El mandato de Donald Trump en la Casa Blanca terminó y, al reflexionar sobre los cuatro años de su presidencia, debemos entender lo que fue el trumpismo: una cosmovisión infantil donde todo es blanco o negro, sin rastros de un gris. Es decir, siempre a todo o nada.
Cuando se trata de los aspectos positivos de su mandato, se puede hablar de su capacidad para diferenciar claramente entre los «buenos» y los «malos» en Medio Oriente, algo que la administración de Barack Obama jamás logró. El magnate multimillonario envió a Nikki Haley a la ONU, quien ayudó a cambiar la visión algo hipócrita de la organización sobre Israel, y reconoció los Altos del Golán como una parte inseparable del país.
También, intentó interrumpir el programa nuclear de Irán (como lo demuestra la alegría de Teherán por la elección de Biden), reconoció a Jerusalem como la capital indivisible del Estado judío y medió en cuatro acuerdos de paz con Bahrein, los Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Sudán.
Todas estas fueron medidas palpables y explícitas. Sin embargo, también hay cambios de fondo, porque en los últimos cuatro años, Trump logró alterar la ecuación en Medio Oriente. Le mostró al mundo que Israel no es el problema, sino la solución; que la cuestión palestina no es la clave para la paz con el mundo árabe, sino un obstáculo; y que el terrorismo debe ser castigado y no recompensado.
A pesar de todos estos logros, no debemos olvidarnos de la contracara de sus medidas: durante los últimos cuatro años, vimos los rostros llenos de vergüenza de muchos estadounidenses que sintieron que Trump no era digno de ser el líder del mundo libre. Después de todo, muchas veces demostró ser un hombre imprudente, temerario, egoísta e irresponsable, que arrastró el discurso público en Estados Unidos a un mínimo histórico y cuya negativa a aceptar la derrota provocó disturbios violentos sin precedentes que dejaron cinco muertos.
Es su visión del mundo simplista la que también lo hizo fracasar en el tratamiento de la pandemia de COVID-19 y lo llevó a perder la reelección. El nacido en Nueva York dejó en claro que un enemigo invisible como el coronavirus fue demasiado para él. Necesita ver misiles, muros y torres gigantes para comprender la gravedad de una situación.
Sin duda, las consecuencias del mandato de Trump se sentirán en todo el mundo. No obstante, no debemos ser ingratos e ignorar el bien que ha hecho por Israel. Después de todo, somos personas que podemos diferenciar, y no simplemente seguidores ciegos del trumpismo.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.