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| sábado noviembre 16, 2024

No todas las pandemias se pueden enfrentar


El Covid 19 ha cubierto al mundo entero de desgracia. Millones de enfermos, centenares de miles de muertos, pobreza y desempleo exponencial y un manto de temor universal. El mundo no se ha unido para establecer una estrategia común, y cada uno , desde su fuerza los que la tienen, y desde su debilidad los que la sufren, intentan enfrentar el tsunami y se encierran cada día más peligrosamente. Quien podía generar una coordinación global, dentro de tanta reacción egoísta y opuesta a toda empatía, era la Organización Mundial para la Salud. Pero muy pocos escuchan lo que la OMS pueda decir hoy. Perdió su credibilidad hace seis meses. En el contexto de esta pandemia, no hay soluciones ni mágicas ni políticas, sino sólo científicas, y a pesar de grandes promesas, habrá que esperar un tiempo antes que el planeta se parezca más a lo que era hace más de medio año.

Pero hay epidemias, más que pandemias, que sí pueden enfrentarse con inmediatez. Especialmente en el campo político. La epidemia de odio antisemita a través de un relato escabroso y retorcido que propagaron los líderes palestinos como Arafat desde la década de los 70,ha tenido atrapada a la Liga Arabe en los últimos 50 años y ha causado muchas guerras, mucho terrorismo, mucho dolor, y peor aún, no ha solucionado en nada la vida palestina a pesar de que las promesas siguieron multiplicándose.

El anunciado acuerdo entre Emirato Arabes e Israel de hace un par de semanas ha sido un cimbronazo muy fuerte para el relato palestino. Arafat, sus cómplices y sus sucesores lograron sobreponerse a los acuerdos de paz entre Israel y Egipto e Israel y Jordania, y a pesar de demostrarse cómo la paz es la única solución para la convivencia, y no sólo en Medio Oriente, la cúpula de Al Fatah y ni que hablar, Hamas, pudieron, con gran ayuda de Irán, mantener el estado de guerra terrorista ,recibir fortunas que nunca distribuyeron a los palestinos y sostener falazmente que el mayor problema (para ellos el único) en todo Medio Oriente era el conflicto entre Israel y los palestinos.Ahora, ya no es Israel en soledad quien señala la falsedad de tal argumento. Ahora son los árabes quienes lo demuestran. Una delegación israelí ya visitó oficialmente a los Emiratos; una delegación de Emiratos llegará a Israel después de Rosh Hashaná, la bandera de Israel flamea en el país árabe y viceversa; el Primer Ministro de Israel fue entrevistado por la televisión de Emiratos, y ningún país árabe dijo nada en contra. La mayoría ha aplaudido y hay varios que se están subiendo al tren de los acuerdos de paz con Israel.

Por supuesto que Yemen y Qatar se han unido a la desaforada crítica de Irán y Turquía, pero lo extraño hubiera sido que no lo hicieran. Todo este movimiento político ha demostrado que no sólo se cayó el relato palestino, sino que la mayoría de los países árabes se han cansado de varias cosas: de la mentira; de que el relato falso se haya tragado billones de dólares que nunca llegaron a destino; aislamiento internacional y atraso tecnológico y científico más guerra y destrucción. Allí tienen a Siria al alcance de la mano para ver qué puede ser capaz de hacer Irán y una satrapía como la de Assad para destruir un país por completo. Y no sólo a Siria. Irán y Turquía han entrado a Yemen, Líbano, Somalia, Irak, Afganistán, Gaza. ¿Y que ha sucedido? Caos, ruina y miseria.
Ni Emiratos, ni Arabia Saudita ni Bahrein ni Oman se van a convertir en democracias ni nadie se los pide. Simplemente, la generación joven árabe entendió que en Medio Oriente el dilema no es entre democracia y dictadura sino entre estabilidad y destrucción. Hace muchas décadas lo entendieron Egipto y Jordania, pero la vieja generación que dirigía una entelequia auto destructiva como la Liga Arabe no quiso mirar para adelante ni atreverse a reconocer la realidad que les golpeaba en la puerta.

Los palestinos empezaron a perder al mundo árabe hace décadas cuando en la Liga Arabe comenzaron a darse cuenta que en realidad el relato no era un capital serio sino una carga pesada. Por eso el Presidente Clinton pudo dar algún pasito. Pero Arafat no lo acompañó ,Abbas creyó que diciendo sí y no al mismo tiempo podía avanzar, y Hamas logró sus fortalezas apoyado por Irán como para retrasar cualquier proceso. Los “no” tienen larga historia. No al plan de partición de la ONU de 1947; no a sentarse con Israel a negociar después de la Guerra de los 6 Días; no al plan del Primer Ministro Barak del 2000; no a Clinton ese mismo año; no al plan de Olmert de2008; no a un tímido pero real intento del Presidente Obama de 2014; y ni que hablar, no al Presidente Trump.

Seamos realistas: el liderazgo palestino no mostró tener como prioridad un Estado palestino, quería y quiere antes que nada, que no haya Estado de Israel. Abbas lo dice a su manera haciéndose pasar por político; Hamas lo dice con más claridad y sin vueltas: lo escribió en su carta de Constitución y lo dice abiertamente como lo hizo hace una semana cuando después de mucho tiempo se reunieron Hamas y Abbas, simplemente para reafirmar lo que recién hemos expuesto.

Si Abbas, en lugar de retirar a su Embajador de Emiratos, hubiese agradecido al Príncipe Mahmoud Bin Zayed por su amplia iniciativa de paz, los palestinos e Israel, a la larga y a la corta, estarían nuevamente sentados en una mesa de negociaciones, pero en serio. Pero eligieron el eje Irán-Turquía y esa elección tiene el alto costo de mucha destrucción y nula prosperidad.

Los palestinos han hecho su elección de vida nuevamente y continúan la cadena de decir no como la única vía. En la reunión de la semana pasada con presencia de los líderes de Hamas y de la OLP, la voz de Hamas se escuchó con claridad y marcó el escenario:” Nosotros, dijo Ismail Hannyeh, somos Hamas, y jamás reconoceremos la existencia de Israel y jamás renunciaremos a un milímetro de nuestras tierras e Israel será siempre nuestro enemigo. Nosotros no aceptamos otra cosa que la resistencia y la lucha”.

Esa es la realidad. Países árabes hartos del relato de odio y soberbia hacen la paz con Israel y miran hacia adelante. Abbas, prisionero de Hamas, está aliado con los Ayatolas y Erdogan, o sea, le ofrece sólo dolor a su gente como perspectiva de futuro, porque ya no tiene grandes podios dónde decir una historia que la ha repetido tanto tiempo que hasta se la creyó. Pero llegaron otras generaciones que prefieren la vida a las ofertas de odio, terrorismo y confrontación permanente.

Hoy, el Covid 19 no ha hecho excepciones en Medio Oriente. Israel enfrenta situaciones muy delicadas, con zonas rojas y aisladas, con demasiados contagios y un índice de mortalidad inaceptable lo que hace un cóctel difícil en lo social y lo económico. Gaza está extremadamente arrasada por el Covid. Cada país sufre e intenta enfrentar esta pandemia. Pero no se puede enfrentar todas las pandemias. El coronavirus es una larga y penosa guerra. La que insisten los palestinos en llevar a cabo desde hace medio siglo, han vuelto a perderla otra vez.

 
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