Que la raíz de la palabra shalom, salem en árabe, tenga que ver con el verbo leshalem, pagar, revela que hay que pagar un precio por los buenos sentimientos y la mejor predisposición. De hecho nada es gratis en el campo de las relaciones humanas. Cuando la paz es posterior a una guerra, es evidente que los gastos ocasionados deben pagarse y pagarse bien; pero si es anterior, como en el caso de Israel y los Emiratos, que nunca se enfrentaron directamente, el precio es menor. Diríase que todo es ganancia, pues sobre la página blanca del nuevo nexo puede anotarse cifras millonarias sin que nadie se horrorice por ello. Una cosa es invertir en Israel, con sus campos científicos y humanos colmados de fertilidad, y otra muy diferente en el enjambre palestino en medio del cual siempre quieren picarte y se fomentan toda clase de aguijones y martirios erróneos. Si el dinero de los Emiratos fuese empleado para pagar a los terroristas presos en las cárceles israelíes, cosa que a los palestinos les parece bien, hoy por hoy se vería que casi nadie en el Golfo Pérsico quiere pagar por eso. Es una mala inversión por cuanto sus dividendos siguen promoviendo el odio y el desprecio, así que resulta lógico que algunos países prefieran hacer negocios con Israel.
Los iraníes están furiosos en parte. Unicamente la casta militar y teocrática, dado que se sabe que al pueblo llano ya le gustaría que también sobre él lloviesen millones, hubiese trabajo, más libertad, y que el país pudiera defenderse como hay que hacerlo contra los estragos del Covid 19. Así como el régimen comunista tuvo su fin, así lo tendrá, más temprano que tarde, el mundo de los ayatolás. Cuando eso ocurra se verá el tiempo precioso que ha perdido el país sometido a una ideología retrógada que la izquierda mundial e ignorante aún apoya. Es evidente que, también en este caso, algunos, muchos, tendrán que pagar el precio del fracaso social que el régimen teocrático encarna. Millones para fomentar la guerra de guerrillas fuera, en fronteras lejanas, millones para la propaganda chiíta y, aunque no nos parezca verdad, ningún logro digno de emular. Ningún trofeo que traer a casa y compartir con los pobres de la tierra.
La personalidad de bajo nivel que manifiesta el líder de la Revolución Islámica al vituperar la figura del yerno de Trump, sin duda uno de los cerebros del tratado de paz, llamándolo judío asqueroso y empleando el término sionista como un insulto-cosa que también hacen los palestinos-, nos muestra el sello antisemita del gobierno que llevan, con mano de acero y bolsillos llenos de dinero, los Guardias de la Revolución. No irán a ningún lado con ese lenguaje soez, lo saben y no les importa. Una de las características más frecuentes de las tiranías es la verborrea. Se llenan el buche con promesas que nunca cumplen y exaltaciones que si no fueran tan dañinas sonarían ridículas. Con el tiempo se probará que una de las acciones más positivas de la administración Trump es el pacto de paz entre los Emiratos e Israel. Viviremos para verlo. Y ellos, nuestros enemigos, para morderse la lengua.
No habrá paz (verdadera y duradera) sin la aceptacion prévia del «otro» (en este caso Israel)y del derecho que le asiste a existir como pueblo, preservando su singularidad …todo intento politico que soslaye o margine este principio, está abocado al fracaso, como tristemente hemos podido constatar a lo largo de decénios de desencuentros y fiáscos ..
¿»aprenderemos» al fin ésta leccion fundamental ?
el tiempo lo dirá, por ahora solo nos queda esperárlo