Crisis en el Golfo Pérsico, o como los árabes se refieren a él, Golfo Arábigo. Catar ha padecido su último escándalo en medio de una tormenta de polémicas que ha afectado al emirato gobernado por los Al Tani.
Primero fue la alianza con Turquía y el alejamiento de sus vecinos árabes en 2017, después fue el escándalo de las inspecciones genitales forzosas a las pasajeras australianas y de otros países y por último las filtraciones de un tal Jason que apuntaban al uso de dinero qatarí para financiar a Hezbolá.
Además de todo esto Catar está sometido al bloqueo económico y físico de sus vecinos árabes, aunque con Irán las relaciones son regulares.
Pues a todo esto se suman varios pleitos iniciados en Estados Unidos contra la dinastía Al Tani y y otros miembros del gobierno de Catar que están siendo acusados de haber ayudado a financiar a grupos palestinos como Hamás o Yihad Islámica, ambos en las listas de grupos terroristas de EE.UU.
Una figura tan prominente como Hamad bin Nasser Al Tani y su entidad benéfica junto al Banco Internacional de Catar habrían sido parte del entramado.
La «guinda del pastel» es la reticencia catarí a normalizar sus relaciones con Israel, como ya habrían hecho Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán y Marruecos, y todo pese al esfuerzo diplomático de Jared Kushner, el yerno de Donald Trump. Esa reticencia sirve para dar argumentos a los que opinan que Catar sigue siendo un Estado fanático e islamista que ampara las ideas de Sayid Qutb.
Todo esto se suma a las filtraciones de Jason G. sobre el papel de ciertos diplomáticos cataríes en Bruselas que habrían entregado varias decenas de miles de euros que, según el filtrador, habrían acabado en manos de Hezbolá. Este rumor ha ganado más consistencia a medida que ha sido publicado en un creciente número de medios pero aún así está por comprobar su veracidad.
Que Catar riega de dinero a ciertas instituciones y grupos palestinos o cercanos a estos no es un secreto para nadie, pero cuando esto provoca la muerte de ciudadanos estadounidenses, tal y como sucedió en 2016, aumenta el riesgo de que Doja sufra pierda relevancia en sus relaciones con Estados Unidos y en menor medida Israel.
Pero las polémicas no concluyen aquí: The Jerusalem Post publicó que el parlamentario británico Ian Paisley Jr. durante un debate en la Casa de los Comunes afirmó que el gobierno de EE.UU. no comparte inteligencia con Catar debido a que la monarquía «because the Gulf monarchy is alligned with the Islamic Republic of Iran».
La información provenía de Cornerstone Global Associates e incluía informaciones relativas al apoyo de Catar a la Hermandad Musulmana, el grupo que varios vecinos árabes del emirato han declarado organización terrorista.
The Jerusalem Post incluso preguntó a la senadora Nathalie Goulet sobre esta cuestión. Nathalie ha dirigido una comisión encargada de investigar las redes yihadistas en Europa y ha colaborado con la OTAN en la realización de informes. La senadora ha afirmado que «no le sorprendería» tras recordar que Doja tuvo conocimiento del ataque iraní contra un buque estadounidense antes de que se produjera.
Esto es una simple noticia, sin embargo yo deduzco que Catar se encuentra en una situación cada vez más comprometida debido al bloqueo árabe, que se suma a una ristra de escándalos y filtraciones de creciente gravedad.
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