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| viernes noviembre 22, 2024

El juicio del “Dreyfus Polaco”: No fue ejecutado por espiar, sino por ser judío


El 27 de agosto de 1920, el líder jasídico, rabino Chaim Shapira de Plock, Polonia, fue ejecutado. Un pelotón de fusilamiento militar polaco lo mató en las afueras del pueblo. Envuelto en un chal de oración, Shapira gritó ¨Shema Yisrael¨ justo antes de morir. Tenía 42 años y era padre de cinco hijos.

Había sido arrestado días antes bajo sospecha de colaborar con el enemigo y denunciado como traidor. Varios residentes polacos de la ciudad, incluidos una lavandera, un guardia y un soldador, les dijeron a las autoridades que mientras ellos estaban escondidos en sus sótanos, se asomaron y vieron a Shapira de pie en su balcón y señalando al ejército soviético la ubicación de las tropas polacas.

En una corte militar, los intentos de Shapira para explicar que él sólo estaba recitando las oraciones judías fueron en vano.

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Plock, Polonia, a principios del siglo XX

Era la época de la guerra polaco-soviética, que enfrentó a dos países jóvenes -la Rusia Soviética y la Segunda República Polaca -entre sí. Ambos buscaban recuperar territorio perdido.

Ahora, un siglo después, Polonia ha sido testigo de muchos trastornos y catástrofes, y persisten los ecos de la rivalidad ideológica con Rusia. Sin embargo, Shapira ha sido casi olvidado. Su lugar de entierro también se desconoce.

Durante el verano, Meir Bulka, líder de J-nerations, una organización que promueve la preservación del patrimonio judío en Polonia, decidió profundizar en la historia de Shapira. ¨Cuando escuché por primera vez su historia, estaba totalmente conmocionado. Realmente es el juicio Dreyfus polaco¨, dice.

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La lápida de la tumba del rabino Chaim Shapira, que no sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial

En documentos de archivo que Bulka encontró, Shapira también es descrito como un ¨Rabbi Akiva de hoy en día¨, y el caso fue comparado con el juicio Beilis de 1913, el más infame libelo de sangre del siglo XX, en el cual el judío ruso Menachem Beilis fue acusado falsamente de asesinar a un niño cristiano para usar su sangre para hacer matza.

Shapira era un descendiente del rabino Elimelech de Lizhensk , un rebbe fundador del movimiento jasídico, y del rabino Chaim Halberstam, el rebbe de Sanz, y un pariente del Rebbe de Satmar. Los periódicos judíos de la época en Polonia, el resto de Europa y América muestran que la ejecución del rabino Shapiro fue un evento muy inusual que sacudió a la comunidad judía.

¨Se requirieron doce soldados para disparar al indefenso rabino, quien se paró frente al pelotón de fusilamiento como el criminal más bajo¨, dice Bulka.

Rosa Holtzman, una residente local, relató después: ¨El rabino Shapira no fue fusilado porque era un espía, sino porque era un judío¨. Otra persona de Plock, Natan Graubard, agregó: ¨Fue asesinado envuelto en un chal de oración, de espalda a los soldados que lo mataron a tiros¨.

Los judíos se establecieron por primera vez en Plock (pronunciado Pwotsk), en el centro de Polonia, en la época medieval. En los siguientes siglos, sufrieron pogromos varias veces. Entre las guerras mundiales, había 6,600 judíos en Plock, aproximadamente una cuarta parte de la población de la ciudad. En el libro conmemorativo de Yizkor de la comunidad, que localizó Bulka, la historia del rabino Shapira es un evento formativo.

Según el tomo, ¨El enemigo se aproximó a las entradas de la ciudad, el trueno de los cañones partió los oídos y el aire se llenó de humo de los incendios que se encendieron cerca. El rabino estaba parado en el balcón que daba a la calle, completamente envuelto en su talit. Mantenía sus manos en alto y rezaba. En un momento de angustia como este, el judío usualmente se convierte en el chivo expiatorio, por lo que el rabino estaba suplicando a los cielos misericordia¨.

Respecto a la ejecución, en la víspera de Shabbat, el libro dice, ¨Cuando vinieron para llevarlo al lugar de la ejecución, un resplandor supremo se extendió sobre su rostro ascético, y su ojos negros e inquietos brillaron. Temblaba en anticipación a la cosa gloriosa que estaba a punto de ocurrir -pasar del mundo de la falsedad al mundo de la verdad, junto con la bienvenida a la reina del Shabbat¨.

Dice que se envolvió en su chal de oración, tomó consigo su Biblia, y partió rodeado de soldados a caballo que llevaban rifles cargados y apuntaban con sus bayonetas. ¨Una turba corrió detrás de ellos, burlándose del rabino y lanzándole piedras y lodo¨, dice el libro.

Según el relato, después de que Shapira fue asesinado, se encontró un libro viejo en su casa con un marcador en él. La última página que leyó discutía ¨movimientos que hacer y plegarias que recitar cuando el enemigo está atacando la ciudad¨.

Por muchos años, la viuda de Shapira y muchos otros judíos lucharon por limpiar su nombre y pidieron un nuevo juicio póstumo, pero sus esfuerzos fracasaron. Años después de su muerte, una lápida fue puesta junto a la tumba de Shapira en el cementerio judío local, pero esos terrenos fueron muy dañados por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y la tumba de Shapira ya no se puede encontrar.

Gracias a la investigación de Bulka, el verano pasado, las comunidades ultraortodoxas en todo el mundo conmemoraron a Shapira en el aniversario de su muerte.

 

Traducido por la Comunidad Judía de Guayaquil –

 

 
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