Refugiados judios expulsados de los paises arabes
El mundo olvidó a una parte del pueblo judío, unos 850.000 que durante siglos y, en algunos casos, milenios, estaban establecidos en países árabes e Irán. El Estado de Israel, pese a su precaria situación inicial, cumplió a cabalidad con el principal motivo de su renacimiento: el Hogar Nacional judío y la mayoría de estos judíos orientales inmigraron a su patria ancestral.
A mediados del siglo XX, los judíos de Egipto, Irak, Líbano, Libia, Siria, Sudán, Túnez y Yemen, tuvieron que huir como consecuencia de las violentas represalias por la independencia de Israel, en 1948. En Siria, donde había una milenaria comunidad judía, se produjeron sanguinarios pogromos y desde ese entonces se vieron reducidos, víctimas de medidas tiránicas. En la actualidad, tal vez queden unos pocos que ocultan su judaísmo por temor.
En Egipto, el gobierno arrestó a muchos judíos, acusándolos de formar parte de complots sionistas. Les expropiaron fondos, negocios, viviendas e incendiaron barrios judíos de El Cairo y Alejandría. De 75.000 miembros, la comunidad se desplomó a menos de una decena en estos tiempos.
En Irán, la persecución comenzó con la revolución islámica en 1979; de 80 mil judíos, quedan unos 8,000, cuyas vidas están amenazadas, sometidos a vigilancia y expuestos a la política antisemita de los entes públicos y los medios de comunicación.
La ONU sigue atendiendo a los descendientes de unos 700.000 árabes que salieron de Israel hace 70 años, cuya condición de refugiados se hizo hereditaria y que tampoco fueron absorbidos por sus hermanos árabes, pero nunca se preocupó de los judíos esquilmados y perseguidos. En los futuros diálogos de paz entre palestinos e Israel y ahora que los países árabes se van adhiriendo a los Acuerdos de Abraham, como un acto de justicia, no se debe permitir que el mundo nuevamente deje de lado a esta parte del pueblo judío maltratado y borrado. Es importante estipular una razonable compensación por las numerosas propiedades privadas y comunitarias que tuvieron que ser abandonadas por salvar sus vidas. Los organismos internacionales, tan prestos a culpar arbitrariamente a Israel, deben recuperar el tiempo y emitir resoluciones precisando responsabilidades por la destrucción de cada comunidad judía en los países árabes e Irán
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