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| sábado noviembre 16, 2024

Vaticinios Nada Optimistas Para El 2021


La llegada de las vacunas para el covid-19 ha abierto grandes expectativas para toda la humanidad después de una año calamitoso, terrible y tedioso, pero el optimismo no debe hacernos perder el realismo, ya que las consecuencias sociales y económicas para el mundo serán terribles. Los efectos del tsunami apenas se comenzarán a notar en las próximas semanas.

 

El mundo ha cambiado tras el 2020, eso queda meridianamente claro, y habrá un antes y un después de este año, que seguramente marcará a todos para el resto de nuestros vidas, pero especialmente a los casi dos millones de fallecidos y los millones de contagiados por la pandemia. Ahora, con la llegada de las vacunas, que han mostrado al mundo la importancia que tienen la educación y la ciencia en nuestras sociedades, el 2021 viene cargado de enormes retos y desafíos, tanto a la hora de hacer frente a la pandemia como para la esperada -y necesaria-reconstrucción social y económica. Estos son, a modo de resumen, los vaticinios nada optimistas, todo hay que decirlo, para el 2021.

 

Segura contracción económica. Casi todas las economías del mundo, tras haber pasado uno de los años más difíciles de su historia económica, saldrán en números rojos en este año, aunque el próximo tampoco pinta mucho mejor debido a los nuevos anuncios de confinamientos, medidas extremas y restricciones de todo tipo debido al aumento de los casos de covid-19 en todo el planeta. La llegada de la tercera oleada a Europa, golpeando a las grandes economías del continente, y la terrible propagación de casos en los Estados Unidos, con más de veinte millones de contagiados y dos millones de fallecidos, hacen prever un 2021 más plagado de incertidumbres que certezas en el terreno económico.

 

Altos costes sociales en términos de pobreza, desempleo y miseria. El Banco Mundial ya ha alertado acerca de los costes sociales que tendrá el covid-19 para nuestro planeta y se estima que la pandemia de COVID-19 empujará a entre 88 millones y 115 millones de personas a la pobreza extrema este año, mientras que la cifra total llegará a los 150 millones para 2021, según la gravedad de la contracción económica.

 

Daños psicológicos en una buena parte de la población. El covid-19, aparte de las secuelas fìsicas que ha dejado en millones de personas afectadas por el virus, está teniendo un fuerte impacto psicológico sobre la población. «Un estudio sobre el impacto psicosocial de la COVID-19 en base a la revisión sistemática de 58 trabajos científicos ha revelado que, entre las alteraciones más habituales entre la población general figura la depresión (presente en el 46% de los estudios revisados), la ansiedad (60%), los síntomas de estrés (17%), el insomnio (17%), la percepción de soledad (3%) y el trastorno de estrés post-traumático (3%). En cuanto al colectivo sanitario, la detección de síntomas de depresión ha sido ligeramente inferior (en un 41% de los estudios revisados), pero más elevada en el caso de la ansiedad (67%), los síntomas de estrés ( 33%), el insomnio (29%), la sensación de soledad (4%) y el trastorno de estrés post-traumático (8%)», alertaba un reciente informe realizado por varias instituciones científicas españolas europeas acerca de este asunto.

 

 

La educación sufrirá daños notables debido a su carácter no presencial. Es evidente que la educación presencial es de mayor calidad que la que se imparte a través de un ordenador, por razones obvias. Además, para los defensores de la educación totalmente online, hay otro argumento de peso en su contra: la escuela, o la universidad, tienen un fin de interacción social con nuestros compañeros, profesores y demás personas vinculadas al ciclo educativo, que ahora se ha roto a merced de la pandemia. El Banco Mundial advertía en un reciente informe sobre el impacto que tendrá el covid-19 en la educación: «La pandemia del COVID-19 (coronavirus) representa una amenaza para el avance de la educación en todo el mundo debido a que produce dos impactos significativos: i) el cierre de los centros escolares en casi todo el mundo y ii) la recesión económica que se produce a partir de las medidas tendientes a controlar la pandemia. Si no se realizan esfuerzos importantes para contrarrestar sus efectos, el cierre de escuelas provocará una pérdida de aprendizajes, un aumento en la deserción escolar (también conocida como abandono escolar) y una mayor inequidad».

 

Los suicidios aumentarán en todo el mundo. El aislamiento social, el estrés económico y laboral, la soledad, la ruptura de los vínculos familiares y sociales y el desempleo, junto con otros elementos, provocarán importantes trastornos psicológicos que a miles de personas podrían llevar al suicidio. De este asunto ya alertaba la Organización Panamericana de la Salud: «El coronavirus está afectando la salud mental de muchas personas. Datos de estudios recientes muestran un aumento de la angustia, la ansiedad y la depresión especialmente trabajadores de la salud, que, sumadas a la violencia, los trastornos por consumo de alcohol, el abuso de sustancias, y las sensaciones de pérdida, son importantes factores que pueden incrementar el riesgo de que una persona decida quitarse la vida».

 

El turismo no se recuperará rápidamente y se perderán millones de empleos. Es evidente que la industria del turismo, pero especialmente en los países en que la misma tiene un mayor impacto, como España, Francia, Portugal, Italia, México y los Estados Unidos, no se recuperará en años. Han cerrado miles de hoteles, bares y restaurantes, las aerolíneas están quebradas en todo el mundo y ya nadie o muy poca gente viaja por las medidas restrictivas o por miedo. Un fantasma se extiende por el mundo: el desempleo masivo.

 

Nuestras relaciones sociales y familiares ya han cambiado para siempre. Sin ver amigos, sin celebrar con nuestros familiares las principales fiestas y eventos y sin apenas contactos sociales, ni siquiera en el trabajo, ¿qué nos queda? Pues bien poco, ¿no creen? ¿Merece la pena vivir así?

 

La vacunación masiva será un proceso largo que no concluirá seguramente en el 2021. Siendo optimistas, y al lento ritmo que avanza la vacunación, el proceso seguramente no concluirá en el 2021 y eso solamente ocurrirá en los países desarrollados. En la mayor parte del mundo, pero especialmente en los países pobres de América Latina, Asia y Africa, la vacuna tardará mucho en llegar por razones económicas y el virus se seguirá extendiendo exponecialmente y sin control alguno. El mundo no será completamente seguro hasta que la vacunación no sea global, un escenario al día de hoy todavía muy lejano.

 

La brecha entre ricos y pobres se agrandará con toda seguridad. En todas las crisis habidas y por haber se produce una mayor concentración de capital por parte de los más ricos, mientras que los más pobres salen más pobres y con menor capacidad de renta que los más ricos, tal como ha ocurrido desde el primer crack conocido en nuestro tiempo, el de 1929. A este efecto perverso de las crisis, que se reproduce a nivel global entre los países, se le viene a unir que los países más pobres no tendrán recursos para acceder a la vacuna y la pandemia, con sus efectos brutales en la sociedad y en la economía, se seguirá expandiendo sin control. El escenario es, por tanto, aterrador. Abróchense los cinturones ¡Turbulencias a la vista! Feliz 2021.

 

 
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