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| viernes noviembre 15, 2024

La impunidad disfrazada de condena


La semana pasada, la Asamblea General de Naciones Unidas hizo una pausa muy breve en su festival anual de agresiones a Israel y votó lo que el organismo llamó una condena a Irán por la situación de los derechos humanos en el país gobernado por Ayatollahs.
La resolución, por llamarla de alguna manera, fue patrocinada por la Comunidad Europea y Canadá. Sin embargo, el Director de UN Watch Hillel Neuer, ha denunciado absurdos elogios a la tiranía iraní. Veamos:

En el numeral 5, Irán es elogiado calurosamente por “su continuo esfuerzo por recibir un gran número de refugiados afganos”. Sin embargo, decenas de emigrantes afganos fueron torturados y asesinados por la Guardia iraní de la frontera en Mayo. Y de eso, ni una palabra. El numeral 6 es probablemente el que consagra el peor cinismo cuando señala “…Vemos con beneplácito los compromisos asumidos por las autoridades iraníes para mejorar la situación de las mujeres”. La defensora de los derechos humanos Nasrin Sotudeh tendrá que pasar 38 años en prisión por defender el derecho de la mujer a no cubrirse el cabello.

En abril de 2019, Yasaman Aryani, su madre Monireh Arabshahi y otras activistas se quitaron el velo y repartieron flores en el metro de Teherán. A los pocos días, Yasaman fue detenida e interrogada. Su madre, Monireh, fue detenida un día después. Ambas fueron condenadas a 16 años de cárcel, tras un juicio, en el que ni siquiera se les permitió el acceso a sus abogados. En febrero de 2020 un Tribunal de Apelaciones de Teherán redujo las penas a nueve años y siete meses de prisión. Tienen que cumplir la sentencia por “incitar y facilitar la corrupción y la prostitución”.

El numeral 8 de la indignante votación en ONU vuelve a expresar su beneplácito con Irán “por su compromiso con los organismos de derechos humanos de las Naciones Unidas”. Más allá de que ningún funcionario del área de derechos humanos de la ONU ha podido entrar en Irán por más de una década, este numeral supera al teatro del absurdo. Pero el numeral 3 es peor aún. Elogia a Irán por haber disminuido la cantidad de ejecuciones. En setiembre, Irán ahorcó a Navid Afkari, campeón de lucha libre, porque protestó contra la dictadura. Y casi en paralelo a esta resolución de la Asamblea General, se estaba ahorcando en Teherán al disidente Ruhollah Zam. La televisión iraní anunció que “el contrarrevolucionario Zam fue colgado tras la confirmación de su sentencia por la Corte Suprema debido a la severidad de los crímenes perpetrados contra la República Islámica.” Zam fue capturado en circunstancias todavía por determinar en 2019 por los Guardianes de la Revolución, tras pasar años en el exilio en Francia. Su detención se había anunciado en octubre de 2019, pero Irán no especificó el lugar ni la fecha de los hechos, y lo acusó de estar “dirigido por la inteligencia francesa y apoyado por los servicios secretos de Estados Unidos e Israel”. En junio de este año, la autoridad judicial anunció que el tribunal revolucionario de Teherán había “considerado que los 13 cargos contra Zam equivalían al cargo de corrupción en la tierra y, por lo tanto, impuso la pena de muerte”. Hijo de un clérigo chií reformista, Zam había huído de Irán y se le había dado asilo en Francia.

Es muy difícil pedir dignidad y respeto en la Asamblea General si las democracias europeas condenan el ahorcamiento de Zam y al mismo tiempo felicitan a los asesinos por matar menos gente que en años anteriores. Del largo texto de la seudo resolución, hemos elegido dos numerales más. Ambos realmente condenan los hechos que suceden en Irán. Entonces ¿cómo se explica una redacción con alabanzas falsas y condenas serias simultáneamente?. Hay varias posibles explicaciones. Una, la más vulgar es la que el cinismo de los redactores y patrocinadores expresaría :“¡Es la política estúpido!”. Otra, bastante clara, es que algunas democracias en su doble discurso en demasiados temas, y en particular, en su falta de dignidad para enfrentar a Irán como el peligro que es, tratan de maquillar su responsabilidad no cumplida con un texto contradictorio y ultrajante, vistiéndolo como una suerte de compromiso ante tanta violación tan notoria de los derechos humanos.

Un numeral señala “preocupación” por “ataques, intimidación, persecución, arrestos arbitrarios e incitación al odio contra minorías religiosas cristianas, judíos, suníes, y miembros de la fe Bahai, quienes han sido detenidos sólo por profesar su fe y en tiempos de pandemia por Covid 19 lo cual agrava aún más cada situación”.
En el numeral 25 la resolución hace “un llamado” a Irán a rendir cuentas por graves violaciones a los derechos humanos, incluyendo torturas y trato degradante a disidentes. Y sólo mencionan las torturas de Navid Afkari, el campeón de lucha libre, luego ahorcado, como ya lo establecimos en esta misma columna.

 

En suma, los patrocinadores de “la situación de los derechos humanos en Irán” en el mejor de los casos están “preocupados” y cuando tienen que definir crímenes hacen “un llamado”. Antes, se ocupan de diluir la gravedad de lo que deberían enfrentar, y reiteran un comportamiento que da una gran similitud en aspectos esenciales de las relaciones internacionales, a las Naciones Unidas de hoy con la Sociedad de Naciones consumida en su propio oprobio ante el avance nazi fascista de entonces.

¿Dónde estuvo América Latina cuando se debatió y votó esta resolución sobre derechos humanos en Irán?. ¿Recordando que Argentina sufrió dos atentados terroristas y Panamá otro, a manos de Irán? ¿Recordando cómo murió el Fiscal de la causa AMIA Alberto Nisman?. Pues no. Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua votaron contra toda condena a Irán. Para estos cuatros gobiernos de estos cuatro países los asesinados en Argentina y Panamá no pueden ubicarse por encima de su relación con los perpetradores de los atentados.

 

En 2006, Marcos Aguinis escribió en La Nación:” De acuerdo con la nueva interpretación teológica, el Duodécimo Imán regresará antes si los fieles se lanzan a una decisiva y espectacular guerra contra los infieles. ¿Para qué, entonces, firmar compromisos o detener la producción de material atómico? Irán no necesita energía nuclear para su desarrollo pacífico, porque le sobra petróleo. Sólo lo necesita para su proyecto bélico, como le pasaba a Hitler con su carrera armamentista. Avanza con una ciega e irrefrenable pulsión de muerte, que terminará produciendo una catástrofe universal, de la que ni el mismo Irán podrá salvarse. El planeta está amenazado como nunca antes. La inconsciente –ahora no tan inconsciente– pulsión de muerte afila los cuchillos de otro festival demoníaco, mientras los responsables del mundo deliberan y deliberan, como si tuvieran mucho tiempo para despilfarrar”.

Catorce años después, los que pueden decidir, siguen despilfarrando. Y muchos de los que no pueden, son cómplices sumisos.

*Eduardo Kohn (Montevideo, 1949) es Doctor de Relaciones Internacionales y. Director de Latinoamérica en B´Nai B´rith.

 

 
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