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| viernes diciembre 27, 2024

Choque cultural pospandémico


La pandemia de coronavirus ha creado un nuevo tipo de choque cultural. Ha afectado a elementos esenciales y muy personales de la vida de muchas personas en su propio entorno. Un choque cultural de esta magnitud no ha ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial. Cuando termine la pandemia, las sociedades serán bastante diferentes de lo que eran en la era anterior al coronavirus.

 

En las últimas décadas, los ciudadanos de las sociedades occidentales vivieron sus vidas y trazaron su futuro más o menos en línea con la expectativa de una progresión que cambiaba lentamente del pasado al futuro. Las personas pueden haber experimentado eventos que cambiaron radicalmente sus vidas para peor, por ejemplo, una enfermedad grave. Pero tales eventos influyeron principalmente en los entornos personales. Apenas tuvieron impacto en la sociedad en general.

 

El término “choque cultural” se acuñó en la década de 1950 para describir la experiencia de personas que se encontraban desorientadas cuando viajaban al extranjero. Los inmigrantes, por ejemplo, llegaron a sociedades con culturas desconocidas y, a menudo, tuvieron dificultades para adaptarse. Lo mismo  sucedió con algunos estudiantes que se fueron al extranjero a universidades lejanas. Incluso los turistas que visitaron un país por un período breve podrían haber experimentado un impacto por la cultura radicalmente diferente del país.

 

En determinadas circunstancias, una forma de choque cultural puede afectar a gente del occidente mientras se encuentran en su entorno familiar. Esto puede suceder si, por ejemplo, los solicitantes de asilo de culturas completamente diferentes se ubican en, o cerca de sus, lugares de origen occidentales. Sin embargo, el entorno familiar de la población local sigue siendo en gran parte el mismo.

 

La pandemia de coronavirus ha provocado un tipo de choque cultural muy diferente. Afecta a elementos esenciales de la vida de las personas en su propio entorno familiar. A menudo, están en juego cuestiones muy personales. Estos incluyen dónde se puede ir, con quién se puede uno encontrar, adónde se puede trabajar y quién puede visitar la casa, lo que puede incluir incluso la prohibición de recibir a familiares cercanos.

 

Un choque cultural de esta magnitud, que afectó a un gran número de personas a la vez en una variedad de países, no ha ocurrido en la mayoría de las sociedades occidentales desde la Segunda Guerra Mundial. Ese conflicto trastocó la vida de un gran número de personas, y durante mucho más tiempo y en un grado mucho mayor que el coronavirus.

 

También ha habido importantes choques culturales en las últimas décadas en territorios más pequeños. La Guerra Civil griega, que ocurrió justo después de la Segunda Guerra Mundial, fue un ejemplo. Otras fueron las guerras yugoslavas de la década de 1990 y la imposición del comunismo en varios países de Europa del Medio y Este después de la Segunda Guerra Mundial, lo que tuvo un gran impacto en esas sociedades. El posterior colapso de la Unión Soviética y la liberación de sus países satélites del comunismo crearon otro choque cultural.

 

El choque cultural del coronavirus tendrá una serie de estratos que afectarán a individuos, grupos y sociedades en general. Hay un número considerable de «nuevos pobres», por ejemplo. Muchas de estas personas nunca imaginaron que corrían tanto riesgo. Su reacción a este tipo de choque cultural personal estará fuertemente influenciada por su propia imagen.

 

El choque cultural para muchos de los nuevos desempleados probablemente será significativo. El problema es particularmente difícil porque estas personas viven en sociedades donde el desempleo ha aumentado considerablemente, lo que dificulta mucho más encontrar un nuevo trabajo. Si las empresas cierran las fábricas, los cierres afectarán no solo a los empleados de las fábricas, sino a muchos otros que brindan servicios a las fábricas y sus empleados.

 

Las personas mayores de 50 años que se encuentran desempleadas tendrán grandes dificultades para encontrar un nuevo trabajo. Las mujeres podrían verse particularmente afectadas, ya que hay indicios de que más mujeres que hombres han perdido sus trabajos durante la pandemia. Esto puede explicarse en parte por el hecho de que más mujeres que hombres tienden a tener trabajos que implican contacto con otras personas.

 

Los jóvenes que ingresan a la fuerza laboral se enfrentarán a barreras de empleo mucho más altas que las que enfrentaban antes de la pandemia. Las pasantías y los aprendizajes serán mucho más difíciles de conseguir. Los jóvenes, muchos de los cuales no están acostumbrados a sufrir muchas dificultades, tendrán que hacer frente a una adversidad social más estructural que las generaciones anteriores.

 

Todo esto significa que muchas personas tendrán que aceptar trabajos menos deseables si quieren trabajar. En tal contexto, aquellos que puedan tomar la iniciativa y ser resilientes tendrán grandes ventajas sobre los demás.

 

Algunas personas han padecido el virus más gravemente que otras. Las secuelas, como la pérdida del sentido del olfato o del gusto, pueden durar toda la vida de las personas. Hay indicios de que los problemas de salud mental se han multiplicado y los profesionales pueden verse incapaces de hacer frente al aumento de la demanda. También hay casos de lo que podría llamarse desorientación a largo plazo. Existe cierto debate sobre si los suicidios están aumentando.

 

La respuesta social a quienes sufren puede resultar inadecuada o incluso negligente. En la sociedad post-pandémica probablemente se prestará menos atención a los problemas específicos de las personas. El estado de bienestar se debilitará aún más. Es poco probable que la frase “justicia social” desaparezca del discurso público, pero operacionalmente recibirá mucha menos atención.

 

Un tema que se plantea con frecuencia es cómo los niños se verán afectados a largo plazo por la alteración de sus vidas normales durante la pandemia. Si la Segunda Guerra Mundial va a ser nuestro punto de referencia, podríamos encontrar que en comparación con los adultos, los niños son más resistentes y sufren menos efectos negativos a largo plazo por la interrupción en sus vidas causada por el coronavirus.

No todo el mundo es vulnerable. Es posible que mucho  no cambies para los empleados del gobierno, por ejemplo, en comparación con sus vidas antes de la pandemia. Posiblemente se congelen sus sueldos. Pero aún así, el entorno social en el que vivirán estas personas después de la pandemia será diferente al anterior.

 

La magnitud de los problemas a los que se enfrentan las personas y las sociedades una vez finalizada la pandemia es extremadamente difícil, si no imposible, de predecir. Sin embargo, podemos identificar fenómenos generales que desempeñarán un papel en la definición de cómo han cambiado las sociedades. Estos pueden ser lo suficientemente importantes como para representar choques culturales para la sociedad en general.

 

El primer fenómeno se refiere al dinero. Durante la pandemia, los gobiernos quebrantaron las reglas económicas generalmente aceptadas relativas a las deficiencias presupuestarias. Varios gobiernos inyectaron dinero en sus sociedades de una manera insostenible. Tendrán que asignar fondos presupuestarios después de la pandemia de una manera mucho más dura que antes. Es grave la escasez de dinero disponible frente a la demanda acumulada de todos aquellos que reclamarán recibirlo. Es probable que esto dé lugar a batallas mucho más feroces por los fondos que en el pasado.

 

El segundo fenómeno se refiere a los disturbios civiles. Ha habido muchas protestas contra la forma en que los gobiernos tomaron decisiones relacionadas con la pandemia. En muchos países, hay manifestaciones contra las medidas gubernamentales como los encierros y la posible vacunación forzada. Cuando la pandemia termine, el descontento público probablemente mutará en otras direcciones aún no previstas.

 

Otro problema es cómo cambiarán las actitudes del gobierno como resultado de la pandemia. Las políticas de los que estaban en el poder hacia la crisis fueron en gran parte de prueba y error. Esto ha llevado a políticas que difieren sustancialmente de un país a otro. Lo que los estados tienen en común es que sus líderes no fueron elegidos para lidiar con este tipo de situación excepcional.

 

Después de la pandemia, los gobiernos tendrán que interferir en la sociedad más de lo que muchos de ellos pueden justificar ideológicamente. ¿A qué lleva esto? ¿Habrá nuevas mutaciones del gobierno socialista debido a la necesidad de proporcionar una red de seguridad financiera para muchas más personas que antes? ¿O veremos más intentos de autoritarismo? En cuanto a esto último, está claro que algunos segmentos del público no permitirán que los gobiernos se salgan con la suya.

 

Otro tema relacionado es la confianza en las autoridades. Dado que los gobiernos no encontraron formas eficientes de lidiar con la pandemia, ¿podrá el público confiar en ellos en otros temas? ¿Cómo se expresará esta falta de confianza? ¿Qué significa esto para la democracia? ¿Es la democracia liberal capaz de hacer frente a los desafíos posteriores a la pandemia, muchos de los cuales probablemente requerirán mano firme?

 

¿Y qué pasa con la violencia en la sociedad post-coronavirus? Teniendo en cuenta todas las nuevas tensiones en las sociedades, el sentido común diría que es probable que la violencia aumente. Pero, ¿dónde y en qué circunstancias estallará y cómo se manifestará?

Traducido para Porisrael.org por Esther Sterental

https://besacenter.org/perspectives-papers/coronavirus-pandemic-culture-shock/

 

 
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