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| martes diciembre 24, 2024

TZAV-SHABAT HAGADOL-PESAJ 5781


B’H

Levítico 6:1-8:36

Di-s ordena a Moshe transmitir a Aarón y sus hijos sobre sus obligaciones y derechos como Kohanim (sacerdotes) que ofrecen Korbanot (ofrendas animales y vegetales) en el Santuario.

El fuego en el Altar siempre tiene que estar encendido. En el mismo son quemadas completamente las Ofrendas de Elevación; grasas de las ofrendas de Paz, Pecado y Culpa; y el “puñado” separado de las Ofrendas Vegetales.

Los Kohanim comen la carne de las ofrendas de Pecado y Culpa y los restos de las Ofrendas Vegetales. La Ofrenda de Paz es comida por aquél que la trae, excepto por las partes específicas que son entregadas al Cohen.

La carne sagrada de las ofrendas es comida por personas ritualmente puras, en su lugar santo designado y dentro del período de tiempo especificado.

Aharon y sus hijos permanecen dentro del recinto del Santuario por siete días, durante los cuales Moshe os inicia en el sacerdocio

 

FUEGO ETERNO

Según nuestros Sabios las ofrendas presentadas en el Altar eran quemadas por un fuego celestial. Sin embargo se ordenaba que los kohanim encendieran el fuego. ¿Qué aprendemos de esto? Las bendiciones Divinas provienen del Cielo, es sabido, pero para recibirlas tenemos que poner algo de nuestra parte, ¡ENCENDER NUESTRO FUEGO!

 

SHABAT HAGADOL

El Shabat anterior a Pesaj recibe el nombre de SHABAT HAGADOL. En este día recordamos el milagro acaecido en Egipto antes del Éxodo, cuando los judíos, siguiendo las directivas de Di-s., toman un cordero (una de las deidades egipcias), y durante cuatro días lo mantienen atado para sacrificarlo en Pesaj. No temieron a sus opresores, la orden Divina estaba primera.

Así también debemos actuar nosotros. No nos importe lo que piensen los demás pueblos, cumplamos lo que el Creador nos ordenó.

 

VELOCIDAD EN TRES DIMENSIONES

Y así lo comerán: con sus caderas ceñidas, sus zapatos calzados, y sus bastones en mano. Cómanlo de prisa, es una ofrenda Pesaj a Di-s.

– Éxodo 12:11

Nuestros empeños en la vida pueden dividirse en tres categorías generales:

Primero está la atención a nuestras propias necesidades, el desarrollo de nuestros potenciales y la mejora de nuestro carácter.

Luego está nuestra involucración con el entorno: cada uno de nosotros tiene su propio «mundo miniatura» -familia, profesión, círculo social, los recursos naturales que consumimos o desarrollamos- las personas y cosas con que entramos en contacto directo e influenciamos para mejor o (Di-s libre) para peor.

Por último, está el macro-universo: sucesos mundiales, desarrollos históricos, la Creación como un entero.

Mientras muchos de nosotros podrían considerar esto más allá de su esfera de influencia, cada uno de nuestros actos y empeños incide hondamente en el mundo en que vivimos, seamos o no conscientes de ello.

Pesaj marca nuestro nacimiento como nación, el momento en que Di-s extrajo «una nación de las entrañas de otra nación`, otorgándole el regalo de la libertad y facultándola para concretar Su bondad y perfección en sus propias vidas y en el mundo que El creó.

Un tema clave en la historia del Éxodo es la «prisa»: los hijos de Israel son descriptos como habiendo «huido» de Egipto’; la matzá es el pan que no fermentó porque fuimos «expulsados de Egipto y no pudimos demorarnos»‘; y el Korban Pesaj (la Ofrenda Pascual), la llave hacia la redención y el eje alrededor del cual gira toda la festividad de Pesaj, era comido «de prisa»

La prisa de Pesaj enfatiza que la vida, para el judío, nunca más volverá a ser la experiencia estática y pasiva que fue para el clan de esclavos hebreos bajo el cautiverio egipcio.

La vida ha de ser un movimiento vigoroso, energizado hacia adelante, una incesante búsqueda de avance y logro.

El estado de prisa en que tuvo lugar el primer Seder en Egipto se expresó de tres maneras: «Sus caderas ceñidas, sus zapatos calzados, y sus bastones en mano».

Estas se corresponden con las antes delineadas tres dimensiones del movimiento hacia adelante de nuestras vidas: nuestro propio desarrollo, nuestro efecto sobre el entorno inmediato, y nuestro rol universal.

Las caderas, que son «la base que sostiene el cuerpo entero», representan al ser humano como individuo. Los pies son los medios de locomoción de la persona, con los que se moviliza de sus espacios e intereses privados para establecer contacto con sus semejantes y con su medio ambiente.

Equipa los pies con zapatos y les permites negociar su camino a través del suelo enemigo que de otra manera impediría su movimiento de un lugar a otro. Pies calzados, así, representan nuestra capacidad de viajar desde el enclave del propio ser para influir sobre lugares e individuos que están más allá del alcance de un «pie descalzo», una personalidad atada al hogar.

Pero el hombre es más que un viajero a pie en la vida.

Es único entre sus camaradas criaturas en que él hace uso extensivo de «herramientas», elementos de su adaptación que le permiten manipular su ambiente de maneras en que no podría hacerlo con sus propias facultades y capacidades «naturales». Si a duras penas puede levantar el equivalente de su propio peso con sus dos manos, ha aprendido a mover literalmente montañas con las máquinas que inventa.

Si sus dos piernas lo pueden llevar apenas tan lejos tan rápido, ha recorrido las profundidades del mar y las alturas astronómicas con vehículos de su invención.

En ello radica la importancia del tercer marcador de la premura del éxodo – «sus bastones en mano».

El «bastón» representa la convicción singularmente humana de que nada es imposible, que siempre podemos encontrar una manera de extender nuestro alcance más allá de la distancia dictada por el trecho de nuestro brazo natural. Que cada uno de nosotros posee la capacidad de influir positivamente a toda la gente, elementos y sucesos de nuestro mundo, por más distantes y foráneos que pudieran parece. (www.es.chabad

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