenenan todo lo que tienen cerca, incluyendo a los miembros de su propia familia. Dicen que en sus famosas danzas de amor tienen que tener cuidado de que  el veneno no se les derrame pues podrían matar a destiempo al o la consorte. Se entiende que los habitantes de Sederot o Ashkelon estén hartos de una situación que-escorpiones mediante- no cesa de repetirse desde hace años y sólo tiene los descansos que Qatar facilite con un recurrente rocío de dinero sobre la Franja. O sea que el mundo árabe, parte de él al menos, les paga a los palestinos para que no hagan demasiado ruido. Eso por un lado, y por el otro Israel quiere aguantar  lo que se pueda sin yugular del todo a Hamás y a sus socios. Una situación mala para todos, sobre todo para la credibilidad. Los responsables de las ciudades israelíes del sur de país explican que ya están en guerra, no necesitan más pruebas para que los defiendan con vigor. La cautela es encomiable, la renuncia a la violencia extrema  saludable, hasta que se colma la paciencia y uno se va transformando en víctima de su propia inacción.

Seguramente que hay opciones de defensa y tácticas de Israel que desconocemos, pero perdonar una y otra vez a tus enemigos es poco recomendable. Si vas a eliminar a sus jefes no lo anuncies a bombo y platillo. Considerados todos los escenarios posibles habría que sopesar el de más rápido desarrollo y el más seguro. Seguro en términos militares, se entiende. Una artimaña como la de los globos incendiarios resulta, a la larga, ser más perjudicial que un misil, y dado que los cielos israelíes no están del todo a salvo de ellos, hay que ir a donde se fabrican si son de producción local o prohibir su ingreso si vienen de fuera. Mientras la agresividad palestina siga llamando fuego al fuego no pueden perdonársele los incendios que provoca. El nuevo mapa del Oriente Medio que vemos desplegarse ante nuestros ojos otorga a Israel licencia para defenderse más y mejor que nunca. Debería aprovechar la volada, como se dice en criollo, para ajustar al máximo las cuentas pendientes. Con Hezbolá debilitada por una violenta explosión y Turquía e Irán arrugados por la paz emiratí, es la hora de apretar con fuerza el absceso de Gaza.