B’H
Números 4:21-7:89
Completando la cuenta de los Hijos de Israel hecha en el Desierto del Sinaí, un total de 8.580 Levitas varones entre 30 y 50 años son contados para ser aquellos que transportarán el Tabernáculo.
Di-s enseña a Moshe las leyes de la Sotá, una esposa sospechada de haber sido infiel a su marido. También es dada la ley del Nazir que promete no beber vino, deja crecer su cabello y tiene prohibido impurificarse ritualmente con la impureza de un muerto. Aarón y sus descendientes, los Kohanim, reciben instrucciones para saber cómo bendecir al pueblo de Israel.
Los líderes de las doce tribus de Israel traen sus ofrendas para la inauguración del altar. A pesar de que sus ofrendas son idénticas, cada una es traída en un día diferente y es individualmente descripta por la Torá.
POR LA PAZ, TODO
Está absolutamente prohibido por la ley de la Torá el borrar el Nombre de Di-s. Sin embargo hay un caso en que, no sólo está permitido, ¡sino que Di-s mismo ordena que Su Nombre sea borrado! Y esto es para establecer la paz entre marido y mujer.
La Parashá describe el procedimiento a seguir cuando un hombre sospechaba que su esposa le había sido infiel. Era llevada ante el cohen, quien tomaba polvo del Templo, agua santificada, tomaba un pergamino y escribía en él todas las maldiciones que caerían sobre ella en caso de haber pecado, incluyendo el nombre de Di-s, luego introducía el pergamino en el agua hasta que la tinta se disolvía y le daba a beber a la mujer.
Que el Nombre Divino resultaba borrado en este caso carecía de importancia. Lo importante era imponer la paz.
Pensemos en esto cuando estemos enfrentados con alguien o cuando sepamos que hay dos personas peleadas. No por nada uno de los Nombres de Di-s es Shalom (Paz)
La palabra Amén, se dice después de oír a alguien recitar una bendición. Es que palabra significa “verdad”. También es la sigla de “Di-s es el verdadero Rey”. Según nuestros Sabios, contestar Amén a una bendición es algo más grande que decir la propia bendición.
El Antídoto contra la Estupidez
Levi Avtzon
«La genialidad puede tener sus limitaciones, pero la estupidez no tiene límites» —Elbert Hubbard.
En la ciudad santa de Safed, cerca del viejo cementerio, hay una humilde estructura, conocida como «la Mikvé del Arizal«. El pequeño edificio alberga un baño ritual, el cual, de acuerdo a la tradición, fue utilizado por el maestro cabalista Rabí Isaac Luria (1534-1572, conocido como el «Arizal«), quien se sumergía en sus aguas antes de orar y estudiar.
La mikvé (pileta ritual) es realmente una corriente subterránea; sus aguas heladas. Pero considerando la ilustre historia de la mikvé, muchos consideran que es un privilegio especial vencer el frío. En efecto, según la tradición, cualquiera que se sumerge en sus aguas ciertamente se arrepentirá antes de morir.
Así se cuenta la historia de un padre que tomó a su hijo antes de su bar mitzvá para sumergirlo en las frías aguas. El hijo entró al agua y gritó «¡Ay! Está fría».
Rápidamente se sumergió y saltó directo a la toalla caliente que su padre sostenía en sus manos extendidas. «¡Aaaah!» Dijo el niño «Esto está bien».
Dijo el padre a su hijo a punto de convertirse en hombre: «Que esto sea una lección para el resto de tu vida. Cuando quiera que hagas algo y el ‘ay’ viene antes del ‘ah’, debes saber que lo que has hecho es algo bueno. Sin embargo, cuando el ‘ah’ viene antes del ‘ay’, debes saber que has hecho algo incorrecto…».
Recordé la historia cuando leía la sección de la Torá que estudia el tema de la mujer que ha sido infiel a su esposo —la sotá. La palabra que la Torá elige (Números 5:12) para describir su alegada deslealtad es «tiste«, [una mujer que] «se ha descarriado».
Tiste también puede traducirse como tontería. De ahí el axioma talmúdico «Una persona no peca a menos que sea vencida por un espíritu de tontería».
El pecado es tonto. Todos lo sabemos. Nadie se siente bien después de un pecado (psicóticos aparte), y nadie se siente mal después de haber hecho una mitzvá.
Pero de todos modos pecamos. Entonces nos sentimos culpables, entonces pecamos nuevamente, luego vamos a la sinagoga en Iom Kipur y prometemos mejorarnos. Luego pecamos nuevamente.
No, no estoy escribiendo un libro titulado «10 Ideas Acerca de Cómo no Pecar Nuevamente», ni he descubierto la píldora mágica que mata a la mala inclinación interior. Y si alguien afirma que ha hallado la vacuna contra la tentación, enciérrenlo en un asilo —antes que se proclame dios y construya un culto y explote a un grupo de personas desorientadas.
Hasta que el Mashíaj venga, cuando el mal será erradicado del mundo para bien, continuaremos siendo tentados por el pecado. ¡Hey! Acá tenemos otro motivo para pedir a Di-s que envíe al Mashíaj.
Pero quizás, sólo quizás, si tomamos en cuenta la historia de la mikvé y la próxima vez que estemos por decir «ah» antes del «ay» somos previsores —esa vez podemos evitar el pecar.
Y eso es una gran cosa.
O, como dijeron sucintamente nuestros sabios: «¿Quién es sabio? El que prevé el resultado [de sus acciones]». (www.es.chabad.org)
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