La capital de Israel vuelve a los titulares, al convertirse distintos puntos de Jerusalem en escenario de choques violentos y tensiones. Los enfrentamientos tienen lugar desde hace semanas, se agravaron este viernes 7 de mayo y ahora sábado, mientras escribimos estas líneas, amenazan con pasar por una seria escalada que va mucho más allá de Jerusalem.
Habrá quienes consideren que el detonante es el conflicto en el barrio de Sheikh Jarrah por la propiedad de casas en una tierra en disputa entre judíos y palestinos, en el que evidentemente también hay muchas aristas políticas entre extremos nacionalistas opuestos, de ambos lados. Pero sin minimizar la tensión en el lugar y su potencial explosivo, está claro que de fondo hay algo mucho más complejo, que además, no tiene nada de sorprendente: el interés de las organizaciones terroristas Hamas y Jihad Islámico y otros elementos radicales, en la ampliación del conflicto.
¿Por qué?
Porque de fondo lo central para esos elementos, más allá de los roces puntuales que pueden ir surgiendo en distintos escenarios, es la perpetuación del conflicto con Israel. No reconocen al Estado judío ni su derecho a existir y como no pueden destruirlo como quisieran, pues el objetivo es intentar complicarle las cosas lo más posible siempre que tienen oportunidad.
¿Y qué pasó ahora?
Varias cosas.
Claro que el conflicto en Sheikh Jarrah fue un aporte a la mecha, bien utilizado por los radicales. Pero a eso se agregó el mes de Ramadan, que para la mayoría de los musulmanes del mundo es un mes sagrado que debe estar dedicado a la familia, las buenas obras, el ayuno y la oración, y para los extremistas es una oportunidad para la incitación religiosa. Algunos errores cometidos por la Policía israelí en el camino, aportaron parte de la tensión. Primero, la colocación de barreras para que los jóvenes no puedan sentarse en las escalinatas junto a la puerta de Nablus en la Ciudad Vieja, alegando que con ello facilitarían el movimiento de los fieles a la mezquita de Al Aska en camino a los rezos. Y luego, la retirada de dichas barreras tras días de serios choques, lo cual fue interpretado por los extremistas como una victoria que no pudo menos que envalentonarlos.
El Ramadan siempre es usado por los radicales islamistas para intensificar la incitación que protagonizan en forma constante por los medios de comunicación y las redes sociales. Con la mentira de “Al Aksa está en peligro”, advirtiendo que Israel quiere cambiar el status quo reinante para impedir que los musulmanes puedan rezar en la mequita, caldean los ánimos y llaman a chocar con Israel.
Pero a ello se agrega un elemento a nuestro criterio no menos peligroso: la participación de la Autoridad Palestina en la incitación.
De fondo está la decisión del Presidente palestino Mahmud Abbas –que realmente se veía venir-de cancelar las elecciones palestinas. Cabe recordar que desde el 2006 los palestinos no van a las urnas. Viendo que se encaminaba a una derrota ante Hamas, decidió suspenderlas, desviando evidentemente las culpas hacia Israel y alegando que no puede realizar elecciones si Israel hace problemas para que voten los palestinos de Jerusalem Este. Increíble…no organiza elecciones desde hace 15 años y echa las culpas a Israel.
El problema es que esto, que es una constelación interna palestina, empuja a todos los involucrados a potenciar los choques.
Hamas, seguro de que en las elecciones iba a ganar, quiere mostrar que es el paladín de los derechos palestinos y ridiculizar a la Autoridad Palestina. Claro está que su camino es a través de la violencia: incita a choques en Jerusalem, logra infiltrar agitadores en la propia capital y en diferentes puntos en Cisjordania, azuza a los árabes israelíes, reanuda los focos de tensión en la frontera entre Israel y Gaza no sólo amenazando con cohetes (que ya fueron disparados la semana pasada) sino también promoviendo nuevamente el lanzamiento de globos incendiarios hacia las comunidades civiles del sur de Israel, que provocaron este sábado por lo menos 10 incendios.
Muhamad Def, jefe del brazo militar de Hamas, considerado uno de los mayores símbolos del terrorismo de la organización, se pronunció en tono desafiante intentando crear una ecuacion en cuyo marco cualquier escenario de choque entre Israel y los palestinos, da derecho a Hamas a disparar cohetes hacia territorio israelí.
Y el Presidente Abbas- que por un lado jefes de seguridad israelíes estiman se opone al terrorismo porque comprende que no le conviene pero que en la práctica siempre tiene una retórica que lo avala- agudiza el tono y tira de la cuerda, para no ser menos que Hamas.
Evidentemente, el hecho que este sábado 8 de mayo es Lailat el-Qader, (la Noche de los Destinos), una de las últimas y más significativas del Ramadan, no agrega calma ya que el sentido religioso de la fecha es aprovechado para presentar todo choque con Israel como un conflicto religioso, que en Jerusalem siempre tiene un potencial especialmente explosivo y peligroso.
Todo esto da a los palestinos la oportunidad de “volver al escenario central” tras el golpe que vieron meses atrás en los acuerdos de paz o anuncio de relaciones diplomáticas entre Israel y algunos países árabes . Cabe recordar que los palestinos calificaron de traición que países árabes se acerquen al Estado judío sin antes haberse resulto el tema palestino.
¿A qué nos referimos al hablar de incitación?
Hemos escrito aquí varias veces la palabra “incitación”. No es una acusación en el aire. Es la única interpretación posible, a nuestro criterio, de lo que precedió a todo esto.
Ya días ante de comenzar el mes del Ramadan, la televisión palestina (de la Autoridad Palestina, dirigida por Fatah,no por Hamas), transmitió repetidamente un video que llamaba claramente al terrorismo.
“Disparé, lancé mi bomba. Detoné mis cinturones explosivos. Hermano, lanza mi sangre sobre el enemigo como balas”. Esta es la frase central de un video transmitido 20 veces entre el 2 y el 10 de abril, dos días antes del comienzo del Ramadan, según reveló Palestinian Media Watch.
Nada fue casualidad. Fue transmitido en el horario de programas para jóvenes e inmediatamente después de programas infantiles, precedido por la presentación del narrador: “Dado que las canciones constituyen una parte básica de nuestra cultura y expresan nuestra identidad nacional , y dado que estas canciones están presentes en nuestra conciencia y aún nos fascinan con valores y significados, aquí está: ´El Tono de la Patria´”.
“Disparé, lancé mi bomba. Detoné mis cinturones explosivos. Hermano, lanza mi sangre sobre el enemigo como balas”, decía la canción.
Y en medio de su letra, el narrador interviene como queriendo darle más fuerza: “Defenderemos Palestina con nuestros cuerpos. Nuestras balas harán sonidos de alegría como señal de victoria, para cortar a los ocupantes invasores que llegaron del otro lado del mar y se instalaron en nuestras tierras”.
Muy poco después, en los primeros días del Ramadan, comenzó a registrarse un fenómeno muy claro y preocupante: jóvenes árabes atacaron judios en las calles de la Ciudad Vieja, lo filmaron y subieron a Tik Tok. Todo esto es material que incendia. Y no menos fuertes fueron los cánticos en las redes de Al Fatah, el grupo del Presidente Abbas, prometiendo “millones de mártires marchando hacia Jerusalem” y gritando “con alma y sangre te redimiremos Al Aksa”.
Y mucho más.
Sin olvidar ciertos errores cometidos a nuestro criterio por la Policía israelí, lo aquí descipto es el problema central.
El dilema, claro está, es que por un lado,el deseo es que las cosas se calmen, que no haya choques y por cierto tampoco heridos de ningún lado. Por otro, actuar con mano blanda no conducirá a pacificar la situación sino que dará ínfulas a los extremistas que sentirán que logran amedrentar a Israel. Es un serio problema.
Pero aún antes de saber cómo solucionarlo, tenemos claro: de fondo, el motor es el mismo de siempre, el odio a Israel. Claro que impone un serio desafío al Estado judío, pero no soluciona absolutamente nada ni aporta nada al pueblo palestino.
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