El próximo 18 de junio están contempladas las elecciones en la República Islámica de Irán. Las candidaturas para sustituir al actual presidente Hasan Rouhani han impulsado postulaciones que podrían ser consideradas una inclinación hacia el ala más conservadora dentro del país, y además la promoción de una nociva figura que tiene un pasado oscuro, puntualmente el caso de Sayyid Ebrahim Raisi, quien ya se había postulado en la elección anterior, en las cuales alcanzó el 38% de los votos (15.77 millones) y para esta elección podría lograr a ocupar la silla presidencial.
Pero para poder llegar a entender lo que significa la eventual llegada de Raisi a la presidencia iraní es trascendental describir su trayectoria en el país, entendiendo además su cercano vínculo con el actual líder supremo Alí Hoseiní Jamenei y hasta dónde pueden llegar los alcances de su vida política y clerical en un país como Irán, donde la religión tiene un rol activo en todas las aristas sociopolíticas, ya que el islam político iraní controla todas las esferas del poder del país.
Formación y trayectoria de Sayyid Ebrahim Raisi
Es Máster en Derecho Internacional Privado, además de Doctor en Jurisprudencia y fundamentos del derecho Islámico por la Universidad Shahid Motahari.
Además, se le considera «autoridad del islam» (Hoyatoleslam), habiendo estudiado en la Hawza de Qom (Seminario de Qom) desde los 15 años. Si bien aún no alcanza la posición de fuente de emulación (Ayatola), es considerado el aprendiz del Ayatola Jamenei y eventual «sucesor» del líder supremo (Falahi 2016).
Desde el punto de vista de su línea política, es considerado «principista», quienes tienen una visión más orientada a la aplicación de la religión y los principios fundamentalistas de la escuela de Qom, por lo que refuerzan la figura del Ayatola y fortalecen además el poderío que el clero tiene por encima de cualquier otra institución nacional.
En cuanto a su labor como funcionario del Estado, en 1981 fue nombrado fiscal de Karaj en la provincia de Alborz. En 1985, se trasladó a la capital y, en 1988, se convertiría en una figura visible para el Ayatola Jomeini, llegando a contar hasta con disposiciones especiales en provincias importantes como Kermanshah, Semnan y Lorestan. Desde 2004 hasta 2014, Raisi se desempeñó como primer vicepresidente del Tribunal Supremo de Irán.
Sin embargo, una oscura sombra le persigue, y son crímenes graves ocurridos en 1988 donde se le involucra como coautor de una de las masacres más significativas de este país contra opositores políticos y donde Raisi fue uno de los hombres de confianza para llevar parte en la ejecución de 30 mil opositores políticos, tras la publicación de una fatwa por parte del Ayatola Jomeini.
La masacre de 1988 en Irán
A partir de julio de 1988, el régimen de Teherán realizó una purga de opositores políticos, principalmente de la Organización de los muyahidines del pueblo iraní (PMOI). La orden de ejecución fue realizada, como se ha mencionado con anterioridad, a través de un pronunciamiento legal islámico que puede ser emitido por una figura de peso de la religión y, en este caso, fue solicitado por Jomeini.
La orden dice puntualmente, según un libro de dos exfuncionarios de alto rango iraníes Mohsén Rezaí y Abbas Salimi quienes lo citan textualmente:
Dado que los miembros del PMOI no creen en el islam, mientras pretenden lo contrario:
– Debido a su guerra militar sistemática en las fronteras iraníes del norte, oeste y sur…
– Debido a su cooperación con Saddam Hussein en guerra contra Irán…
– Debido a que espían contra Irán…
– Debido a sus conexiones con las potencias occidentales (actuar contra la independencia de Irán) …todos los miembros del PMOI encarcelados que continúan apoyando al PMOI y sus posiciones son considerados enemigos militares y deben ser ejecutados.
Las ejecuciones fueron avaladas por miembros de lo que se denominaría el «Comité de la muerte» en donde uno de sus miembros fue Ebrahim Raisi (Consejo Nacional de la Resistencia Iraní, 2018).
Una de las críticas sobre el tema, ha sido el corto abordaje que se dio en aquel momento a la masacre, incluyendo instituciones como Amnistía Internacional, así como Human Rights Watch. Sin embargo, los primeros en el año 2018 «remendaron el error histórico» y sacaron un documento denominado «Secretos empapados de sangre», haciendo alusión a la masacre donde, en varias de sus páginas, incluyen la responsabilidad del candidato presidencial y donde todos coinciden en que ninguno de los autores de dicha masacre fue llevados ante la justicia, sino que, hasta este momento, más de 30 años después, se mantienen en la impunidad y participes de procesos electorales del país.
Si bien Irán es un país el cual mantiene un férreo control sobre las personas que se pueden postular para puestos políticos importantes; y todo está controlado por el clero, un empuje hacia una figura con los antecedentes de Raisi, y que además se le considere uno de los eventuales «herederos» a la condición de Líder Supremo del país, muestra cómo la situación dentro de la República Islámica en vez de cambiar y tener un empuje hacia una sociedad más ajustada a la realidad, sigue siendo gobernada por los religiosos, aunque su población se catalogue más como «laica».
Las influencias de Raisi
Ebrahim Raisi fue director de la fundación benéfica Astan Quds Razavi, quienes se encargan de administrar el santuario del Imam Reza en la ciudad de Mashhad. Dicha fundación, además, mantiene un control importante sobre tres provincias del sur del país y posee una cartera inmobiliaria de poco más de US$20 mil millones.
En estos momentos él podría ganar las elecciones, mucho antes quizás de que los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica lo lleguen a designar como sucesor del Ayatola Jamenei, y sabe que algunos de sus retos importantes, además de la situación interna como el desempleo (11.18%), son la pobreza, los efectos de la pandemia, el descontento social entre otros elementos.
Además, por supuesto, tendría que encarar situaciones exteriores que podrían tener diferentes matices, como la situación del país de cara a las sanciones económicas de países occidentales como los Estados Unidos y miembros de la Unión Europea. Así también deberá tener presente sus relaciones con los países de la región y con grupos que los iraníes dirigen desde Teherán y que son gestores de conflictos en regiones como Siria, Yemen, Líbano, Irak y el territorio palestino de Gaza.
A lo anterior, se suma la necesidad de fortalecer las relaciones con sus principales socios internacionales, siendo los casos de Rusia y China los más claros que podrían eventualmente colaborar con los iraníes y darles un respiro económico, ampliando además vínculos en materia de infraestructura que probablemente les ayuden a bajar los ánimos caldeados de la población interna al ver fuentes de empleo desarrollándose.
Un aspecto más de lo que se ha mencionado previamente está ligado a la posibilidad de que el actual gobierno estadounidense, de la mano de Joe Biden, pueda eventualmente suavizar las sanciones y además restarle un poco de apoyo de algunos de los aliados fortalecidos en cierto modo durante la gestión del presidente Trump, específicamente los casos de Arabia Saudita, Turquía e Israel.
Es posible, según lo explicado anteriormente, que esto haya influido en el acercamiento de conversaciones entre los gobiernos de Riad y de Teherán para evitar cualquier tipo de sorpresa e ir un paso más adelante, en el caso de que el gobierno iraní pueda aprovecharse de este cambio en la política exterior estadounidense para acelerar sus procesos de protocolizar o impulsar el desarrollo nuclear que es el temor del gobierno israelí, egipcio, los países árabes del Golfo y Turquía, pues ello podría lanzar la región a una carrera de armas de destrucción masiva como no se ha visto en la historia moderna en la zona.
Sin embargo, y pese a todo lo que se pueda plantear sobre la llegada de Raisi al poder y cambios significativos que puedan ayudar en bajar las tensiones del gobierno de Teherán y la región, viendo la trayectoria y los antecedentes del candidato; además de su cercanía con la cúpula religiosa, es posible que su eventual llegada, aparte de infame, teniendo sus manos manchadas con sangre opositora, será un golpe a la noción de un gobierno menos beligerante y más cercano a las conversaciones, aunque, como siempre, todo dependerá del discurso oficial que se le permita desde el clero que tiene bien marcada su agenda de poder.
Notas
Amnistía Internacional. (2018). Blood-Soaked Secrets.
Consejo Nacional de la Resistencia Iraní. (2018). La masacre de 1988 en Irán. Julio, 20.
Espinosa, Á. (2017). Rohaní, reelegido presidente de Irán con el 57% de los votos. El País. Mayo, 20.
Falahi, Ali. (2016). El favorito del líder supremo. El País. Noviembre, 10.
***Bryan Acuña. Licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de las Américas, especializado en la temática de Oriente Medio.
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