Holocausto. Shutterstock
El calendario hebreo consagra el día de hoy como Iom Hashoá Ve Hagburá, lo que puede traducirse libremente como Día de Recordación del Holocausto y el Heroísmo.
Al día de hoy lo recordamos por el inicio, en 1943, del Levantamiento del Ghetto de Varsovia. Y esta elección no es antojadiza. Es una declaración de principios.
Apenas iniciada la guerra y luego de la caída de la capital polaca en manos de los nazis, en octubre de 1940 se confinó a la totalidad de su población judía en una superficie cerrada, llamada tristemente Ghetto, como parte del plan sistemático de aniquilación de los judíos de Europa.
Detengámonos un minuto y reflexionemos juntos: Varsovia tenía una enorme presencia judía, imposible de ignorar. Imaginemos que en nuestra ciudad haya que elegir a diez personas al azar; seguramente tres de estas personas son judíos que vivirán su pertenencia de diversas maneras. Encontraremos periodismo, teatro y literatura en idisch, también judíos ortodoxos, laicos, y militantes políticos. Cada uno de ellos, ejercerá su judaísmo en libertad.
Hasta que llega el día en el cual a los 450.000 judíos de Varsovia los reunieron en una superficie de 8 kms cuadrados. Esto significó que ese 30% de la población se amontonó en menos del 2,5% de la superficie. Y esto implicó que familias enteras, con varios hijos y con sus costumbres únicas, tuvieron que convivir junto a otras familias enteras en una habitación, sin medidas sanitarias, ni agua corriente, ni alimentación, privacidad, calefacción o ninguna otra comodidad.
Sigamos reflexionando: la dieta cotidiana se reducía a 184 calorías. La única ingesta diaria tenía menos valor calórico que hoy día lo tiene un alfajor.
Durante dos años y medio, ese confinamiento, tan angustiante, tremendo y traumático, repetido en otros lugares de Europa, se convirtió en el primer intento de exterminio por parte del nazismo. El hambre, las enfermedades, el frío extremo y las miserias del humano empezaron a matar a la población y a reducirla notablemente.
Este era el escenario en el que cada ser humano, devaluado en su dignidad, tenía que afrontar todos los días. Sin esperanza, sin futuro.
¿Sabés entonces lo que conmemoramos hoy?
Hoy recordamos a los que cayeron, porque no tuvieron capacidad física o resto psíquico para continuar, y honramos a los que sobrevivieron. Pero la elección del día de Iom Hashoá tiene que ver con cómo algunas personas ordinarias actuaron en forma extraordinaria frente a estas circunstancias absolutamente extraordinarias.
No elegimos la foto que nos entrega el 27 de enero, instaurado por la comunidad internacional como el día de Recordación de las Víctimas del Holocausto, ya que ese dia, de 1945, el Ejército Rojo encontró a los sobrevivientes infrahumanos de Auschwitz, de casualidad y sin proponérselo verdaderamente, en su ruta a Berlín, presentándolo como el de su liberación.
Optamos por los ejemplos de quienes frente a esa tremenda coyuntura tomaron la decisión de enfrentarla.
Gente como el médico y pedagogo Janusz Korczak, que se encontraba a cargo de un orfanato en el Ghetto. Reconocido por su contribución educativa a Polonia, más de una vez le ofrecieron la salvación individual. Korczak decidió que los huérfanos no podían ser abandonados nuevamente, y los acompañó hasta su último destino en Treblinka, muriendo asesinado él también allí.
Elegimos reflejarnos en Mordejai Anielewicz y los integrantes de su Organización de Lucha Judía, todos ellos jóvenes, poco más que adolescentes, que frente al hecho consumado de saber que el destino final de los sobrevivientes del Ghetto era la muerte y la aniquilación total de todo, resolvieron levantarse con los elementos que tenían a su disposición, liderando una resistencia de más de un mes frente a la maquinaria de destrucción nazi.
Reconocemos el aporte de Emanuel Ringenblum y los integrantes de su grupo, quienes generaron el archivo “Oneg Shabes”, o “alegría del sábado”, reuniendo y escondiendo toda la documentación que aún hoy nos permite saber la verdadera historia, no la que hubiesen contado los nazis.
Valoramos la actitud del matrimonio de Jan y Antonina Zabinski, dueños del zoológico de Varsovia que escondieron y ayudaron a escapar a algunos judíos del Ghetto, y en ellos, a todos los no judíos que fueron considerados “Justos entre las Naciones” por elegir la humanidad y no la barbarie.
En fin, ese es el concepto de heroísmo. Gente común, como vos, como yo, que frente a circunstancias extraordinarias actuó venciendo la indiferencia, la complicidad y la cobardía, anteponiendo los valores necesarios para construir un mundo de convivencia en la diversidad y no de atropello a los derechos del prójimo.
¿Sabés entonces cuál es el mejor homenaje que podés hacerles?
Preguntate a vos mismo como actuarías.
Pero no en una hipotética circunstancia sino frente a interrogantes actuales.
¿Qué hacés cuando alguien no reconoce los mismos derechos a otro por su origen?
¿Y cuando alguien justifica la destrucción de un país o de un pueblo?
¿Qué reacción tenés frente a los que niegan la historia o intentan tergiversarla, con el solo objetivo de sentirse libre de verla repetirse?
Estas situaciones, lamentablemente, se dan hoy todos los días. Dejarlas pasar, no denunciarlas, o callar, es no haber aprendido.
Días como el de hoy son para que vos, una persona común y ordinaria, entienda que el verdadero significado del heroísmo, no está en tener superpoderes, sino en la actitud que elijas respecto a tu prójimo.
El Dr. Ariel Gelblung es el Director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina
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