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| viernes noviembre 15, 2024

Relato de mi viaje. Judíos en la Guerra de los Balcanes

Una historia muy poco conocida


Corría el año 1994 y una Organización no Gubernamental de ayuda Humanitaria Judía Norteamericana, en adelante la denominaré la ONG, preocupada por la vulnerabilidad y los padecimientos de la pequeña comunidad judía que aún estaba en la ex Yugoslavia azotada por la Segunda Guerra de los Balcanes (1) que comenzó a principios del año 1991 decidió seleccionar a dos personas de Argentina, entre ellas yo, para viajar a los Balcanes y que en pleno desarrollo de esa guerra ayudaran a los judíos de esos territorios de diferentes maneras, ya sea, organizando actividades, acompañando a personas mayores, asesorando a los que aún quedaban y que quisieran emigrar a Israel para que lo pudieran hacer; clasificación y  distribución de remedios en la Kehilá de Belgrado, tareas de ayuda comunitaria como distribuir comida, acompañar a personas enfermas, dar conferencias, charlas, etc.

Es importante señalar que a principios de la Segunda Guerra Mundial había aproximadamente 80.000 judíos en Yugoslavia, y que al finalizar la misma solo quedaba una cifra estimada de 14.000, o sea que los alemanes asesinaron a 66.000 judíos en Yugoslavia.  Aproximadamente 8.000 mujeres y niños fueron enviados al campo de concentración de Sajmiste (próximo a Belgrado) de marzo a mayo de 1942 y asesinados en camiones de gas. También en Croacia los judíos fueron enviados a la muerte, como así también en Bosnia – Herzegovina. Existía un campo de concentración de Jasenovac (al sur de Zagreb) que se convirtió en el más grande del país y empezó a funcionar en Agosto de 1941. En el campo de Jasenovac se exterminaron a 25.000 judíos y también a miles de serbios y gitanos. La deportación de los judíos de Zagreb comenzó en junio de 1941.

En el desarrollo de la guerra de los Balcanes, los judíos de Belgrado se encontraban en extrema vulnerabilidad económica, social y de supervivencia física debido a esta cruel guerra. Una de las condiciones impuestas por la ONG fue que al finalizar mi estadía en estos territorios debía dirigirme a Hungría y Austria, concretamente a Budapest y Viena a dar conferencias para relatar lo que había experimentado de manera directa para que los judíos de esos países tuvieran también información y esclarecimiento de lo que estaba sucediendo en Yugoslavia.

La ONG me entregó las instrucciones de mis tareas y teléfonos de contacto en caso de emergencia para comunicarme en Belgrado, Hungría y Austria. Al comenzar el viaje rumbo a Belgrado, el avión llega a Viena desde Buenos Aires, donde me dirijo a tomar el próximo vuelo que me llevaría a Belgrado. Realizo el control de Migraciones en Viena y al tratar de dirigirme a otra parte del aeropuerto para tomar el avión de “Austrian Airlines” que me depositaría en Belgrado, soy detenido por policías de civil que me llevan a una oficina especial del aeropuerto, donde me indagan extensamente acerca de los motivos de mi viaje. No podían entender que viniendo de Buenos Aires, y con un apellido que no era de raíz española fuera a una zona de guerra como eran los Balcanes. Revisan todo el equipaje de manera muy escrupulosa, el dinero, los documentos y realizan varias llamadas telefónicas. Soy detenido e indagado por una hora aproximadamente y les digo que tengo un contacto en Viena y que era una persona que me conocía y cuyo número telefónico estaba en mi poder ante cualquier emergencia.  Ellos realizan una llamada telefónica y me liberan sin más explicaciones, luego me dirijo a tomar otro vuelo con destino a Belgrado.

Al llegar allí, el aeropuerto era totalmente lúgubre, allí me esperaba una persona que me traslada al hotel donde nuevamente soy indagado por el personal de la recepción, los cuales parecían de la KGB, me retienen el pasaporte y me dicen que me sería devuelto cuando finalizara mi estadía. Realizan llamadas telefónicas indagando sobre mí, y luego de una larga espera me entregan la llave de mi cuarto, una verdadera pocilga que costaba u$s 400 dólares por noche y que ya estaba previamente pagada por la ONG. La sensación era la de estar en una cárcel en lugar de un hotel. Comienzo mis tareas al día siguiente, y me dirijo a la Kehilá (2) de Belgrado. Los pocos judíos que habían quedado en Yugoslavia eran mayoritariamente personas de edad muy avanzada y que inevitablemente una parte de ellos no iban a poder emigrar a Israel, de manera tal que la ayuda con la que podíamos colaborar era poder proveer esos servicios humanitarios de todo tipo. Es importante destacar que como consecuencia de la Guerra de los Balcanes, las Naciones Unidas había decretado un embargo comercial, de manera tal que conseguir remedios y todo tipo de productos (entre ellos ciertos alimentos) era muy dificultoso. En muchos casos se conseguían cosas que entraban de contrabando para poder sobrevivir. Recuerdo que la nafta era un producto que no se podía conseguir, y había vendedores ambulantes en las calles que vendían la nafta en pequeños envases de bebidas gaseosas arrastrando pequeños carritos, y cuando llegaba la policía desaparecían subrepticiamente para no ser encarcelados. Como Yugoslavia estaba en guerra la nafta era un producto casi imposible de conseguir y se reservaba para el ejército.

El Hospital de Belgrado que pertenecía al gobierno yugoslavo, muy pocas veces tenía remedios y difícilmente se conseguían en las farmacias, sin embargo la Kehilá de Belgrado abría sus puertas para que todos los yugoslavos, judíos o no, pudieran obtener remedios en forma gratuita, como asimismo entregábamos remedios sin cargo a dicho hospital de Belgrado. Los remedios que tenía la Kehilá de Belgrado eran provistos por la ONG, cuya ayuda económica era fundamental para la supervivencia de la comunidad judía. Recuerdo esas largas filas de yugoslavos haciendo cola en la puerta de la Kehilá para recibir remedios y a veces comida. Era común que el Hospital de Belgrado llamara telefónicamente a la Kehilá solicitando medicamentos, que eran entregados  gratuitamente en la medida que los tuviéramos.

El gobierno de Israel había enviado un Shojet (matarife especializado en la matanza ritual de los animales para que pudieran ser consumidos de acuerdo a la ley judía) y además residía un rabino ortodoxo entrenado en la matanza especial que hacía posible comer los cuartos traseros de las vacas. En ese lugar me enteré que este Shojet tenía un entrenamiento sofisticado en Israel y que hacía posible que la matanza realizada por él permitiera que esos cuartos traseros pudieran ser consumidos, ya que tenían una técnica de desangrado de las vacas muy sofisticada. No se podía dar el lujo  de desperdiciar el cuarto trasero de los animales por las penurias económicas, pero la matanza y el desangrado eran estrictamente Kosher.

La comunicación con los judíos de la Kehilá de Belgrado no era muy sencilla para mí, a menos que los judíos de allí hablasen ladino, inglés o idish, aunque siempre encontré la manera de hacerme entender, especialmente con la ayuda de personas de la comunidad que hablaban inglés y que en muchas ocasiones traducían lo que yo hablaba. Recuerdo las caras de los judíos que escuchaban mis charlas ávidamente y las preguntas que hacían. Ellos estaban viviendo el horror de la guerra y casi no podían creer que en otras partes del mundo se viviera de otra manera y mucho menos que vinieran personas del otro lado del mundo a ayudarlos.

También ocurrían situaciones que parecían extraídas de un cuento de ficción, un ejemplo de ello era que yo recibía el dinero de la ONG con el que me movía en mano, ya que en Belgrado no se podía pagar en otra moneda que no fuera el dinero oficial de Yugoslavia que era el “DINAR”, pero que no se podía conseguir fácilmente porque los bancos estaban cerrados casi todos los días por la guerra, y los negocios no aceptaban ni dólares ni tarjetas de crédito. O sea que el dinero (dinares) que me entregaban era el único que podía utilizar, y había que administrarlo muy bien, ya que quedarse sin efectivo por dos o tres días implicaba no poder hacer absolutamente nada y quizás correr el riesgo de quedarme sin comer si me quedaba sin dinero el fin de semana.

Los negocios en Belgrado estaban casi sin luz eléctrica y sin mercadería. De manera tal que caminar por las calles apenas caía el sol era como caminar en una ciudad fantasma, oscura y con la sensación de estar totalmente desprotegido y vulnerable, al atardecer las calles de Belgrado eran un desierto, por lo que andar sin documentos que te identifiquen, sin hablar el idioma nativo y siendo extranjero no era una sensación confortable. Recuerdo ser observado por los yugoslavos con cara extraña porque no podían entender que hacía un extranjero en plena guerra de los Balcanes en esa ciudad, de tal forma que mi presencia era siempre observada, y también especialmente por el personal del hotel donde me alojaba, que me miraban con cara de pocos amigos.

Un día me dirijo a visitar una sinagoga en Belgrado que se hallaba en condiciones casi de abandono y en el primer piso se veían marcas en las paredes con divisiones que parecía que habían sido instaladas hacía mucho tiempo. Al preguntar que eran esas marcas simétricas en las paredes con una distancia de 2 metros aproximadamente, me comenta la persona que me llevaba por las instalaciones que cuando los nazis estaban en Belgrado utilizaban la sinagoga como lugar para llevar a las mujeres para ser prostituidas e instalaron barrales y cortinas para hacer separaciones a modo de cuartos, para tener relaciones sexuales con las mujeres. O sea, la sinagoga de Belgrado era utilizada como lupanar por las bestias nazis. Fui también testigo de ese horror.

En la ciudad de Belgrado había colas enormes de personas frente al Consulado de Austria. Esa gente estaba esperando en la calle hacía más de una semana para ser atendidos por el Consulado de Austria, con la esperanza (casi imposible) de conseguir una visa para poder escapar del horror de la guerra. Nunca voy a olvidar esas caras y la desesperanza de sus rostros.

Finalizo mis tareas comunitarias en Belgrado y otros lugares de Yugoslavia como ser Zagreb, etc, y me despido de la gente de la Kehilá de Belgrado que me brindan abrazos y una calidez indescriptible, ellos son los seres que nunca voy a olvidar en mi vida, ya que son verdaderas antorchas de amor, sueños, libertad y resistencia que alumbraron también mi camino de la vida.

Me dirijo a Viena, y al llegar nuevamente los guardias de seguridad toman mi pasaporte y lo miran ensimismados y sin entender el porqué de mi estadía en Yugoslavia en plena guerra. Viena es una ciudad hermosa y es la contracara de Belgrado y Yugoslavia por su orden, cuidado y normalidad. Doy una conferencia en la Comunidad Judía de Viena, donde vienen dirigentes comunitarios y de ciertos periódicos locales para recibir el relato de mi experiencia. Existe mucho interés y me hacen preguntas de diverso tipo, y en un momento les comento que me siento muy extraño porque los austríacos deberían saber más que yo lo que sucedía en Yugoslavia por la cercanía de Austria con Yugoslavia. La ONG me envía como representante oficial al acto de recordación de la liberación del campo de concentración de Mauthausen (3) en Austria acaecido el 5/5/1945 y al llegar ahí me reúno con muchas delegaciones diplomáticas de diversos países para recordar también el 50° aniversario de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Me visto con las ropas que usaban los presos en dicho campo de exterminio, se abren las puertas de dicho campo y entro caminando junto a las delegaciones diplomáticas y escuchando una banda militar rindiendo honores a la gente asesinada en dicho lugar. Se me estremece el corazón pensando en la gente allí asesinada y en la mayor parte de mi familia también asesinada en los campos de la muerte. Mi cuerpo, mi alma y mi presencia en Mauthausen son la respuesta que la vida dio a los mensajeros de la muerte. “MIR ZENEN DO” (ESTAMOS AQUÍ).

Posteriormente me dirijo a Budapest (Hungría) para dar conferencias en la Kehilá de Budapest, para ello había que ejercer propaganda mural (pegar carteles por las calles de la ciudad) anunciando las actividades para que los judíos que quedaron en Budapest se enteraran de las actividades de la Comunidad Judía, ya que no querían dejar los datos de sus direcciones en la Kehilá. Todavía continuaba el temor que arrastraban del horror nazi que había matado a más de 600.000 judíos en Hungría entre mayo y noviembre de 1944 de que se volviera a repetir y los encuentren en sus domicilios. A tal punto fue ese temor que muchos judíos húngaros en ese entonces cambiaron sus apellidos por apellidos totalmente húngaros sin ningún rastro de judeidad para pasar como gentiles en ese país y los mantuvieron así, luego de décadas, sin cambiárselos. Tal fue la matanza que los nazis habían realizado en Budapest, que el río Danubio estuvo teñido de rojo por la sangre de los cadáveres ametrallados en los puentes que comunicaban la ciudad de Buda con la de Pest, y esto fue tan espantoso que en esa época se llamó al río “Danubio Rojo” en vez de “Danubio“.

En el mes de mayo de 1995 soy invitado a otra celebración del 50° aniversario de la finalización de la Segunda Guerra Mundial por una comunidad gitana de las afueras de Budapest. Al llegar allí, el alcalde de ese pueblo gitano pequeño me recibe y con una delegación de las autoridades de ese pueblo gitano y todos sus habitantes vamos caminando a un pequeño cementerio judío que está cuidado por los gitanos y allí rezo el “Male Rajamim” (4). Me manifiestan que en ese pueblo los nazis habían entrado a una escuela primaria gitana y habían matado a todos los niños y maestras y luego habían hecho lo mismo con los judíos que encontraban. Los gitanos son los que también cuidan puntillosamente las sepulturas judías en ese pequeño cementerio judío y decretaron una ley que establece que cualquier alemán que entre a ese pueblo tendrá pena de muerte, no importa el tiempo que transcurra desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Tengo la oportunidad de visitar un Centro dirigido por una Dra. en Psiquiatría de origen judío, especializada en estudiar por qué han continuado suicidándose descendientes de personas asesinadas en el holocausto durante dos generaciones. Tengo una charla increíble con ella y me muestra todo su trabajo, miles de fichas y estudios pormenorizados. El Centro está financiado totalmente por el magnate George Soros y pretende dar una respuesta de esta compulsión al suicidio por los descendientes de los asesinados en el holocausto. Termino el viaje, vuelo a Argentina y continúo dando charlas en diversas instituciones judías para que este horror del sufrimiento de la guerra y de la comunidad judía sea conocido.

Quise compartir con todos los lectores y la gente esta página de mi vida, que es indeleble y está grabada en mi piel y en mi alma. También quise dejar testimonio del privilegio y el orgullo de ser judío. La solidaridad que exhibe el pueblo judío con sus semejantes está más allá del raciocinio. Me acuerdo de mi maestro de Tora que una vez me dijo:”somos un pueblo que tenemos el cielo y la tierra dentro de nosotros.” Yo digo que también la humanidad tiene el paraíso y el infierno dentro de cada uno, solo nosotros los seres humanos decidimos si el paraíso o el infierno prevalecerán.

AM ISRAEL JAI.

DR. ALBERTO RUSKOLEKIER

PERIODISTA-ESCRITOR-ANALISTA INTERNACIONAL.

Marzo de 2021

(1)-Primera guerra de los Balcanes fue entre 1912 y 1913, y enfrentó al Imperio Otomano con la Liga de los Balcanes, que estaba integrada por Bulgaria, Montenegro, Grecia y Serbia. Finaliza con la firma del Tratado de Bucarest.

(2)-Kehilá. Comunidad.

(3)-Campo de Concentración y Exterminio donde fueron asesinadas aproximadamente 120.000 personas.

(4)-Male Rajamim. Rezo fúnebre en recuerdo del alma del ser fallecido.

ACLARACIONES HISTORICAS:

En 1991 comienza la Segunda Guerra de los Balcanes debido a la abolición de la autonomía que tenía Kosovo, y que pasa a formar parte del territorio de la antigua Yugoslavia y por sucesivas declaraciones de independencia de Croacia y Eslovenia y de otras repúblicas yugoslavas.

Según la historia la Segunda guerra de los Balcanes puede dividirse en dos guerras:

a) Guerras durante la disolución de la República Federativa Socialista de Yugoslavia que son las siguientes:

– Guerra de Eslovenia (1991)

– Guerra de Croacia (1991-1995)

– Guerra de Bosnia (1992-1995)

– Guerra Croata-Bosnia (1992-1994)

b) Guerras durante la disolución de la República Federal de Yugoslavia:

– Guerra de Kosovo (1998-1999)

– Conflicto del Sur de Serbia (1999-2001)

– Conflicto de Macedonia (2001)

El 12 de noviembre de 2001, después de casi 11 años de conflicto, terminó por fin la llamada guerra de los Balcanes o guerras Yugoslavas. Decenas de miles de personas perdieron la vida en los dos grupos de guerras que se sucedieron en la península balcánica convirtiéndose en un crimen de lesa humanidad y en uno de los mayores conflictos bélicos de nuestra historia.

2001 – Fin de la guerra de los Balcanes.

El 12/11/2001 es el final del conflicto de Macedonia que termina con los que fueron los conflictos más sangrientos desde la II Guerra Mundial. A las decenas de miles de mujeres se suman los millones de refugiados y desplazados que no podían volver a sus casas.

La Antigua Yugoslavia se convertiría en Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Serbia y Macedonia. La Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK), fue establecida en junio de 1999. Información oficial de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR).

 
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